Le Dije Adiós A Las Citas Amorosas

Dieciocho

¡Estoy de vuelta!
Siento mucho haberme ido por un mes, no estaba planeado -.-'

Hace casi dos semanas inicié un nuevo semestre en la universidad, o sea apenas termino el uno llegó el otro y yo ni pude respirar. En mis mini vacaciones aproveche para ir a visitar a mi abuela que vive en otra ciudad, fue un lindo tiempo con mi familia materna.

Además anteriormente en Instagram había comentado que este capítulo lo perdí, se me borro cuando lo tenía a la mitad, así que tuve que comenzar de nuevo y heme aquí.

Espero que lo disfruten.

Besitos con sabor a chocolate.🍫😘

 


ATESH ÖZDEMIR

Nuestra estadía en casa de las mujeres Ethridge era de maravilla si dejábamos de lado las insinuaciones de mi hermana y abuela, teníamos un ambiente armonioso.

Mi relación con Mical había mejorado un montón en este par de días además es lindo ver cuando está en pijamas o cuando anda tan ligera que olvida arreglarse el cabello dejándolo suelto, más me gusta cuando sus mejillas se adquieren un tono rosáceo por mi intensa mirada, es que es inevitable no mirarla cada que puedo más ahora que vivimos en la misma casa.

Aunque yo tampoco me salvo de su escrutinio, más cuando no traigo una camisa cubriendo mi torso que es muy halagado por la abuela y mi hermana que cada que pasó a su lado me vende como carne fresca frente a Mical haciendo que mis mejillas también adquieran ese color rosáceo.

Esta semana salimos de vacaciones por un lapso de tres semanas para luego volver a la vida estresante de estudiante de medicina, donde muchas veces me pregunto qué hago estudiando medicina si puedo estar sentado en la silla presidencial de la empresa de mi padre sin embargo cada que abro mi computadora y veo el fondo de pantalla mis ganas de dejar todo botado desaparecen, por ella es quien decidí ser doctor especializado en Cardiología y por ella voy a continuar.

Mi teléfono volvió a irrumpir por tercera vez en medio del almuerzo y la plática que sostenía con Mical sobre ciertos alimentos en la dieta de una paciente con Hepatitis.

—¿No piensas contestar? —pregunto dejando de lado su plato de comida— Debe ser algo importante para que te insistan tanto, si quieres me puedo retirar.

Ofreció Mical y yo negué moviendo la cabeza, también dejando mi plato de lado, pase mis manos por mi rostro entre angustiado y buscando la manera de decirle a la mujer frente a mi que debo estar en Turquía lo mas pronto posible.

El mismo día que nos habíamos mudado por idea de mi hermana Athena a la casa de la abuela recibí una llamada de Alev diciendo que ya tenía casi todo en orden sólo necesitaban mi presencia para firmar unos papeles y reunirme una vez más con la parte demanda antes de de llegar a los extremos de un juzgado.

Era demasiado benevolente, mis compañeros de vientre eran los que más renegaban contra esa parte mía que aunque intentaba muchas veces cambiarla y ser más duro, me era difícil, aunque a decir verdad era malo con quienes debía ser bueno y bueno con quienes no. Sin embargo estaba dándole una oportunidad ma a a quien no debía, Tugce, quería hablar con ella una vez más, que quedemos bien ambos y no se armase un escándalo dejando mal a ella.

Conocía la sociedad Turca y lo dura que podía ser en cuanto a una mujer se tratase, en si todas las sociedades en el mundo siempre han tachado durante los siglos algunos comportamiento de las mujeres y aún sabiendo el transfondo del por qué, su opinión no cambiaba.

—No es nada, sólo Alev queriendo molestar —mentí, silencie el teléfono y lo guarde en mi mochila bajo su escrutinio.

—Esta bien —su voz dudosa me hizo saber que no creyó lo que le dije, dejamos nuestro almuerzo a medio terminar y salimos del restaurante pequeño pero acogedor cerca de la Universidad.

Agarre su mano entre la mía para infundir un poco más de confianza si es que podía, después de mi gran evasiva hace unos momentos estoy seguro que no indagara haciendome preguntas si no que  se armara alguna historia en su cabeza que de alguna manera espero no sea tan descabellada como cuando Athena saca conclusiones.

—Cuando lleguemos a casa...

—Cuando lleguemos sólo quiero dormir y dejar de pensar por las siguientes horas Atesh.

Asenti ante su pedido guardando silencio en nuestro camino al auto y por consiguiente hasta dejar la en casa mientras yo volvía a la universidad para hacer unos arreglos.

***
 

 

—Atesh, porfavor.

—Sólo escuchame, no tomará mucho tiempo —pedí, roge mientras la seguía camino a la cocina de la casa.

—Te di mucho tiempo, ¿Por qué esperaste  hasta ahora? —pregunto sin mirarme mientras buscaba algo en la la alacena.

—Por que estaba pensando la mejor manera de decirte lo que te voy de decir —comenté parandome a su lado.

—¿De verdad? —pregunta con un deje de ironía en su voz— Espere que pudieras contarme el mismo día que llegaste a mi casa a vivir, escuche parte de tu conversación con tu hermano.

Su declaración me tomo por sorpresa lo suficiente  para ponerme a pensar en que momento hable en inglés sin embargo nunca lo hice, así que decido respirar un poco y que se baje mi molestia que estaba queriendo convertirse en enojo.

—¿Qué escuchaste? —pregunte cauteloso  tratando  de sonar normal,  tome una pera del frutero de la cocina para comenzar a comer y distraer mi cabeza un poco.

—Sólo escuche que gruñiste el nombre de Alev y grabe parte de la conversación que tuviste con el en turco —las últimas palabras fueron casi susurradas y la pera que estaba comiendo pasando por mi garganta decidió quedarse atorada.

Comencé a toser llamando la atención de Mical que dejó las verduras que estaba cortando para ayudarme con mi repentino ahogamiento. Segundos después logró escupir aquello que me estaba  molestando, bebí el vaso de agua que mi novia me entrego con mucho cuidado ya que me dolía la garganta.




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