32.- Las piezas cayendo en su lugar

AMELIE

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro que puedes.

—¿Tu querías que fuera yo la que estuviera embarazada?

Esa pregunta me venía atormentando desde que Faith nos había dicho a mi y a las chicas sobre su visión. Pero quería escuchar la respuesta de la boca de Rainer, a pesar de saber cual es.

Nunca hemos tocado este tema, por qué cada vez que se abre la más pequeña posibilidad de esa conversación especifica buscaba cualquier excusa para evitarla, desde desviar el tema hasta destrozarle la cara a besos con tal de que se olvidará del tema. Pero ya es momento de dejar las cartas sobre la mesa, sobretodo ahora que no sabemos qué pasará en el futuro, o si es que tendremos uno.

—No es una idea que descartaría, pero aun somos muy jóvenes para hacernos cargo de un ser más pequeño, y posiblemente más poderoso y revoltoso que nosotros— sonrió.

—¿Y que me dices de en un par de años? — inquirí con la vista fija en sus ojos.

—Es lo que me gustaría — sonrió mientras estiraba su mano hacia mi mejilla, la tocó con las yemas —. Siempre he querido tener mi propia familia, y tenerla contigo es la mejor de las fantasías. Tendríamos un bebé tan encantador y único como su madre.

Sus palabras me hicieron sonreír, pero al mismo tiempo me apretaron el corazón y el estómago. Yo también he pensado en ese futuro, donde Rainer y yo tenemos nuestra propia familia, nuestros propios hijos, y esa imagen es hermosa, pero a la vez tan irreal.

La vista se me volvió borrosa por las lágrimas.

—Me gustaría poder cumplir tu sueño y el mío.

Rainer me miró preocupado. —¿Por qué vas a llorar, preciosa?

—Porque sé que no podré hacerlo— apreté los labios en un intento de controlarme.

—¿De que hablas?, ¿Por qué dices eso?

—Yo también he fantaseado con una familia junto a ti. Me imaginaba a un niño idéntico a ti, apenas habría heredado mis ojos, pero era hermoso en todo el sentido de la palabra— las lagrimas cayeron por mis mejillas—, y jugarías con él cada vez que pudieras, lo haríamos dormir juntos y cada vez que llorara, le cantarías canciones de cuna hasta que se calmara— sorbí—, pero cada vez que lo pienso o sueño con ello, tengo que recordarme que eso no pasará, que por mucho que así lo quiera, nunca lo tendré.

—Preciosa…— lo interrumpí.

—De verdad que quiero tener una familia contigo, Rainer, pero sé que no puedo dártela.

Secó mis lágrimas. —¿Por qué dices eso?

—Estoy manchada, prácticamente envenenada por dentro. Durante casi una década Eleonor me envenenó con magia negra y mis jueguitos con la oscuridad solo empeoraron la situación— me atreví a volver a mirarlo a los ojos —. ¿Nunca te has preguntado por que las demonios no pueden procrear?, porque no pueden mantener a ninguna criatura viva en sus sistemas por la oscuridad que tienen.

Hace dos años, cuando Delailah se presentó ante nosotros y nos reveló la verdad sobre nuestras respectivas existencias, tuve la audacia de preguntarle por nuestro futuro, ya que ella parecía saber más de el que nosotros mismos.

*Flash-back*

“—No entiendo que más quieres saber, Amelie Steinfield—dijo mientras no paraba de caminar a mi alrededor —, aunque, si dijeras las palabras correctas, tal vez obtengas las respuestas que quieres.

—No diré por favor, si es lo que buscas.

—No hablo de eso, niñita— apuntó a mi cabeza —, hablo de la pregunta que está rondando esa bella cabecita tuya.

Ugh, es una maldita arpía.

Suspiré. —Si estamos destinados, ¿Eso quiere decir que los Dioses, El Trono y El regente también buscan la creación de una nueva especie con nuestra descendencia?

La demonio rió. —De verdad que sigues siendo una niña ingenua— se detuvo frente a mi —. Usa la cabeza, ¿De verdad crees que vas a poder traer un bebé al mundo con toda esa oscuridad que tienes en el cuerpo? — sus palabras me golpearon —. Todo acto tiene su consecuencia, Amelie, y en cuanto aceptaste tu verdadera naturaleza, sacrificaste lo mismo que tu tía Zada hace siglos; la oportunidad de procrear una vida.”

—Por eso cada vez que mencionabas el tener una familia; tener hijos, yo solo evadía el tema hasta dejarlo en el olvido— las lagrimas volvieron a caer —. Lo siento tanto.

Rainer limpió mis mejillas con delicadeza para después besar cada surco que habían dejado mis lágrimas. Me hizo levantarme de mi lugar para sentarme sobre su regazo, mejor dicho, a horcajadas, pero esta vez es diferente, es más bien para poder mirarme de frente, y sin tener un contexto candente o sexual.

—No tendrías que habérmelo ocultado, preciosa— sus manos volvieron a acunar mi rostro —. No tenías por qué castigarte así.

—Yo solo…no sabía como decirlo— sollocé —. Siempre te veías tan feliz a hablar de ese futuro que, parte de mí, no quiso arruinar esa fantasía, no a ti.

—Amelie, entiende que mi mayor fantasía eres tú, y solo tú— acarició mis mejillas con sus pulgares —. Deberías haberme lo dicho, haberme contado tu pesar de no poder ser padres.

—Lo sé, pero estoy demasiado acostumbrada a ocultar mis problemas para proteger a los que amo.

—A mi no tienes que protegerme, preciosa. Ambos debemos cuidar del otro— me recordó haciendo que mirara sus ojos oscuros—. Puedo entender tu miedo de decírmelo, y que no quisieras romper esa fantasía, pero para mi lo más importante es saber que estamos bien los dos, y sin más secretos. Tal vez ser padres biológicos no está en nuestro destino, pero eso no quiere decir que no podamos ser padres dentro de unos años.

—¿Estarías dispuesto a adoptar?, ¿renunciarías a tu sueño?

—Por supuesto que sí, si tu así lo quieres. Fui criado por una madre y padre que no son biológicamente los míos, pero que me aman como si lo fuera, además de que no saben la verdad de que soy, y por ellos sé que el amor no va en la sangre—sonrió para después besar mi frente —. Eres la mujer de mi vida, Amelie, y solo veo un futuro contigo, ya sea con hijos, sin ellos, con nuestras familias o nosotros solos. Solo quiero que podamos ser felices con los que logremos tener y construir.