—El oso acaba de salir de la madriguera.
El aviso de Juan por el pinganillo dio luz verde para que me prepare para entrar en acción.
Jay y yo nos miramos antes de ajustar mi mochila mientras a lo lejos podía ver cómo Elisabeth se alejaba con el superior Eric echando por última vez la vista atrás.
—Es la hora. —Susurró Jay.
Asentí de inmediato.
Extendí mi mano para despedirnos con un choque, pero lo que no me había esperado es el abrupto acercamiento que provocó al tirar con fuerza de mi mano para que fuese hacia él y que con un abrazo con fuerza se despidiese de mí.
—Atento siempre a mis señales, suerte.
—Lo estaré. —Dije apartándome de él.
Asentí una última vez antes de irnos ambos en dirección contraria.
Me aseguré de que nadie estuviese en el pasillo oscuro y entonces me acerqué lentamente hacia la puerta de la sala del superior Eric. Apoyé las yemas de mis dedos sobre la puerta que empujé lentamente viendo cómo se abría.
Entré en la sala, desplegando el imán de la puerta para poder cerrar la puerta y entonces dejé salir un largo suspiro. Ya estaba dentro.
Fui directo al escritorio donde encontré el portátil, aparté el sillón para poder sentarme en él y ponerme manos a la obra.
—Ya estoy dentro. Necesito la clave del portátil de Eric. —Dije mientras sacaba de mi mochila el cable y el portátil duplicado que me había dado Jay.
—Acabo de llegar a la sala de planificaciones. Estoy buscando la clave.—Me dijo Jay, quedándome en silencio mientras daba otro vistazo a la sala. —¿Estás ahí? —Por un segundo estuve en silencio al observar un poco más la lujosa sala.
Este cabrón lo tenía todo.
—Sí, estoy aquí. —Dije preparado para meter la contraseña.
—1972A02Z28.
Al ingresar el código, el portátil me permitió el acceso a él.
Quién diría que el superior Eric usaría su fecha de nacimiento como contraseña. La base nunca nos proporcionaba información personal de los buitres.
—No me lo puedo creer, estoy dentro. —Dije contento.
—Lo has conseguido, enhorabuena. —Me felicitó Jay haciéndome sonreír.
—Dime qué es lo que tengo que hacer para salir de una maldita vez de aquí. —Dije motivado por la situación.
—Necesitas conectar el cable que te dio Juan, a ambos portátiles, se transferirán datos personales y permitirá el acceso a la base RAINER al portátil.
Cogí el cable conectando a ambos portátiles y luego accedí a la base de datos de la base.
—Cuando pases toda la información y confirmes la vinculación de datos del portátil de Eric, ellos podrán acceder a los datos que les permitirá hackear el centro de control de la base. —Me informó.
Mis dedos corrían por aquel pequeño teclado mientras hacía exactamente lo que me había explicado días antes Jay.
—Antes de que la base RAINER se pueda meter en los sistemas de control a través de su portátil, necesitarás esperar hasta que el porcentaje se cargue al cien por cien y poder aceptar la vinculación ¿entendido?
—Entendido.
Múltiples pestañas se estaban abriendo a medida que mis dedos recitaban de memoria sobre las teclas todo lo que me había enseñado Jay, gracias a su breve y singular explicación, todo se facilitó a grandes niveles, pudiendo ahorrar tiempo. Indescifrables múltiples letras y números apareciendo en la pantalla hasta vincular por completo a la base RAINER con la base Odón. Miré el temporizador, me faltaba menos de diez minutos. Exhalé por la boca antes de ver el porcentaje en medio de la pantalla estar al uno por ciento.
—Se acaba de activar el porcentaje. —Informé.
Miré aquel porcentaje que apenas estaba en tres por ciento. Comencé a cotillear la sala y como no, me había sentado en uno de los sillones que habían junto a una mesa de cristal, observando el paisaje y por un segundo me dieron ganas de ser un pájaro para poder volar el cielo estrellado.
—Jay si salimos de aquí tenemos que tener una ventana con vistas al cielo. —Comuniqué al imaginarme una habitación con un ventanal tan grande.
—Prefiero una ventana con vistas a la ciudad pero como quieras. —Sonreí de inmediato al escuchar aquello. —¿Hay algo más que quieras?
Entonces me paré a observar la inmensa sala que tenía el superior Eric.
—Una inmensa biblioteca llena de alcohol.
—Me imaginaba que lo tuyo no eran los libros.
—Que bien me conoces. —Esbocé una sonrisa mientras me volvía hacia el escritorio para mirar cómo iba el porcentaje.
Me tiré en el sillón despreocupado al tener todo controlado y entonces vi que el veinte por ciento ya estaba cargado, iba a ser lento así que lo único que deseaba es que Elisabeth hiciese bien el trabajo de contentar al superior Eric después de hackear la base de datos.
—Estos sillones son cómodos de cojones, ya entiendo por qué el superior Eric se pasa sentado aquí horas.
Hice girar el sillón inquieto viendo como todo estaba dando vueltas a mi alrededor.
—Cuando salgamos fuera de aquí quiero ir a un sitio famoso de pizzas, hace tiempo que no probamos algo bueno. —Volví a comunicar por el pinganillo para luego hacer girar con más fuerza aun el sillón, sintiendo mi tripa rugir de hambre al imaginarme dar un bocado a una buena pizza.
Suspiré algo mareado al dar un par de vueltas para luego caer en cuenta que no había recibido más noticias.
—El porcentaje está en un cuarenta por ciento, esto está siendo eterno. —Comuniqué.
Pero no recibí respuesta.
—¿Te ha comido la lengua el gato? —Bromeé pero aún así no recibí respuesta. —¿Jay?
Sentí mi cuerpo tensarse al instante al pensar que algo podía haber pasado con Juan y con Jay.
—¿Jay me recibes? —Pregunté preocupado.
Nuevamente no obtuve respuesta, no hacía falta que me comunique que algo había salido mal, lo único que quería saber es si ellos estaban bien, si no habían sido descubiertos.