Me senté en la cama para poder procesar toda la información que me había contado Leo.
—¿Entonces todo este tiempo el verdadero traidor fue Jack? —Pregunté al no poder imaginarme cómo debía sentirse Juan al respecto.
—Bueno... teóricamente el traidor es Ryan ya que él fue quien al final se fugó y el que ha creado toda esta situación, pero si debemos tomar en cuenta todas las pruebas que nos han proporcionado, el inicio de todo esto ha comenzado por Jack. —Aclaró cruzándose de brazos.
—¿Y cómo se lo ha tomado Juan? ¿Está bien?
—Bueno... sobre eso no hemos hablado. —Arqueé las cejas, por alguna razón no me sorprendía. —Leo, él fue como un hermano para Juan y ¿de verdad crees que no le ha afectado emocionalmente todo esto? —Resopló como si no tuviese idea.
—Elisabeth somos criminales, no sentimos absolutamente nada, estamos entrenados para eso y no creo que Juan vaya a dejar que sus sentimientos se interpongan con todo lo que está sucediendo. —Aquello me molestó más de lo que quise demostrar.
—¿Con que no sentís nada no? —Hice hincapié.
—Elisabeth.
—Leo. —Le corté. —Deberíais mostrar más interés por él, puede sentirse extremadamente mal al saber que a quien consideraba como a un hermano estaba dispuesto a darle la espalda de esta manera. —Resopló en desacuerdo conmigo.
—Vale, le daré sesiones de terapia cuando nos fuguemos de aquí pero hasta entonces debe ser fuerte. —Puse los ojos en blanco.
—¿Bien, entonces ahora mismo Juan y los demás están haciendo el plan?
Asintió.
—Pues será mejor que nos vayamos, seguramente con todo lo que tenemos y sabemos les ayudará para completar el plan. —Dije levantándome de la cama.
Antes de poder marcharnos noté como la mano de Leo agarraba la mía atrayéndome hacia él.
—Elisabeth... —Susurró. —No quiero que tomes en cuenta lo que te he dicho antes. —Me mordí los labios.
—No sé de que me hablas. —Me hice la tonta separándome de él, pero sus manos no me dejaron escapar tan fácilmente atrayéndome contra su cuerpo mirándonos a los ojos.
—Hablo en serio... es importante que sepas que ese Leo despiadado y sin sentimientos no existe contigo. —Susurró a centímetros de mis labios sintiendo su aliento mientras cerraba los ojos seguramente incómodo por expresar lo que siente.
Llevé una de mis manos detrás de su nuca acariciándolo.
—Te creo. —Entonces ambos sonreímos.
Sus labios se fueron acercando poco a poco a los míos y cuando estaba a punto de deleitarme al sentir su boca junto a la mía, la puerta se abrió de golpe escuchando la voz de la última persona que me esperaba, estropeando todo el momento. Leo bajó su cabeza apartando sus labios de los pocos centímetros que nos separaban y entonces vi su mirada tornarse a oscura, estaba cabreado.
—¡Uououo! ¿Por qué no me extraña vuestra posición? —No pude evitar asustarme al escuchar a Alexis entrar por la puerta de golpe. Miré a Leo que no se había inmutado mientras le observaba fijamente.
—¿Te ha dicho Juan que quería meterte una patada en el culo a todas horas? —No pude evitar esbozar una sonrisa mientras Leo adoptaba una posición vacilona.
—La patada que te voy a meter a ti si no mueves tú culo junto con tu precioso ligue hasta la sala de planificaciones. Juan os lleva esperando un buen rato y ya sé lo que andabais haciendo...—Leo cogió su chaqueta en modo de venganza y se la tiró al aire para que lo golpease pero en cambio la atrapó.
—A parte de ser mi precioso ligue, es mi novia. —Me sorprendió la rápida confesión de Leo, él me sonrió orgulloso mientras Alexis se quedaba sin palabras.
—Beth, pobre de ti. —Bromeó haciéndome reír.
—Pobre de ti cuando te alcance, tu culo va a quedar como un cráter. —Dijo dirigiéndose hacia Alexis para salir.
—Moved el culo de una vez. —Dijo Alexis haciéndonos un gesto con su mano para que viniéramos.
Mientras íbamos de camino a la sala de planificaciones Alexis, Leo y yo mantuvimos una breve conversación hasta llegar allí.
—¿Cómo es que el mítico Leo despiadado y muerto por dentro tiene ahora a alguien? creía que no te iban esas cosas del amor, ya sabes, ser un demonio en carne y hueso debe de ser difícil. —Alexis le dedicó una sonrisa burlona mientras Leo le fulminaba con la mirada a punto de empezar a arder Troya entre ellos.
Leo hizo el ademán de decirle algo que seguramente desataría una pelea así que decidí interrumpir.
—¿Qué pasa entre Jay y tú? ¿Cómo es que os lleváis tan bien? Parecéis muy distintos. —Cambié de tema en un intento de que ambos no se arrancaran lo que tienen entre las piernas.
—Supongo que me debo aplicar el mismo cuento que os aplicáis vosotros dos tortolitos, los polos opuestos se atraen y supongo que al tener la personalidad tan diferente nuestra amistad se refuerza cada vez más.
—Vuelvo a escuchar una palabra más semejante a la de "tortolitos" y no llegas a la sala de planificaciones. —Le advirtió Leo. Ambos se fulminaron con la mirada.
—Ya entiendo por qué os lleváis tan bien, y también por qué Leo y tú os lleváis tan mal, tenéis la misma personalidad y eso hace que no os soportéis.
—Bingo. —Dijeron ambos a la vez intercambiando miradas.
—¿Y cómo habéis acabado tan unidos? Juan parece tener la misma personalidad que Jay y no pareces tan unido con él. —Noté un pequeño gesto de incomodidad mientras Leo parecía saber la respuesta pero decidió callarse mientras pasaba su lengua por el labio esperando la respuesta de Alexis.
—Pues... al principio nos odiábamos. —Comenzó Alexis sorprendiéndome. Miré un momento a Leo que parecía deleitarse con esta historia.
—¿Os... odiabais?
—Y eso se queda corto. —Me confesó Leo manteniendo su sonrisa burlona.
—Cállate, la historia la cuento yo. —Dijo Alexis algo fastidiado.
—Si piensas malversar algo, estoy aquí para desmentir lo que sea.
—Cállate. —Le fulminó con la mirada para luego aclararse la garganta un poco mas incómodo. —Cuando recién llegué a la base no tenía a nadie, como tú. —Asentí esperándome cualquier cosa viniendo de él. —Y antes compartíamos habitación con quince o veinte niños y el único niño asiático de la habitación era Jay y por alguna razón aquello me molestaba. —Hizo una breve pausa.