Le Dije Adiós A Las Citas Amorosas

Diecisiete

GRACIELA ETHRIDGE

El viejo doctor que me atendía  no era tan sexy, musculoso y divertido como ver a Atesh y molestar a mi nieta cuando estos interactúan, sumado a las picardías que yo decía sólo por ver como se incomodaban era mi pan de cada día.

Ahora estaba en esta camilla escuchando al anciano cardiólogo diciendo cosas como: "Debe cuidarse", "No coma esto, no coma el otro". 
¿Acaso tengo cara de conejo para comer pura verduras? Pues no. 

—¿Me está escuchando señora Ethridge? —pregunta el doctor alzando una ceja en mi dirección. 

—Sí, quiere que me alimente como si fuese un conejo. Ajá. 

—Alguna ves usted fue... más... 
 

—¿Seria? ¿Centrada? ¿Con cara de sapo estreñido? —lleve una mano a mi mentón mientras hacia esas preguntas y fingia que estaba pensando— Si, quiere saber como tiene la cara un sapo estreñido ni yo lo sé, pero si hubo un tiempo en que tenía que guardar la compostura y cosas así, ahora todos tenemos libertad de expresión y yo me expresó como puedo, donde puedo y a la hora que quiero. 
 

El doctor me mira negando ocultando una sonrisa que quiere asomarse pero ganas más su cara llena de seriedad, me comenta algunas cosas más sobre mi estado y como sospechaba no es nada bueno. 
 

Pero tampoco era algo que no se podía controlar, así que con el dolor de mi alma debería dejar ciertos alimentos y sustituir otros, me alegraba que Mical no este escuchando esto por que estoy segura que pensará dejar la Universidad para atenderme como es debido y yo no lo permitiré. Por lo mismo al doctor le pedí confidencialidad con el asunto y sólo lo menciones con Atesh. 
 

Ese chico o mejor dicho ese hombre, era más de lo que pedí para mi nieta aunque tenga una hija y una ex novia loca, todas las noches rezaba de rodillas por que llegue alguien a la vida de mi nieta para que las sostenga  cuando yo dejase de existir en este mundo y no sólo por eso, mas por el hecho que la quiero saber que alguien le estará acompañado en cada paso que de ya sea como novia del muchacho o sólo amigos. 
 

Mi intento por dormir se ve interrumpido por las risas de una chica que entra junto a mi nieta que tiene la cara colorada, como siempre que escucha algún alago pasado de tono o cuando está muy enojada, la risa de la muchacha pelirroja a su lado me saca una sonrisa en medio de este horrendo hospital. 
 

Cuando deja de reír la pelirroja que reconozco por las miles de novelas turcas que me he visto sólo por "la trama", ustedes saben de que trama hablo ¿no? 
 

Y sino de todas maneras se los explicó, me refiero a chicos sexys que alborotan las hormonas, se te hace agua la boca y quieres entrar a la novela para quedarte con el. 
 

—Hola me presento... 

—Ya se quien eres muchacha —la corto abriendo mis brazos, ella no duda un segundo y me abraza— ¿Dime trajiste algún modelo turco contigo? Por que en las novelas que te he visto déjame decirte que tienes muchos chicos buenos en tu lista.

Ella se separa un poco de mi para darme su mejor mirada seria pero luego ríe a carcajadas y comienza a contarme sobre ellos hasta hacemos una vídeollamada donde conozco a uno de los tantos chicos lindos que tengo en mi lista de actores más guapos de Turquía.

 

***
 

Apenas pongo un pie en casa me siento rejuvenecida, el hospital me quita años de vida y la nueva yo que aparecio después de ciertos golpes de la vida, comenzado por la muerte de mi esposo cuando éramos jóvenes. El era un hombre guapísimo, de ojos color marrón, el cabello negro sedoso era mi hombre de hierro que después de su trabajo como oficinista hacia de bombero voluntario los fines de semana y en un de esas noches lo perdí.

Y yo me apagué un poco más, teniendo que encargarme de dos niños, buscar un trabajo, deje de ser la chica sonriente y me convertí en una mujer podríamos decir que aburrida y enojada con la vida, odiaba a todo y todos.

Años más tarde mi hijo mayor murió siendo parte de una accidente de tránsito múltiple, sus últimas en el hospital fueron, "Mamá promete volver a ser la mujer sonriente y media loca antes de que papá se fuera, por favor".

Por mucho que lo intente no podía, su  muerte de el me dolía y mi enojo contra la vida era tanto que aleje a mi única hija, mi único tesoro que me quedaba en esta tierra. Cuando me do cuenta de lo mal que estaba y sólo perdía tiempo en mi amargada vida la busque y la encontré con una bebé en brazos, casada y siendo feliz.

Compartí unos años con ella, su esposo y una niña, que a sus once años perdió tanto a su padre como su madre, aún cuesta aceptar las pérdidas, sin embargo ese día fue como una inyección para ser una  pilar para Mical, mi nieta adorada.

Ahí volví a ser esa chica risueña, divertida y ya no media loca, esta vez estaba completamente una payasa.

Aunque no contaba con mi figura sensual, seguía siendo hermosa.

—Tierra llamando a la viejita más bonita de esta casa.

—Sólo por me dijiste bonita dejo pasar lo de viejita ¿Eh, niña? —reclamo a Athena que sonríe divertida mientras continúa sasonando unos vegetales— ¿Por qué mejor no cocinas algo que no tenga vegetales?

—Por que si quieres ver a tus bisniestos debes comer saludable, además amaras mi comida me queda exquisita.

La cena de verdad que fue deliciosa a pesar de lo verde que se veía la comida, Athena cocinaba exquisito, tanto que pedí otra ración de la comida que preparo. Durante la cena mi nieta junto a los otros dos me dijeron sobre la posiblidad de viajar a Turquía la cual acepte sin pensarlo, lo único que me pidieron era mejorar mi salud, cosa que cumpliría con gusto.

Los siguientes días pasaron sin mucha novedad aunque para Mical no paso desapercibido mi aprecio o proceso de amor la comida saludable.

Y como no iba a amar esa comida si los hermanos Özdemir hacían magia con cada comida que preparaban, estaba pensando muy seriamente en conseguirme un turco que cocine bien y casarme con él.




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