27.- La luna de las noches largas

RAINER 💥

Terminé de abrocharme la cazadora, observé mi reflejo en el espejo de cuerpo completo de la habitación de Amelie. Mi novia salió del cuarto de baño, estaba terminando de amarrarse el cabello castaño en un moño alto.

—Después de cuatro lavadas intensas de dientes, creo que al fin logré quitarme todo el sabor a ácido— comentó, mirando mi cara en el reflejo.

Me giré hacia ella, permitiéndome observarla mejor.

Sabía mejor que nadie que no hay forma de hacerla desistir de esta loca idea de ir al bosque, conozco lo suficiente a mi chica para saber que no se quedará quieta y sentada sin hacer nada por Cam, pero la imagen que tuve de ella a través del cristal: en el suelo, sufriendo de diversos dolores, totalmente vulnerable y sin entender que le sucedía; me golpeó y removió algo en lo más profundo de cuerpo. Y también estaba la voz, aquella que compartimos sin una razón concreta, esta me guio en todo momento, incluso para tomar la cerradura de la puerta entre mis manos y hacerla pedazos.

—¿Segura que te sientes bien? — pregunté, no estaba convencido y si fuera por mí, la dejaría aquí, sana y salva de lo que sea que le haya provocado eso.

Amelie caminó hacia mí hasta quedar frente a frente. Me dedicó una sonrisa tranquilizante mientras me veía a los ojos.

—Estoy bien— aseguró—. Siempre estoy bien cuando estoy contigo.

—¿Alguna vez te había pasado algo asi? — le acaricié las mejillas con ambas manos.

—Nunca — me rodeó el torso —. Tal vez fue la luna, la renovación de la magia no me afecta de la misma forma, ¿recuerdas?

Sabía que estaba mintiéndome, que la Luna no tenía nada que ver con esto. La castaña está intentando quitarle importancia a lo sucedido y busca que su respuesta me convenza, y claramente no lo hace, la renovación de la magia no tiene nada que ver con su extraño malestar, pues ¿por qué le afectaría de distinta manera este año y el resto no?

Tanto ella como yo sabemos que fue otra cosa, algo más complejo y peligroso que solo una recarga de energía y magia.

—Hey— llamó dulcemente, sacándome de mis pensamientos—. No pienses tanto en eso.

Se paró de puntillas, besándome lento, me incliné un poco para corresponderle mejor. La dulzura de su beso me desarmó por completo, ahuyentando cualquier otro pensamiento que no fuera ella y sus labios. Los toques a la puerta nos interrumpieron; esta se abrió.

—No quiero arruinar su momento romántico, pero ya estamos listos, tortolitos— dijo Leah, quien abrió la puerta, exponiéndonos a todos.

Amelie negó con la cabeza, tomó un pequeño pergamino que estaba doblado sobre su cama y lo guardó en su bolsillo trasero. Salimos de la habitación.

Si alguien nos viera así, pensaría que somos un grupo de asaltantes, pues estamos todos vestidos de negro, para mezclarnos mejor con la oscuridad del bosque, como aconsejó Kendrick; lo más llamativo hasta que había entre nosotros es el pelo de Leah y Diana, rubio y pelirrojo en su máxima expresión. Bajamos las escaleras con cautela y haciendo el menor ruido posible, asegurándonos de que nadie nos viera intentar salir hacia el bosque. Vimos que algunos profesores estaban haciendo rondas por la escuela, así que el sigilo y discreción son las únicas opciones para lograr salir.

Logramos llegar a la biblioteca sin ser detectados, Leah hechizó la puerta para que no se abriera hasta que todos saliéramos mientras que Amelie desactivaba las cámaras de vigilancia con otro hechizo, corrimos hasta las ventanas que daban al patio. La abrimos con cuidado para no hacer ruido, comenzamos a salir. Ya todos fuera de la escuela, nos apresuramos a corrimos hacia la periferia del bosque, la niebla que había invadido el lugar se disipó, pero aún se veía vestigios de esta.

—Bien, que empiecen los juegos de hambre— todos miramos a Kendrick con extrañeza, el hechicero nos miró —. ¿Qué?, solo lo recordé.

Leah puso los ojos en blanco, Janett y Diana rieron, Jay-Jay solo negó, mientras que Amelie y yo intentábamos contener la risa.

—Traten de no separarse, no sabemos que nos espera— dije, Amelie tomó mi mano con fuerza.

Nos adentramos en el frondoso bosque. El aire está denso y su aroma era una mezcla entre tierra, podredumbre y hierro, llegando a ser molesto y asfixiante al olfato; te hacía sentir un sabor amargo en la garganta.

Caminamos más adentro, entre árboles y piedras, estando atentos a todo lo que nos rodeaba mientras buscábamos alguna pista de Cam y la manada escolar.

—Janie, ¿crees que puedas disipar un poco el olor de aquí? —Jackson miró a la pelinegra — siento los pulmones intoxicados.

—Lo vengo intentando desde que entramos al bosque— respondió, todos la miramos —. Creo que este aroma no tiene ningún tipo de asociación a la naturaleza del bosque.

Nos miramos entre nosotros; aun soy nuevo en todos estos temas, pero en mi búsqueda, antes de tener la pista de Diana, logré aprender y comprender más y mucho mejor a las diversas especies de este mundo. Los druidas están ligados a los elementos naturales y sus variaciones, y si Janett afirma que este extraño aroma no es natural, deberíamos preocuparnos.

—Jackson, ¿estás bien? — dije al ver castaño mirando hacia distintos lados.

—Estamos rodeados—explicó lentamente —. Hay muchas almas sueltas caminando en el bosque.

—¿Qué? — soltaron Diana y Janett a la vez.

—¿Alguno de ellos nos podrá ayudar a encontrar a Cam y la manada? — preguntó Amelie.

—Lo dudo, todas están deambulando sin rumbo— Jackson observó a nuestro alrededor con gesto extrañado —. Parecieran que están en una clase de trance, en el limbo de la presencia y la inconciencia de su estado físico-astral.

—Y eso es en español…— comentó Leah.

—Siempre habrá ánimas siempre han deambulando por la tierra, pero aquí hay demasiadas. Sus ojos están complemente nublados, parecieran no escuchar ni ver nada, y sus ropas están destrozadas— se impresionó un poco al mirar detrás de Kendrick—, y partes de sus cuerpos también.