Advertencia: capitulo con algunos temas explícitos, si lees es bajo tu propia responsabilidad :).
AMELIE 💥
La noche está inquietante, algo en el aire o el ambiente está perturbándome más de lo que quiero admitir. Tenía que ser justo ahora, cuando estábamos con los padres de Rainer. Gracias a los Dioses el castaño se dio cuenta de mi estado, mis poderes se habían enloquecido cuando terminamos de cenar, pero los había mantenido a raya, pero no pude soportarlo más.
Pero ahora, con Rainer acorralándome contra la pared, con las manos inmovilizadas y sus labios, mierda, sus labios moviéndose con fuerza sobre los míos, me tenía la mente más allá de las nubes. Solo puedo pensar en él.
Su cuerpo se apegó más al mío, rozándonos; el leve gemido que salió de mis labios fue acallado por los suyos. El castaño se separó de mi lo suficiente para mirarnos a los ojos.
—¿Esta es una buena distracción, preciosa? — su voz salió tan ronca que me hizo suspirar.
—No te detengas.
En estos momentos solo pensaba en volver a tenerlo contra y sobre mí, pero tanto su agarre como nuestra diferencia de altura me estaban molestando para llevar a cabo mi deseo. Demonios, ¿Cómo es que este chico es tan alto?
Aproximó su rostro, logrando que su nariz rozara con la mia. — Mis padres nos pueden oír.
¡Por los Dioses de todo el mundo sobrenatural!, ¿de verdad piensa que no tengo solución para eso?
—Yo me encargo— cerré los ojos, recordando el hechizo silenciador—. Tacet domi.
Gracias tía Zada por haberme enseñado hechizos desde temprana edad, y gracias tío Zack por haberme heredado tu perfecta memoria.
Rainer no tardó en volver a atacar mis labios una vez que el hechizo salió de mi boca; el gemido que solté de la impresión por su acción solo lo hizo apretarme más contra la pared.
Sin duda esta es la distracción perfecta.
Apenas sentí su lengua delinear mi labio inferior, dejé que esta entrara para volver todo lo que se estaba creando entre nosotros mucho más abrasador y ardiente. Podía sentir a la perfección las ondulaciones de su abdomen por sobre la ropa, sobre todo ahora que había colado una de sus piernas entre las mías y hacia una ligera presión con ella.
Quiero tocarte.
Como si hubiera escuchado mis pensamientos, Rainer soltó mis muñecas, dejando que sus manos recorrieran los costados de mi cuerpo lentamente. Su chaqueta cayó de mis hombros cuando levanté los brazos rodearle el cuello, enredando los dedos en las hebras suaves de su cabello. No pude evitar darle un tirón cuando mordió mi labio inferior con fuerza. El gruño en respuesta.
—Necesito que me digas si quieres seguir con esto, ¿quieres? — me preguntó.
Su pregunta me causó ternura.
—Contigo, siempre.
En cuanto volvimos a besarnos, algo dentro de mí se encendió como combustible expuesto al fuego. No había forma de que me detuviera en este momento.
Sus manos me acariciaban desde la cintura a la cadera, de arriba abajo lentamente, logrando que mi vestido cada vez se subiera más, hasta que una de sus manos bajo lo suficiente para toparse con mi muslo ya desnudo y agarrarlo con fuerza, levantándolo para rodearle parte de la cadera. Nos rozamos nuevamente. El gemido que salió de mis labios resonó por la habitación, ya que los anteriores habían sido amortiguados por los labios del sexy chico frente a mí.
—Buena idea de volver la habitación insonora— soltó el chico mientras enterraba su cabeza en mi cuello. Lo besó.
—Y eso que aún no empezamos— dije mientras disfrutaba de sus besos mojados en la curva de mi cuello.
Como me encantaba que me besara ahí.
Rápidamente la otra mano de Rainer bajó por mi pierna libre hasta agarrarme de la misma forma que la otra, y tenerme con ambas piernas enrolladas en sus caderas. No sé cuánto tiempo estuve acorralada contra la pared, pero en un momento dejé de sentir la espada contra algo para después ver como el chico caminaba conmigo hasta el escritorio, dejó de sujetarme con una de sus manos para apartaba las cosas de este, haciéndolas caer al suelo. Me sentó sobre el escritorio, subió las manos de mis piernas hasta las caderas, volviendo a estrechar nuestros cuerpos. Dejé que mis manos bajaran por su cuello hasta llegar al inicio de su camisa a cuadros, desabroché los botones con rapidez y recorrí su fibroso abdomen con las yemas de mis dedos. Sin duda las prácticas de futbol y lacrosse (María me contó un par de cosas cuando estábamos a solas en la cocina) lo habían ayudado a tener este cuerpo. Fibroso y marcado sin llegar a ser exagerado ni demasiado definido. Es simplemente sexy.
No babees, Amelie.
Nos separamos levemente para recuperar un poco el oxígeno perdido pero nuestras manos seguían tocando y acariciando el cuerpo del otro. Me fijé en sus labios, tan rosados e hinchados, demasiado deseables a la vista. Volví a besarlo con agresividad, bajando los besos a su mandíbula y cuello, lo escuché respirar con fuerza; subí los labios hasta su oreja y atrapé su lóbulo con los dientes. El agarre en mi cadera aumento, estrellando aún más nuestros cuerpos.
Benditos Dioses, esta como una piedra ahí abajo.
—Te deseo tanto, Rainer— susurré mientras volvía a mi posición para mirarlo a los ojos.
Sus ojos estaban tan oscurecidos y brillantes que parecia dos bolas de brillar negras. El castaño me sonrió de lado por mis palabras y volvió a besarme; devorándonos con más ímpetu que antes. Una de sus manos bajó hasta llegar a mi muslo, acariciándolo hacia el interior, haciéndome temblar; su mano se coló hasta mi entrepierna.
Sus dedos me acariciaron por sobre la ropa interior. —Ya estás toda mojada, preciosa.
Sus palabras no me ayudaron en nada, pues los leves gemidos de satisfacción no tardaron de salir por mis labios. Sentir de nuevo a Rainer de esta forma es lo mejor, lo necesitaba, lo quería, y de alguna forma, él sabía exactamente cómo debía tocarme, como si siempre lo hubiera sabido y siempre lo hubiera hecho.