Lazos Oscuros [libro 1]

32.- Los cazadores

RAINER 💥

Hace mucho que no entraba en la enfermería de Silverstone, pero preferiría mil veces que no estuviera como está ahora. Algunos licántropos estaban heridos por las mordidas de los vampiros, y como me explicó Cam, no existe hechizo, tratamiento ni cura para la mordida; simplemente morirían.

—Podemos disminuir el dolor, pero nada más— comentó la profesora Bing mientras aplicaba un hechizo sobre uno de nuestros compañeros.

El director nos citó aquí a los minutos que habernos mandado a nuestras habitaciones, y Jackson decidió acompañarnos. Los druidas y los licántropos ilesos también estaban aquí, ayudando a sus compañeros y amigos a estar más cómodos y disminuir sus dolores tanto como fuera posible.

—Señorita Donovan ¿podría ir a ayudar a la profesora Bing? — habló el director.

Janett asintió y caminó hacia la camilla que atendía la profesora; se veía que necesitaba apoyo con ese licántropo. Cam estaba del otro lado, viendo a otros miembros de la manada escolar y asegurándose de que estuvieran lo más cómodo posible.

—Señorita Fields, quiero hablar en privado con usted— el hombre pasó la mirada por mis dos acompañantes—. Ahora.

Amelie apretó mi mano. — Bien, pero Rainer y Jackson se quedan conmigo— demandó —. Ellos lo saben todo.

—Muy bien, síganme— caminó hacia una puerta y nos hizo pasar primero

Entramos en la oficina personal de la señora Truman; la enfermera. Caminó por el lugar hasta pararse frente a la gran ventana con vista al jardín botánico y los invernaderos.

 —¿Cómo se le ha ocurrido llevar a cabo ese acto barbárico, señorita? —soltó sin mirarnos—. Pudo herir de más gravedad a sus compañeros con esa magia, sobre todo si aún no tiene control sobre ella.

—Los vampiros nos estaban atacando a todos, tenía que actuar rápido—la castaña se movió, incómoda, a mi lado—, pero si es verdad que no pensé que el hechizo sería tan fuerte.

Aún está choqueada por todo lo ocurrido hace menos de una hora, y durante todo este tiempo no ha dicho mucho; solo ha asentido o negado con la cabeza, apretando mi mano cada vez que se sentía mal o culpable. Necesitaba estar a solas con ella, que hablara para dejar salir todo lo que ha callado.

En el momento que salió del círculo, supe que debía ir tras ella; intenté resistirlo y confiar en sus palabras, pero la voz en mi cabeza gritaba su nombre con tanta fuerza que salí corriendo del círculo de forma impulsiva e ignorando los llamados de nuestros amigos. Al verla ahí parada; tan sombría y complacida por estar torturando a Brianda, comprendí que la magia negra la estaba consumiendo, se estaba apoderando de su mente.

—Lo entiendo, se me salió de las manos, pero logré mi cometido. Detuve el ataque— finalizó.

—Es verdad, director— habló Jackson —. Amelie nos salvó de una tragedia aún peor.

El hombre canoso se giró para vernos, se le notaba cansado. —Existen mejores formas de llevar a cabo las mismas acciones, señor West— pasó por nuestro lado—. Ya pueden retirarse, o si gustan quedarse a ayudar.

Jackson decidió quedarse mientras Amelie y yo salíamos de la enfermería. Los profesores corrían de un lado a otro, llevando a los vampiros a un lugar seguro para ver qué pasaría cuando resucitaran. Vimos al profesor Russell a lo lejos, estaba vigilando que nadie pasara a la zona del bufet; nadie más sabía lo ocurrido con Brianda.

Apresuré el paso llevando a la castaña conmigo hasta las escaleras y seguidamente a su habitación. Amelie se veía confundida y asustada, tratando de procesar lo que había pasado. Al llegar a su habitación, cerré la puerta detrás de nosotros, la chica se paró en medio de la habitación, temblaba ligeramente mientras pasaba las manos por su cabello.

—Ya estamos solos, preciosa— le dije—. Ya puede liberar todo lo que sientes dentro.

Amelie giró, mirándome directamente por lo que pareció el segundo más largo de mi vida, para después correr hacia mí, refugió su cabeza en el hueco de mi cuello, rodeándome el torso. La abracé con fuerza, apretándola contra mí lo más que fuera posible. Sollozó.

—Te juro que no quería dañar a nadie. No sé qué hice.

—Te creo, preciosa— le acaricié la espalda.

Dejé que mi novia llorara todo lo que quisiera.  Después de unos largos minutos, la tomé en brazos; llevándola conmigo hasta el sillón cerca de la ventana. La senté en mis piernas, sin dejar de abrazarla. Amelie aún tenía su cabeza escondida en mi cuello, su respiración cosquilleándome la piel, su brazo rodeando mi cuello, y sus lágrimas mojando mi camisa blanca. El corazón se me aceleró y las manos me hormiguearon.

¿Cómo es posible que aún me ponga nervioso con ella?, debo estar más enamorado de Amelie de lo que creía.

—¿Soy una mala persona?, ¿de verdad soy un monstruo?

—No eres ninguna de las dos. Nunca pienses lo contrario.

—Le hice daño, Rainer. Les hice daño a cada vampiro de esta escuela — levantó la cabeza para mirarme —. Y disfruté hacerlo; el daño que le causé a Brianda y romperles el cuello a los vampiros. Podría haberla matado de verdad, no solo de forma temporal. Podría haberlos matado a todos.

—Estoy seguro de que eso no habría pasado— coloqué un mechón de su cabello detrás de su oreja —. Sé que te habrías detenido.

Bajó la mirada. — Algo dentro de mi quería matarla— su voz se rompió —. No es la primera vez que pienso de esa forma.

La observé preocupado. Me acomodé mejor en sillón para prestarle mayor atención. —¿Cuándo has pensado de esta forma?, ¿Por qué no me lo habías dicho antes?

—El día que fuimos a Golden High con Cam y Janett, estuve a punto de matar a Lauren; tu antigua compañera— confesó haciendo una mueca—. También me pasaba con Josh cada vez que intentaba hacer algo o hablaba en contra ti—sorbió su nariz—, pero logré pelear contra los susurros y el impulso antes de hacerlo, pero hoy…no pude, fracasé.



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En el texto hay: demonios, licantropos, brujas

Editado: 31.12.2022

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