Lazos Perversos [libro 3]

4.- Los nuevos

HALLIE.

—Solo los vi de espaldas, pero ¡Dios!, estaban buenísimos— comento la castaña mientras suspiraban dramáticamente.

—No puede ser que nos traigas un chisme a medias, Val— soltó Sadie con indignación mientras apuntaba a Val con su lapicera —. ¿No sabes sus nombres, o de dónde vienen?

—Hey, mi don de FBI no es muy bueno a estas horas de la mañana— se defendió —. Pero te aseguro que pronto sabremos sus nombres y mucho sobre ellos, Appleby tiene oídos en las paredes.

Mientras mis amigas seguían hablando de quien sabe quiénes, yo estaba terminando a de anotar las últimas líneas de un trabajo, ayer no logre terminarlo por la extraña sensación que me invadió toda la noche, su presencia estaba cerca, pero aún no lograba saber a quién iba dirigida, que quien quería llevarse esta vez.

—¿Hallie, estas aquí?

Sacudí ligeramente mi cabeza. —Si, ¿Qué ocurre?

—¿Te sientes bien?, estas más ida de lo normal hoy.

Que puedo decir, Sadie y Val me conocen bien, ellas son las mejores amigas que tengo, y siempre han estado de mi lado, somos lo que muchos conocen como el “club de las raras”, constituido por Sadie Marshall, una pelinegra alérgica a todo lo habido y por haber en el mundo, Valeria Shaw, la castaña con un gran amor por el negro y la ropa extremadamente ancha, y yo, la rubia que aparenta tener esquizofrenia para que no sepan la verdad.

—No es nada, solo estoy más pensativa— y preocupada.

—¿Y qué es lo que piensa la enigmática cabeza de Hallie Branson?

Que mi familia no merece tener tantos problemas por mi culpa. Que la señora Hawks morirá dentro de poco. Que me avergüenzo de ser sobrenatural. Que quiero dormir y no volver a despertar.

—Que los enlaces iónicos definitivamente no son lo mío— era mentira, pero fue lo primero que se ocurrió.

—Oh, linda, no te preocupes, sabes que puedes preguntarme lo que sea— Val me sonrió desde el otro lado de la mesa.

Las puertas de la biblioteca se abrieron, y por esta entraron dos personas, una chica y un chico.

—Él es uno de los chicos que vi— susurro la castaña en nuestra dirección.

Ambos se abrieron paso por el lugar, caminando con la cabeza en alto y sin girar a ver a nadie mientras todos los presentes estaban atentos a sus movimientos. Cuando llegado al mostrador le tendieron una nota a la encargada de la biblioteca, esta rápidamente tecleo en su computadora y procedió a sacar diversos libros de una de gavetas detrás de ella.

—¿Y ella quién es? — preguntó Sadie en susurros.

—No lo sé, pero también estaba con ambos chicos en la oficina del decano— contesto Val de la misma forma —. El chico esta guapo, ¿no?

—Ambos lo están, pero sin duda le voy a la chica— Sadie mordió su labio.

Mi mirada estaba fija en ambos, algo de ellos me transmitía una extraña vibra, pero no sabía cómo interpretarla. Otra vez sentí su presencia, cada vez más cerca de mí.

Cuando tuvieron los libros en sus manos, ambos se giraron y caminaron hacia la salida, para ser dos alumnos, llevaban más libros de lo normal. Las miradas de todos estaban fijas en ambos, en su andar tan elegante y altivo, pero sin llegar a ser pretencioso. Cuando me digné a darles una mirada, vi que la chica guio sus ojos discretamente hacia mí, al ver que nuestros ojos se conectaron, esbozó una ligera sonrisa de lado y siguió su camino como si nada.

¿Qué rayos acaba de pasar?

—¡Dios!, esa tensión estuvo fuerte— exclamó Val.

—¿Cómo mierda dos personas logran poner el ambiente tan tenso sin decir nada?, estoy impresionada— le siguió Sadie.

Mi mirada estaba fija en la puerta. —Hay algo raro aquí.

—¿Qué dijiste, Hallie?

—Nada, ¿nos vamos a clase?

Sin decir más nos levantamos de la mesa para recoger nuestras cosas y caminar en dirección al salón.

Por los pasillos de la universidad se escuchaba el cuchichear de los estudiantes con respecto a los nuevos. Appleby no es lo que llamaríamos un pueblo muy turístico y tampoco es la gran cosa, por eso siempre que llegan personas aquí son la sensación del momento. “Escuché que rentaron la cabaña cercana al bosque”, “¿Bromeas!, esa cabaña cuesta una fortuna”, “Al parecer tienen mucho dinero”, “Oí que han viajado por todo el país”, “Dicen que los han expulsado de un internado por ser muy problemáticos”, “Mierda, están buenísimos”, eso y más cosas se escuchaban por todos lados.

Al llegar al salón, note qué todos parecían estar extrañamente cohibidos delante de la puerta, como su algo les estuviera impidiendo entrar.

—¿Qué rayos esta pasando? — preguntó Sadie en plural.

Unas luces de colores y unas sirenas comenzaron a resonar por todos lados, las puertas del salón se abrieron de par en par, dejando ver al director del departamento de ciencias junto a otros dos profesores, detrás de ellos había algunos paramédicos empujando rápidamente una camilla, en ella iba la maestra Hawks.

Estaba pasando, su muerte se acerca y no hay nada que hacer.

Todos nos arrinconamos contra las paredes para dejar pasar a los paramédicos y a la camilla. La señora Hawks estaba recibiendo oxigeno de una maquina mientras intentaban llevarla lo más rápido posible a la ambulancia. La mujer clavo sus desorbitados ojos en mí.

Lo lamento, señora Hawks.

Observe al igual que todos como la camilla era llevada con rapidez y desesperación por el pasillo hasta desaparecer por completo.

Todos estaban atónitos con lo que acababa de pasar, simplemente no se creían lo que habían visto. Sadie comenzó a hiperventilarse mientras Val intentaba calmarla, pero mi mirada estaba en otras personas, a lo lejos, desde el otro lado del pasillo estaban la chica y el chico de la biblioteca junto a otro chico más, los tres miraba hacia en la misma dirección que el resto de los estudiantes, pero su actitud era diferente a la del resto, estaba neutros, calculadores y tranquilos, parecían estar murmurando entre ellos para después desaparecer rápidamente entre los otros pasillos.



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En el texto hay: licantropos, banshee, brujas

Editado: 22.01.2024

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