Lealtad

Capítulo 56: Elisabeth

Las últimas veinticuatro horas en el infierno habían dado comienzo.

Juan había llamado a Ryan dándole luz verde para poner el plan en marcha y hackear los sistemas de vigilancia. Íbamos a salir de allí como unos fantasmas y nadie entendería como nos escapamos esparciendo los rumores en dos bandos. El primer bando se decantaría por nuestra traición a la base y por ende, nuestra muerte. Y la segunda una escapada tan bien lograda que nadie podría plantearse la manera de habernos fugado.

Por otra parte el superior Eric mandó a un subcomandante a mirar cada segundo de las cámaras de vigilancia de los pasillos de la noche anterior, lo que no sabía es que esas cámaras ya habían sido reemplazadas y que jamás encontrarían ninguna prueba de que los chicos estuvieron allí.

Cuando me desperté al día siguiente inhalé el inconfundible olor de Leo, apenas comenzaba a salir el sol apreciándose en el cielo unas cuantas estrellas. No pude evitar acariciarle, observando como dormía plácidamente, tranquilo, sin preocupaciones, estando bien. Por algún motivo sentí la necesidad de abrazarle con fuerza, una parte de mí tenía la esperanza de vivir la vida soñaba junto a él pero otra parte tenía la sensación de que jamás saldría de este infierno, que lo que todos soñábamos se convertiría en una misión suicida aunque jamás lo comprobaríamos si no decidiésemos correr ese riesgo. El riego de ser libres.

Las primeras doce horas consistieron en actuar normal, nada que pudiese hacer saltar las alarmas. Desayunamos juntos esta vez más nerviosos de lo habitual, callados sin dar voz a nuestros pensamientos, a nuestros miedos. Después recogimos nuestras cosas, lo que podía caber en una pequeña mochila, dejando todo lo demás atrás. Sabiendo que íbamos a dejar morir una vida para comenzar a vivir una nueva.

Pusimos en marcha a Vainilla, el aparato extractor de chips rastreadores. Hicimos exactamente lo que las instrucciones decían, nos lo pasamos por nuestro cuerpo hasta detectar el chip, la mayoría de nosotros estaba situado en la nuca o en el brazo, extrayendo al fin el localizador, viendo seis pequeños artilugios que se encargaban de hacernos la vida imposible.

—¡Joder! ¡Tío lo has hecho con rabia! —Se quejó David cuando Jay le clavaba a Vainilla en el brazo.

—Y este sería... el último chip. —Dijo Jay concentrado dejando el chip junto a los demás, rodeando todos la mesa, viendo como emitía una pequeña luz intermitente.

—Y pensar que este... cachivache nos ha estado controlando por más de diez años. —Dijo Alexis observándolos con curiosidad como si de bichos se trataran.

—¿Eso significa que ya somos libres? —Preguntó David, sintiendo por mi cuerpo un pequeño aire de libertad recorriendo mis venas, saboreándolo poco a poco.

—No lo seremos hasta que no salgamos de aquí. —Dijo serio Leo mirándonos a cada uno de nosotros.

—Y eso significa que falta una única cosa. —Siguió Jay observando a Juan.

—La llamada de Ryan. —Finalizó él.

Esperamos por horas la llamada de Ryan, aislados pero juntos, en silencio, siendo eterna la espera. Repasamos el plan decenas de veces, nada podría salir mal, ellos estaban entrenados para esto, una misión de sigilo, de escape. Alexis y David estuvieron bromeando sobre el tema "es un juego de ladrones, lo más emocionante de robar es salir sin que te pillen".

—¡Alexis aquí nadie va a robar nada, no tendría sentido! —Le rectificó Jay poniendo de mal humor a Alexis.

—¡Claro que tiene sentido! ¡Nosotros les estamos robando la información a la base Odón para dársela a la base RAINER, convirtiéndonos en ladrones! —Se defendió sin mucho más argumento.

—Más bien somos traidores. —Intervino Juan en un tono serio, captando nuestra atención.

—Esto no es un juego de ladrones sino más bien un juego de traidores. —Dijo finalmente Leo cerrando la brecha.

—¿Un juego de traidores? —Intervino David algo molesto.—¿Quienes son los verdaderos traidores? ¿Ellos o nosotros? Que yo recuerde la base tiene planeado matarnos y enmascarar nuestra muerte con tal de quitarnos de encima.

Aquello era una realidad, nosotros nos convertimos en traidores por querer ser libres y ellos dejaron la lealtad a un lado que tanto prometieron a sus criminales y por ende, a la gente que les traía los mejores botines convirtiéndoles en traidores. Sabían que después de la traición de Ryan, nosotros no tardaríamos en seguir sus pasos por un motivo o por otro y aquello no lo podían permitir, si sus mejores criminales iban a traicionarlos preferirían matarlos antes de que se fuguen y entreguen información tan valiosa como para acabar con todo el imperio una vez se haya arrojado luz sobre la oscuridad.

Entonces mis pensamientos se detuvieron al pensar en el posible rostro de Ryan, jamás le había podido conocer y ningún momento era oportuno para preguntar sobre él. Significaba un cambio en el equipo, el fin de una era, el dolor más grande para Juan y la muerte de dos compañeros, el fallecimiento de Jack y la traición de Ryan. Todos sabían que él jamás volvería a ser uno de ellos, que ahora mismo apostaban sus almas por el diablo y que si aquello resultaba ser un engaño moriríamos todos y Ryan una vez más ganaría al matar a aquellos que le dieron caza y esta, sería su mejor venganza.

Por eso todos esperaban esa llamada como si nada más importase, estando pegados de un teléfono que llevaba horas sin sonar. A pesar de que aún había la posibilidad de salir de aquí, a medida que pasaban las horas, los chicos se ponían cada vez más nerviosos dudando una vez más de la lealtad de Ryan hacia ellos.

—¿Qué hora es? —Preguntó David impacientado.

—Las once. —Respondió Juan mirando el reloj ensimismado en sus pensamientos.

Habían pasado dieciséis horas, faltaban dos horas para estar fuera de la base y ser libres.

—Ryan debía haber llamado, tardará horas en llegar hasta nosotros y estamos en el límite de horas. —Dijo Leo dirigiéndose directamente a Juan.



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En el texto hay: traicion, amor, juego

Editado: 20.07.2025

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