Lealtad

Capítulo 58: Elisabeth

¿Qué es realmente la vida?

Es una toma de decisiones continua, aquella que nos hace elegir constantemente entre lo que nos conviene y lo que es lo correcto, lo que es bueno y lo que es malo, odiar o amar, juzgar o comprender. Una toma de decisiones que nos lleva hasta el último momento de nuestras vidas y que al final nos quedamos con eso, con nuestras propias elecciones.

Supe en ese instante que tenía el control sobre mi vida cuando comprendí que lo correcto era volver y salvar a mi padre, dejando que Leo salve a quien realmente amaba, a su equipo, a su familia. Dejándole ir con ellos, sabiendo que jamás miraría atrás porque sabía que la vida de sus hermanos estaba en peligro y que yo, permanecería a su lado.

Me di la vuelta mirando aquella puerta de emergencia y entonces lo tuve claro, salvaría a quien realmente amaba aunque eso implicase mi muerte.

Abrí la puerta y fui escaleras abajo, con las luces rojas indicándome a cada paso que mi vida corría peligro. El miedo controlaba mi cuerpo, mientras las sirenas me mantenían alerta y en ese momento, todo lo que había aprendido con Leo por fin lo pondría en práctica.

Apoyé mi espalda contra la pared y cuando abrí lentamente la puerta de emergencia de la segunda planta del subsuelo, la alarma cesó sintiendo instintivamente mi vello ponerse de punta mientras los latidos de mi corazón aceleraban a medida que daba un paso hacia el interior. El inquietante silencio me rodeaba junto a la oscuridad y la luz roja que hacía de intermitente a cada paso que daba. Avancé hacia las salas y entonces vi la habitación de mi padre al fondo, ninguna luz alumbraba el interior, sabiendo en ese instante que algo iba mal. Aceleré el paso y entonces vi como la puerta estaba entreabierta, los códigos de acceso estaban desbloqueados y nadie parecía vigilar la zona. Apoyé las yemas de mis dedos en la puerta de acero y la empujé lentamente, viendo una habitación oscura, cerrando los ojos en ese instante imaginándome lo peor.

Contuve el aliento y entré, todas las persona que se encargaban de monitorizar a mi padre las veinticuatro horas del día habían desaparecido, no había rastro de que alguien haya estado ahí, despertando mis miedos más profundos.

¿Dónde estás papá?

Miré por el gigantesco ventanal, la oscuridad y las luces rojas me reflejaban a mí en el cristal, sintiendo como aquel ambiente siniestro calaba cada hueso de mi cuerpo mientras el ambiente helado me hacía sentir lo solitario que era este lugar. Empujé la puerta que me dejaría pasar al interior de la habitación donde se encontraba mi padre y entonces me paralicé, no había nada, la habitación estaba vacía como si nadie hubiese vivido allí por meses, siendo una habitación blanca con un gran ventanal espejo. La frustración invadió mi cuerpo, sintiendo la desesperación y la rabia al pensar en su pérdida, que le había fallado.

Me llevé una mano en la boca intentando controlar mis emociones mientras por dentro me retorcía al imaginarme que habían acabado con su vida y que mi promesa de salir juntos de aquí jamás se cumpliría. Una lágrima comenzó a descender sobre mi rostro mientras mi pecho y estómago se encogía.

Lo siento papá.

Me apoyé en la pared, dejando las lágrimas caer, mirando aquel lugar vacío y sin vida. Todo este tiempo él estuvo atrapado aquí, sin ver la luz del sol, capturado y seguramente torturado psicológicamente para finalmente morir. Pegué un golpe en la pared al imaginarme aquello y también al pensar que le había fallado. Empecé a dar vueltas en la sala, pensando dónde podía estar, si realmente él había muerto, qué debía hacer ahora que mi padre ya no estaba.

Si él no está, vive por él.

Miré la puerta y negué con la cabeza, no podía ser tan egoísta no podía irme sin él, no podía irme.

Sí puedes.

Negué con la cabeza.

No puedo.

Entonces escuché el peculiar sonido de las cadenas y las botas pesadas pisar lentamente, mi piel se puso de punta al recordar aquel sonido, el sonido era idéntico a las botas que escuché por primera vez sobre la madera de mi habitación, un aura demasiado intimidante como para ser descrita y entonces supe que se trataba del mismo raptor que me secuestro. Cerré los ojos mientras me colocaba detrás de la pared que estaba junto al cristal mientras escuchaba como la puerta se abría poco a poco y una sombra negra se colaba por ella, demasiado amenazante avanzaba lentamente hacía mí, su presa. Me tapé la boca con las manos intentando controlar la respiración mientras mis pulsación poco a poco se aceleraban a medida que escuchaba las botas rechinar contra el suelo.

Miré por el cristal sin poder distinguir bien las sombras y entonces todo se congeló, la puerta que daba adentro de la habitación se abrió lentamente y no lo dudé, contuve la respiración mientras cada músculo de mi cuerpo se tensaba, cada vello de mi piel se ponía en punta mientras la ansiedad y el miedo me dominaban por completo.

Si no te mueves no te verá.

Y lo que no podía distinguir, tomó forma, viendo su cuerpo robusto, sus dos metros quedarse quietos junto al marco de la puerta, escuchando como inhalaba aire, buscando a su presa.

No te muevas.

Mi corazón comenzó a acelerarse mientras el silencio calaba cada parte de mi cuerpo, el sudor caía por mi frente mientras mis piernas temblaban.

Si decidía entrar en la habitación estaría muerta.

La luz roja intermitente me permitía ver cómo estaba quieto, sin emitir ningún sonido, estando a la espera, mientras analizaba desde el marco de la puerta la habitación. Giré lentamente la cabeza para intentar verle mejor, era un guardia encapuchado, sus ciento veinte kilos buscaban una sola cosa, venganza. Dio un paso adelante, cerré la mano en un puño mientras la otra se aferraba a la pistola que me había dado Leo. Y entonces oscuridad. La luz roja no se volvió a encender tensándome al completo.



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En el texto hay: traicion, amor, juego

Editado: 20.07.2025

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