RAINER.
—El consejo ha llegado al pueblo.
Solo bastó con que Aaron terminara la oración para sentir en mi piel como los dones de mi novia se disparaban.
—Es hora de que paguen de verdad— sentenció la castaña dando una patada hacia el suelo.
—No, sabes que ya hay sentencia para ellos, Fiera— habló Seb, acercándose a ella.
Lo miró. —¿Y cuando yo he seguido las reglas de los otros?, apenas seguía las de mis padres.
—Esto no es un juego, prima.
—Mis amenazas tampoco, sino pregúntales a muchos— sonrió.
—No harás nada, Amelie, y es la última palabra— sentenció Aaron —. Quieras o no, este asunto lo discutieron los Alfas de las mandas más influyentes, y te recuerdo que tu madre es la Alfa de una de ellas, y tu tío de otra. Solo debes acatar sus decisiones.
—¿Me dices que vaya en contra de mis ideas y genética familiar?, eso no suena muy Steinfield que digamos.
Aaron sonrió con poca gracia. —Muy graciosa, corazón.
Sin decir nada más, Amelie se giró para mirarme.
Una de las combinaciones más peligrosas que podía existir en los ojos de una mujer es la decisión, la rabia y el deseo de ver el mundo arder; y eso es exactamente lo que se ve en los de mi novia.
—Es hora de liberar todo lo que me he guardado estos dias.
Comenzó a caminar hacia el bosque, pero su caminata se vio interrumpida por su padre, que con su velocidad sobrenatural había se paró frente a ella para pararle.
Esto no va a terminar bien.
Pero veamos hasta donde es capaz de llegar, tal vez la hagan recapacitar.
—He dicho que no— le soltó el rubio —. Una vez que Andrew se calme, irán junto a Gen y Kate para enfrentarse con ellos, y darle el castigo elegido.
—Este castigo es una mierda, y lo sabes.
—Pero son sus leyes, sus reglas y sus decisiones, eso no nos concierne a nosotros.
—Dirás a ti— respondió Amelie—, le duela a quien le duela soy una Kenner, mi madre es una Alfa y la manada Crescendo es parte de mi legado. Así que tengo todo el derecho de intervenir.
—Hija, por favor, ¿de verdad crees que yo no quiero hacerle algo a esos imbéciles que se atrevieron a utilizar a mi hija como chantaje contra mi sobrino?, pues claro que quiero, que mejor recompensa que hacer trizas a las personas que dañan a los que quieres, pero no pienso causarle problemas ni a Gen ni Andrew.
—Lamento no poder decir lo mismo, pero no puedo quedarme con las ganas de hacer algo contra ellos.
Antes de la que castaña lograra hacerse aun lado para seguir con su camino, Aaron la agarró por los hombros, volviéndola a detener. La escuché gruñir.
—Obedece, Amelie Gabriela.
—No te ofendas, papá, pero pareciera que no me conoces— se me erizó la piel al escucharla hablar con este tono oscuro que lograba adquirir su voz al estar enojada.
—Porque te conozco es que te estoy deteniendo, estás por cometer un error.
Sonrió desafiante. — No me refiera a eso, papá— Amelie puso sus manos sobre los antebrazos de Aaron—, hablaba de esto. Corporis tardus.
El híbrido la miró sorprendido. Amelie se quitó del agarre de Aaron sin el menor problema.
Bueno, pudo haber sido peor. Tal vez si llegue a desistir.
—¡Por la Diosa Luna!, ¡¿acabas de congelar a tu padre? — exclamó Seb viéndola.
—No está congelado, solo se mueve con lentitud— explicó. Seb vio como los dedos Aaron se movían lentamente en un intento de cerrarse —. El hechizo se desvanecerá en cinco minutos, tiempo suficiente para encontrar a esos malditos y ver que se me ocurre hacer con cada uno de ellos.
—Estás mal, Fiera, ¿acaso no vez lo que hiciste con tal de hacer lo que quieres?
—Ahora tu también sales con eso, ¿Qué demonios esperas de mí, Seb? — lo miró —, bien conoces mis intenciones, no veo por qué te sorprende.
—Amelie, no estás razonando bien— se le acercó más—, querer hacer tu voluntad no es lo correcto.
—Según ustedes, pero no lo veo de la misma forma. Ya tuvimos esta conversación, Seb y de verdad que no quiero pelear contigo de nuevo.
—Yo tampoco quiero eso, de verdad, pero no puedo dejar que lo hagas— la castaña abrió la boca para reclamar —. Sí, entiendo, estás molesta, yo también lo estoy, y mucho, pero no puedo hacer lo que realmente quiero contra ellos porque los alfas ya tomaron una decisión.
—Una mierda de decisión— corrigió mi chica.
—Sea una mierda o no, debó respetarla, a pesar de mis instintos y deseos.
—¿Y qué hay de nuestra promesa? — le reclamó con fuerza —. “Si tú recibes un golpe, yo les daré el doble”, pues eso es exactamente lo que haré.
—Am, escúchame, entiendo lo que sientes, pero no voy a faltarle el respeto a el resto de las manadas— expresó el licántropo mientras la tomaba del brazo para retenerla—. Quiero vengarme tanto como tú en este momento, pero no debo pensar las cosas con la cabeza llena de rabia; no sabiendo que después de mis padres el líder seré yo, y tu...
—No somos iguales, Seb; eres un licántropo y yo una hereje, tu tienes toda una manada detrás de ti, yo no. Es casi imposible que la manada Crescendo quede a mi cargo, y todos lo sabemos.
—Pero sigues siendo la hija de una Alfa, y por ende tienes el respeto y protección de una poderosa manada. No puedes hacerles ver que rompiste sus reglas y leyes a tu antojo.
—Si tanto te preocupa mi bienestar, déjame hacer lo que realmente quiero— gruñó—. Asumiré la culpa de todo, pero no pienso quedarme aquí sabiendo que esos desgraciados están en el mismo lugar que yo.
—No lo harás— Mala elección de palabras, Seb.
Volvió a sonreír desafiante. — ¿Quieres apostar? — rápidamente se zafó de su agarre.
Amelie pasó por su lado, pero Seb volvió a detenerla; una llamada directa al diablo. Mi novia le agarró de la muñeca, quitándosela de su brazo para después doblarla con rapidez.