Todo había cambiado desde el combate.
Cuando dejé la última vez a Claudia en urgencias las cosas se pusieron más oscuras para ella, por lo que me informaron los médicos la estuvieron sedando todo este tiempo con calmantes por el dolor en el abdomen tras Beth apuñalarla en un lugar delicado de su estómago y después de eso no supe nada más de ella aunque habían veces que sí me preocupaba por saber acerca de su salud aunque eso se fue complicando ya que el superior Eric ordenó mantener a Claudia fuera de visitas.
Por otra parte, para mí, las cosas se pusieron más fáciles y también más difíciles, por la parte buena y fácil es que haberlo "dejado" con Claudia no me resultó tan difícil soportar su ausencia como siempre me había imaginado, no es que estuviera enamorado ni nada por el estilo, solo que ella había sido parte de mi vida durante unos largos años y ya sabes lo que dicen, a nadie le gusta salir de su zona de confort y ahora que se había ido, había sentido de todo menos su ausencia. Ahora hablemos de la parte mala y difícil. Dos semanas fueron las que Beth había estado en un coma sin tener respuestas claras, no podía negarlo, me sentaba cada noche en mi cama mirando desde arriba su cama, vacía, llena de oscuridad, sentía cada día más los escalofríos recorrer mi cuerpo cada vez que se me pasaba la fugaz idea de perderla y aunque entrenaba duro para alejar todo tipo de pensamientos acerca de ella, resultaba difícil mantener la mente en calma cuando escuchaba a los chicos hablar de ello en cada comida que teníamos juntos. Y aunque después de casi cumplirse dos semanas de estar en un coma la enfermera me comentó que había despertado, estaban aún preocupados por la cantidad de sangre que había perdido. Al parecer le donaron dos litros de sangre para que su organismo pudiera volver a la normalidad. Cuando despertó lo primero que quise hacer es ir a ver cómo estaba pero por culpa de los médicos no pude hacerlo. Al quedar tan solo cinco días para irnos de misión mi mente estuvo bastante ocupada, empezando por las mil vueltas y repasos que le dimos al plan ya que Juan decía que por culpa de no repasar el plan habíamos perdido a Jack y como a los demás nos jodía aquello volvíamos a dejar que Juan nos explique el plan una y otra vez y la posición de cada uno, en el plan A, B y C que tenía desde hace un mes.
Ahora mismo estaba tumbado sobre mi cama observando la ventana mientras hacía un breve viaje astral relatando mi vida. Según mi mente hoy Beth por fin saldría de emergencias tres días antes de irnos de misión. Así que simplemente haría como si nada, como si en estos últimos días mi mente no me hubiera torturado día y noche por saber cómo está. Sí, yo también estaba pensando lo mismo, tendré un problema mental por pensar tanto en una chica. Ahora he decidido mirar el reloj como un desesperado ¿qué me pasa? no lo sé, pero lo que sí sé, es que mi cabeza solamente me repetía una cosa: ¿A qué hora vendrá? la respuesta a mi pregunta era no lo sé. Mientras seguía en mi viaje astral, no tardé en sentir aquello que tanto odiaba, el pulso se me aceleraba y sentía pequeños calambres provenientes desde el estómago y que terminaban en las palmas de mis manos. La puerta se podía abrir en cualquier momento así que estuve esperando tumbado. Al girarme para observar la cama de Beth, vi el vestido sobre la cama que le habían traído para la misión, estaba protegido bajo una funda negra que ocultaba todo detalle sobre el, y aunque la intriga me mataba por saber cómo era decidí hacerme una auto sorpresa al vérselo puesto a Beth el día de la misión. Lo que no pude pasar por alto fue la notita que le dejaron colgando de la funda.
"Un gran vestido para una gran futura criminal. Buen combate Elisabeth Stuart, lo que necesites estoy aquí. Att: S. Eric."
Casi por un momento estuve a punto de arrancar la nota pero me di cuenta que no era de mi incumbencia hacer eso, así que lo dejé allí al igual que el vestido.
Al esperar por treinta minutos más mirando por aquella ventana el sol y el cielo despejado a plena tarde, oí la puerta abrirse y al rato cerrarse, me senté sobre mi cama de un golpe para ver quién era, entonces volví a sentir los calambres.
—Hola. —la voz inocente de Beth me dejó sin palabras al verla esperar junto a la puerta mientras me observaba. Mi pulso se aceleró. Me bajé de mi cama de un salto y me quedé quieto atónito al verla de pie en frente de mí a varios metros.
—Hola. —respondí en un tono de voz bajo. Ella sonrió, cómo no, si sonrió a punto de morirse ¿cómo no iba a sonreír ahora?
Entonces di un paso al frente viéndola concentrarse en mis ojos. Su melena ondulada caía mientras la chaqueta larga y los vaqueros azules la hacían más bonita de lo que ya era. Observé cómo dirigía una mirada al vestido de encima de su cama.
—Es de parte de la base. —Su mirada se dirigió a la mía, perecía feliz y triste.
—Entiendo. —Volvió a sonreír mientras soltaba aire por la nariz.
—¿Qué tal estás?
—Se supone que han hecho lo imposible para que esté aquí en frente tuya, mi recuperación se resumiría a un mes, pero al parecer les hizo falta solo un par de semanas para hacer que me despertara de un coma, y ahora te pregunto ¿cómo crees que estoy? —Su voz provocadora e intensa me ponía bastante, ya no parecía ser la de antes, algo había cambiado en ella. —Estoy con calmantes la mayor parte del tiempo para que mis heridas no me maten de dolor, todo me da vueltas y muy pocas veces pienso con claridad, así es como me siento. —Aquello me dejó un poco atónito.
—Ojalá pudiera recompensarte después de todo lo que has tenido que pasar por mi culpa. —Confesé al estar a varios centímetros de ella.
—¿Sabes una cosa? El superior Eric me ha confirmado que después de la misión tendré una conferencia con mi padre. —Su tono de voz era calmado y aparentemente alegre. Por un segundo apreté el puño, algo me decía que el superior Eric se estaba aprovechando de la inocencia de Elisabeth.