AARON💥
Caminé a paso apresurado por el bosque, como si toda mi existencia dependiera de ellos. Aun no puedo creerme lo que Calista Lockwood dijo, es que simplemente no es posible.
*15 minutos antes*
—Te estoy diciendo la verdad, Aaron.
—No, lo que estás diciendo es una locura— solté molesto.
Está médium ya se ha vuelto completamente loca.
—No oses a pesar que estoy loca, Aaron Steinfield— reclamó la mujer mayor con el ceño fruncido —, y sabes bien que yo nunca me equivoco.
Reí. —¿Acaso no escuchaste lo que dijiste, Calista?, es imposible que yo pueda procrear.
—Para un vampiro común si lo es, pero tu hace muchas décadas que dejaste de ser un vampiro común.
Sus palabras me hicieron pensar con más calma.
—Si yo fuera tú buscaría a la chica lo antes posible— comentó —, ella te necesitará en este momento, de la misma forma que tu la has necesitado a tu lado desde que la conociste.
Tengo que encontrarla, solo ella puede rectificar lo que Calista dijo, aunque no dudo de su palabra y don.
Llegué a una zona bastante conocida para mí, el sector donde se haya la cabaña de vacaciones de la familia Kenner, aquella que mis hermanos y yo ayudamos a construir a los abuelos de la chica a la que busco con desespero. Divisé la cabaña cerca de un lago, siempre recuerdo que dijo que este es su lugar favorito en todo el mundo, así que no dudo que se encuentre aquí.
Al llegar a las cercanías de la cabaña, hacia el pequeño muelle que habían construido, vi la silueta de una chica a las orillas del lago. Está observando hacia el otro lado del bosque, perdida en sus pensamientos. La ligera brisa le movía el cabello mientras se frotaba los brazos, abrazándose a sí misma.
Me acerqué con sigilo hasta quedar parado a un metro de ella. —Genevieve.
Mi voz la hizo dar un salto del susto, pero se resistió por unos segundos a darse la vuelta hasta que se resignó a mirarme.
—¿Qué haces aquí? — preguntó en voz baja.
—Estaba buscándote— como un loco, quise decir, pero no.
—No tengo ánimos de hablar en este momento— pasó las manos por su rostro.
—Entonces creo que tendrás que hacerte el ánimo, cariñito.
Los ojos se Genevieve cayeron en los míos, y podría jurar que el ámbar en sus ojos se ha vuelto más brilloso.
Di un paso hacia ella, pero ella se alejó.
—Gen, entiendo que aún no hemos hablado bien de todo, pero tienes que saber que nunca se me pasó por la cabeza hacerte daño.
Preferiría cortarme una mano antes de lastimar a un ser tan bello con Genevieve Kenner.
—Pero una amiga médium me ha dicho algo, y solo tú puedes decirme la verdad— bajó la mirada, evitando mis ojos—. Por favor, Gen, necesito que me digas la verdad.
La castaña apretó los labios y los puños con fuerza a sus costados. La conozco lo bastante bien como para saber que se está debatiendo internamente sobre lo que debe hacer.
Poco después de su cumpleaños descubrió quien soy realmente, y sé que no es fácil de digerirlo, pero la visión y palabras de Calista me pusieron en alerta. Si es verdad, no va a existir forma en la tierra que deje escapar o que lastimen a Genevieve. Sobre mi cadáver la tocarán.
Levantó la mirada con lagrimas en los ojos. —Perdón, lo siento tanto.
Las lágrimas cayeron por sus mejillas, lastimándome el pecho al verla así.
Me acerqué a ella, abrazándola —. Estás embarazada— susurré para mí mismo.
—Lo estoy— lloró rodeándome el torso con los brazos.
¡Por todos los Dioses!, ¡Un bebé!
Yo, un híbrido de más de mil años, de carácter bastante volátil e inestable, con una reputación que ha precedido durante siglos, y con historial familiar bastante despreciable y maniaco, había sido bendecido con un milagro; un bebé.
Durante siglos hemos creído que esto era algo imposible, que nuestra familia ya estaba condenada a la infelicidad, pero esta noticia, lo único que ha traído consigo es luz y esperanza a mi vida. Desde que Calista me hizo saber que Genevieve se encontraba en cinta, mi reacción natural fue negarme a esa posibilidad, pero en mi fuero interno le rogué a todos los Dioses que fuera real. Y ahora que Gen me lo ha confirmado más aún, siento que estoy a punto de volverme loco, eufórico, pero de buena manera.
—Yo... yo no sé qué más decirte— la castaña se separó un poco de mi —. Llevo días debatiéndome sobre que debía hacer, contarte o guardar el secreto, esconderme o enfrentar al mundo. Tengo miedo.
—Lo sé, cariñito, lo sé— sequé con cuidado las lagrimas de sus mejillas—, creo que en este momento yo tampoco sé que decir o hacer.
La sacerdotisa volvió a sollozar, escondiendo su rostro en mi pecho, y no dude en atraerla más hacia mi para darle confort. Solté un poco mi agarré en su cintura cuando recordé que dentro de ella esta nuestro bebé.
—Aaron, yo sé que…que un hijo jamás estuvo en tus planes.
—Es verdad, jamás lo estuvo, por razones obvias—acuné sus mejillas, levantándole el rostro—, pero eso no significa que no lo haya deseado— volví a limpiar sus lágrimas—. Mierda, Gen, llevas dentro de ti una fantasía que mi familia y yo pensamos que nunca sucedería.
Inconscientemente Gen dejó de abrazarme para llevar sus manos a su vientre plano.
—Genevieve Kenner, llevas a mi hijo dentro de ti.
La castaña siguió llorando, y me partía el corazón verla así.
Nos llevamos conociendo desde hace ya cinco años, y solo basto un encuentro para que rápidamente se volviera mi amiga; un ser de mi confianza que me hacía reír y sentir que estaba bien, a pesar de lo que mi mente gritaba.
Genevieve Kenner es una mujer de veintidós años completamente encantadora, con la habilidad de doblegarte a su voluntad si lo deseaba, además de un atractivo bastante llamativo; del tipo que no pasa desapercibido por nadie, además de su carácter fuerte, pero con dulzura y bondad a la vez. Es una sacerdotisa excepcional, su capacidad hablar con los ángeles la volvía más llamativa a los seres oscuros. Ella irradia luz por sí sola.