Le Dije Adiós A Las Citas Amorosas

Diez

Siento mucho no traer la maratón que prometí, sin embargo será para la próxima, he estado con exámenes de la U. Sorry. :(
 

Disfruten el capítulo.💕
 


 



 


ATESH ÖZDEMIR

Tocar el piano y dejarme llevar por la melodía que emitía al tocar cada nota me hacia sentir en calma, me hacia sentir en casa.

Tocar el piano era una de mis cosas favoritas que hace mucho había dejado de hacer por razones que en ese entonces creí que valían la pena, pasar más tiempo con la persona que fue mi novia, disfrutar cada segundo con ella dejando de lado clases y seminarios que me servirían para mejorar mi destreza en el piano.

La melodía inundaba mi apartamento y estoy seguro que algunos de mis vecinos también oían la melodía melancólica pero optimista. Depende en que momento y desde que punto de vista disfrutabas la canción.

River flows in you de Yurima.

Era un tema que aprendí a pedido de Gamze, mi pequeña hermana solía ser rara en algunas ocasiones pero no la juzgaba, todos en algún punto nos sentimos raros y creo que es normal. Sentir que no encajamos nos hace vulnerables y buscamos afecto donde menos debemos, una relación que sabemos que no durará hasta un matrimonio, una amistad que parece la mejor que tuviste en años pero resulta que son amigos por conveniencia tú le prestas las tareas y él o ella te da atención, cuando es tan satisfechos no saben como continuar con esa amistad.

No digo que todos sean así, a veces suelen resultar bien estas amistades y noviazgos.

¿Qué a donde quiero llegar, no se?

Lo que sé, es que no quiero pensar en la foto que llegó a mi celular una hora después de haberme despedido de Mical y mi nueva abuela.

No podía ser que los momentos lindos durarán tan poco.

Dice que cuando piensas en algo lo atraes ¿cierto?.

Cierto.

La cena con Mical había sido de maravilla, nuestra conversación fue fluida logramos hablar de diferentes temas muy parte de lo que haría cuando este en el hospital por su año de práctica, hasta que apareció ella.

Tugce Cagiran.

Ella se convertiría en una pesadilla y lo estaba logrando durante los últimos días, desde esa noche donde me dijo puras tonterías que ya no hacían efecto en mi.

¿Amarme ella a mi? ¡Por favor! 
Se lo creería más a Mical si me lo dice ya sea en broma o jugando, esa mujer me tiene a sus pies después de aquel tierno beso que no pasó a más por la interrupción de mi nueva abuela.

¿Ya se los dije, cierto? Estoy estrenando abuela.

El sonido de aplausos y el insistente golpeteo en mi puerta me vuelve a la realidad donde veo el reloj que descansa sobre el piano que marca las 6:30 de la mañana en punto. Al parecer ya iba un poco tarde en cuanto a mi aseo personal para luego ir a la Universidad, sin embargo llegar tarde una vez no me hace daño.

Abro la puerta encontrando al otro lado a un hombre y una mujer, el primero se ve aún adormilado por la cara de sueño que trae, la segunda tiene una sonrisa de oreja a oreja que me desconcierta un poco.

—¿Tu tocabas el piano? ¿Verdad? —pregunta entusiasmada.

—Sí, lamentó si los moleste con la música.

—Para nada, la verdad  creo que a todos o casi la mayoría nos regalaste un bonito despertar con aquella melodía.

—Gracias.

—Yo bueno... Este...

—Mi futura esposa quiere saber si puedes tocar el piano el día de nuestra boda —responde el hombre que hasta ahora se digna hablar y parece menos adormilado que hace unos minutos.

—Hace mucho que no toco el instrumento y esa fue la última melodía que aprendí hace un largo tiempo —comenté rescando mi nuca.

—Por favor, sólo sera para el vals en la recepción —pide la chica juntando sus manos como si fuese a rezar— Puedes venir con alguien más si gustas. Sólo tocaras el vals para nostros y ya.

—¿Cuándo es su boda?

Por mucho que intente llegar temprano a clase contra todo pronóstico, no pude y estaba seguro que el docente no me dejaría entrar al salón por lo mismo iba camino a la cafetería para desayunar ya que no lo hice en casa luego de hablar con mis vecinos pronto a casarse.

La cafetería estaba casi vacia y quien suponía estaba en clase he iba pedir prestado sus apuntes, estaba sentado en una de las mesas junto a una chica, coqueteando alegremente sin preocuparse. Ayrton, a veces me preguntaba como llegue a ser su amigo cuando puse un pie en esta Universidad, sin embargo ahora que lo recuerdo fue por que me pareció lo que necesitaba, locura, diversión, noches seguras con alguna chica a mi lado y una botella de alcohol.

Gran sorpresa me lleve cuando en vez de llevarme a un bar me llevo donde su tía y un grupo de jóvenes entre los 18 y 25 años de edad, me sentía un poco viejo al lado de todos ellos ya que en su mayoría no pasaban de los 21, aparte tenía el cabello recogido en un moño y barba de unos buenos días.

Me sorprendí más al ver estos chicos y chicas rebosantes de alegría diciendo lo mucho que disfrutan de una vida soltera, el poder servir, ayudar en su comunidad y sobre todo el hecho de explorar y conquistar el mundo. Muchos de ellos ya habían tenido pareja y no les había ido bien, otros nunca la tuvieron pero se sentían cómodos como estaban, aunque muchas veces querían experimentar darse la oportunidad con alguien no lo hacia  por que a futuro no se veían teniendo algo más serio con ese chico o chica.

Su madurez en lo emocional me hizo sentir como un idiota, ellos eran menores que mi, ya habían dejado de lamentarse por ese amor y estaban esperando pacientes en que Dios tendría a alguien preparado para ellos. Mi abuela Helga también me dijo lo mismo, que esperará, que aún no era  tiempo, que debía estar seguro que era ella con quien quería pasar el resto de mis días. Y como todo rebelde no hice caso, hice oidos sordos a sus consejos, me tropecé y caí dándome duro en el corazón.




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