Le Dije Adiós A Las Citas Amorosas

Tres

Las pequeñas cosas con buena voluntad y de quien menos lo esperas llenan tu corazón de felicidad.

~D. Senzano.
 


 

ATESH ÖZDEMIR

Despierto al sentir agua siendo derramada sobre mi rostro y unas risas femeninas encantadas con lo que hacen, molestarme.

—Arriba Tarzan que debemos ir de compras por la selva de asfalto. —declara Athena quitando la sábana que está sobre mi cuerpo.

—Sabemos que estas despierto Tesh, tengo una olla llena de agua sino abres tus bonitos ojos... —dice con voz cantarina mi hermana menor.

Me levanto de la cama limpiando mi rostro con la sábana, apenas termino Athena me abraza como sino nos hubiésemos visto hace una semana en Londres, Gamze también se une a nuestro abrazo y beso las cabellera de ambas.

—No preguntaré como habéis entrado —comento mientras observo a ambas chicas con el cabello trenzado.

Athena comienza a reír de un momento a otro como si estuviese loca, bueno la verdad lo está.

Con la mirada le pregunto a mi hermana menor y está sonríe negando. 

—El guardia pensó que Athena es tu esposa y yo tu hija —hace un puchero fingiendo molesta— Y como sabes que está chica le sigue la corriente a cualquier persona, le dijo que sí, al final tuve que desmentir aquello gritando que soy demasiado hermosa para ser su hija y mis papás estarían locos para aprobar el incesto en su familia.

—Hundiste mi farsa —gruñe Thea a Gamze aún con una sonrisa llena de diversión— Tu vecina no me cae, la próxima que me mire mal no me hago responsable si termina en la unidad de cuidados intensivos.

—Y yo tampoco si terminas en la cárcel.

Pellizco su mejilla ganando un manotazo en mi mano que me causa risa, pues no me hace daño ni tampoco mueve mucho mi mano.

—Ve a bañarte y ponerte precioso mientras Thea y yo cambiamos las sábanas de tu cama.

Asiento ante la propuesta de Gamze y dejo a ambas chicas en mi habitación que se encargan de acomodar el desastre hecho por ellas mismas aunque esto no se compara con la tortura que tendré que vivir las próximas horas.

Prefiero a Athena en modo cosa de chicos y no cuando le ataca ese lado femenino de locura por comprar ropa, zapatos y maquillaje.

Mi ducha duro alrededor de una hora o quizá más, gane un par de regaños por mis hermanas como que ya se hacia tarde o que era peor que una mujer a la hora de alistarse, me causo gracia pero no más el hecho de que ellas aún así hayan elegido mi ropa para aquel día.

No me molestaba pero sabía que lo hacían por el hecho de querer tenerme contento y no me queje cuando estemos por siglos y siglos en una tienda conmigo como su asesor de imagen y cargador de bolsas.

Fantástico.

Ya en el centro comercial lo primero que hicimos fue ir por un desayuno saludable; tostadas, ensalada de frutas con helado, café y jugó de manzana nuestro favorito.

—Mamá dice que para el próximo fin de semana vayas a casa —murmuro Athena llevando a su boca una cucharada de helado de chocolate.

—No puedo, tengo...

—¡Mentira! —gritaron ambas chicas al mismo tiempo llamando la atención de varias personas que estaban en aquel lugar también desayunando.

—Iré al baño, espero que cuando vuelva hayan terminado de comer.

Limpie mis labios con la servilleta y sali de la cafetería, bajo la atenta mirada de algunas personas curiosas sumada las de mis hermanas. Las amaba mucho pero a veces no solía aguantar cuando se ponían en modo insoportable pidiendo que vuelva a casa por lo menos de visita algo que no había hecho estos últimos meses. Eran ellos los que venían aquí, yo no volví a pisar Estambul, Turquía desde que llegue al lugar el cual resido. No quería pisar suelo turco por dos razones una era Tugce y otra era el miedo a caer de nuevo en du encanto si me la encontraba en algún lugar.

Entre al baño de hombres hice mis necesidades y antes de salir lave mis manos.

Caminó a la cafetería me detuve en una libreria con un banner promocionando un libro que Gamze estaba loca por conseguir y esperaba que no lo haya hecho, entre al lugar pregunté en que sección estaba aquel libro y una de las dependientas amablemente me indicó.

Estaba por tomar el libro cuando una mano se interpuso delante de la mía y luego la volvió a bajar. Observe a la chica que estaba parada a mi lado era la misma que vi en la cafeteria la vez pasada y sonreí amable, causando que sus mejillas adquieran un pequeño rubor.

—Primero las damas —la instó a alzar el libro con un ademán.

—Gracias —una imperceptible sonrisa se asoma en sus labios ya teniendo el libro en manos.

—No es nada —alzó yo el otro libro y suspiró rodando los ojos al ver un poco de la descripción.

Cuando quise comentar algo para tener una conversación con la chica de la cafetería, está había desaparecido.

Fui un lento.

El celular en mis bolsillo vibra y después una risas escandalosas se escuchan en el lugar luego un grito de advertencia, Athena, sólo ella puede gritar sin importar si llama la atención de medio mundo.

Mis papás debieron haberla tumbado de pequeña sin embargo soy consciente de que no, que sólo es así por que quiere, puede y nadie se lo va impedir.

Palabras de ella, no mías.

—¡Aquí estas! —chilla Gamze e intenta rodear mi cuerpo con sus brazos— Sabía que comprarías mi libro favorito, ahora menos gasto para mi.

Sonríe como la niña que es, quita el libro de mis manos y lo abraza.

—Ahora que estas aquí debes pagarlo, se supone que sería una sorpresa. —comento encogiendome de hombros buscando con la mirada a la morena.

—Prometo hacer como que no se y cuando me lo des fingo sorpresa ¿sí?.

Hace un puchero tratándo de verse tierna y ni aun así logra llamar mi atención cuando mi mirada recae en aquello que estaba buscando. Se encuentra en caja pagando los libros pero baja la mirada y suspira con tristeza guardando su tarjeta en su carrera de mano.




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