HALLIE
—Dime que me estás jugando la mayor broma del año— pedí con un deje de esperanza.
Jason negó con la cabeza. — Es verdad, oí a mamá hablar con ellas, llegan mañana, para el cumpleaños de Annie.
—Por los Dioses— susurré llevándome las manos a la cabeza.
Esto no puede estar pasando, no ahora. Escogieron el peor momento del mundo para aparecerse por estos lugares.
Sabía que el cumpleaños de Annie sería un factor de problema debido a la alta tensión que hay en el mundo sobrenatural en este momento, creí poder sobrellevar pasar todo el día con mi familia, pero saber que casi toda la familia materna vendrá me pone en las peores condiciones.
Los Reyes son los que aborrecen a los sobrenaturales, y en este momento Appleby está siendo una especie de foco para ellos, como también que mis dones se han estado descontrolando un poco debido a mis emociones y tensiones, y sin mencionar que antes de saber esta información había invitado a mi novio; un licántropo alfa, al cumpleaños de mi hermanita.
¡Maldita vida!
—Dioses que todo salga bien— rogué.
Apreté las manos a mis costados en un intento de controlar mis nervios, pero sin esperármelo una pequeña onda de choque salió de mi cuerpo impactando con uno de los floreros de mamá.
—Hallie, ¿Qué haces? — Jason rápidamente fue por la escoba y la pala a la cocina para limpiar lo que había hecho.
—No lo sé, llevo días intentando controlar mis ondas, pero no puedo— comenté recogiendo las flores de entre los pedazos de vidrio —. Mis nervios no me dejan controlarlas y simplemente salen.
—Pues más vale que te relajes, hermana porque si nuestra familia se da cuenta que eres una sobrenatural, no sé qué serán capaces de hacer.
Esa es otra cosa más a la lista de mis preocupaciones.
—Trataré de relajarme esta noche— finalicé y caminé a mi habitación.
Cerré la puerta con pestillo y me lancé en la cama de espaldas.
Últimamente han pasado muchas cosas en tan poco tiempo que me sorprende que la mayoría siga igual de cuerdo, al menos sé que yo en esa situación no lo estaría. Tres días han pasado desde que Seb vino a mi casa con los ojos tristes y el rostro cansado, tres días donde la chica de la bendecida por la oscuridad y el chico con dones del cielo y el infierno separaron sus caminos. Tres días donde el mundo sobrenatural se volvió un caos.
Y eso es solo lo que respecta al mundo sobrenatural, porque lo que respecta a mi vida, tampoco ha sido lo mejor durante estos días. A pesar de que la relación con mi familia ha ido bien, y que mi madre no tiene inconveniente de saber que Seb es mi novio —todo gracias a Amelie por haberla hechizado y Rainer hipnotizado—, pero lo que son mis dones han estado en un momento de crisis, o rebeldía, mejor dicho. Las ondas de choque salen sin aviso, la presencia de la muerte me ha estado rodeando de lejos, pero persiste y, por último, las constantes pesadillas de la muerte de todo el pueblo. Definitivamente no han sido los mejores días, y ahora resulta que los Reyes llegan mañana, la guinda de este pastel.
Cada vez que cierro los ojos la imagen de las calles llenas de sangre, los cuerpos tirados a diestra y siniestra, y el fuego invadiendo cada cosa a su paso se hacen más vividos y crueles.
Intenté meditar para relajarme, pero nada ha funcionado para mí. Bueno, hubo algo que logró mantenerme en una especie de trance donde mis dones y sentidos se concentraron en una sola cosa, pero no puedo estar teniendo sexo con Seb cada vez que sienta que voy a perder la cabeza.
—Aunque no creo que Seb se queje de ello— comenté entre pensamientos.
Las mejillas se me sonrojaron de solo recordar cómo es estar con Seb. ¡Dioses!, ese chico lobo me está volviendo una pervertida.
Quité todo tipo de pensamientos de mi cabeza y me dispuse a dormir. Me metí bajo las mantas y cerré los ojos.
** ** **
“—¿Hallie? — dijo una voz a lo lejos—, Hallie…rubita, por favor…despierta.
Me removí ligeramente al reconocer la voz de Seb, sentí su mano apretando la mía con fuerza. Entonces abrí los ojos, y deseé no haberlo hecho nunca.
—¿Seb?, ¿Qué…que pasó?...
—Lo hice— soltó débilmente—, te dije que nada…ni nadie te lastimaría mientras…yo estuviera aquí.
Me incorporé como pude y con toda la fuerza que logré reunir me arrastré hasta llegar a su lado, pasé las manos por sus mejillas, quitándole la tierra que había en ellas. Lo miré a los ojos.
—Tranquilo, todo estará bien — las lágrimas me nublaron los ojos —. No te atrevas a quedarte dormido, Sebastian Kenner, te lo prohíbo.
—Temo que…no lograré estar mucho más…despierto, nena.
—No —sollocé —, no me digas eso, amor.
Observé todo a nuestro alrededor. Fuego destruyendo todo, el olor a hierro en el aire, la sangre manchando calles y lo que quedaba de paredes, y lo más espeluznante, dos fuerzas muy poderosas aun enfrentándose, arrasando con todo a su paso.
La mano de Seb me rozó la mejilla. —Te amo…, Hallie Branson.
Cerró los ojos, su mano desplomándose hasta impactar contra el suelo.
—¡No, Seb!, ¡Reacciona!
Las lágrimas brotaron por mis ojos mientras acunaba el rostro pálido y ensangrentado de mi novio. Pase los ojos por su torso, donde un enorme rasguño sangrante en color rojo y negro se hallaba, la sangre seguía brotando de esta, agrandando aún más el charco de sangre que rodeaba al castaño.
—Yo también te amo, Sebastian Kenner.
Mis ojos ardieron con fuerza al no sentir ni siquiera el latir de su corazón ni nuestra conexión por el lazo.
—¡No me abandones, Seb!, ¡Por favor!, ¡No, mi amor, no!”
Abrí los ojos, incorporándome de golpe mientras me llevaba las manos al pecho, junto sobre mi corazón y las lágrimas caían por mis mejillas sin parar.