Lección de pecado ❃ Hyunin

♡ :  CAPÍTULO XV

 

[JEONGIN.]

A la tarde siguiente, me senté en el banco del pasillo fuera del aula de la clase de Hyunjin, encogiéndome cuando su furioso bramido hizo sonar la puerta. Por una vez, no era yo quien recibía su ira. Para ser sincero, me sorprendió saber quién había acabado ganándose su castigo.

Después de las descaradas amenazas de Beomgyu, sabía en mis entrañas que había sido él quien había dejado la caja de zapatos en mi cama la noche anterior. Pero Hyunjin era minucioso y había pasado la mañana interrogando a todos y cada uno de los chicos.

En pocos minutos en la silla de interrogatorio, Kai había chillado y confesó su deseo de infligirme un castigo. Yeji —mi tapadera hetero—, había roto con él y de alguna manera, eso era culpa mía. Ni siquiera sabía que existían cuando la invité obligado al Baile de Invierno.

No había nada entre ella y yo, por obvias razones. Me enviaba mensajes de texto a veces, pero no eran demasiado coquetos. No podía imaginar que sintiera algún tipo de conexión entre nosotros. Seguro que no. Pero eso no ayudaba a Kai. Había perdido la cabeza, y tal como el jardinero había adivinado, le había pedido a su hermano mayor que recogiera el animal atropellado y se lo llevara durante el fin de semana.

Mis preocupaciones sobre cómo se castigaría a Kai se desvanecieron en el momento en que aparecieron sus padres. Recogieron su dormitorio, y tan pronto como Hyunjin terminara de darle sus azotes verbales, se lo llevarían a casa.

Él lo había expulsado.

Sentí celos de que pudiera irse. No me parecía justo. Pero también me sentí aliviado. No quería dormir al final del pasillo de alguien que usaba animales muertos como amenaza. Era demasiado “cabeza de caballo” de El Padrino para mi comodidad.

La puerta se abrió y Hyunjin asomó la cabeza.

—Estamos listos para ti.

Me habían llamado para que viniera, para que esperara. Para qué, no lo sabía. Sólo quería dejar atrás toda esta pesadilla. Siguiéndolo en el aula, inmediatamente vi al tipo en la primera fila. Las lágrimas empapaban el rostro de Kai, su postura generalmente recta estaba desfigurada. Tenía la barbilla recogida en el pecho y los dedos apretados en el regazo. Cero masculino, cero reformado. Se lo merecía.

Un hombre y una mujer mayores, presumiblemente sus padres, estaban de pie a un lado, mirándome con expresiones recelosas.

—Kim JongIn. —Hyunjin cruzó las manos detrás de él, con las piernas en la postura que mostraba tan elocuentemente su poder.

Mirarlo era un tormento crudo y delicioso.

Adictivo, doloroso y constante.

Kai se puso en pie y arrastró de mala gana su mirada hacia la mía.

—Hola, Jeongin. Yo… —Su respiración se agitó mientras robaba una mirada a Hyunjin y volvía a mirarme—. Mi comportamiento rencoroso y mi trato bilioso hacia ti son imperdonables. Siento haberte hecho daño, y sólo pensaré en tu dolor durante mis cien horas de servicio comunitario.

Vaya. Eso era… algo.

Pronunciado en un tono inalterable con verborrea adulta, apestaba a entrenamiento de Hyunjin. Incluso si no quiso decir una palabra de ello, aprecié la información. Además de ser expulsado, parecía que Hwang le había impuesto una penitencia infernal por su confesión.

¿Cien horas de servicio comunitario? Dios mío, era un sádico.

Se acercó a su escritorio y se posó en el borde, con la cabeza baja y los ojos levantados, sin dejar de prestarme atención. La madre de Kai lo acompañó a la salida, ofreciéndome una sonrisa de disculpa al pasar. Cuando estuvieron al final del pasillo y fuera del alcance de sus oídos, su padre se acercó.

—Joven Yang. —Se pasó una mano por la cabeza calva en señal de agitación, con la mirada fija en el suelo—. Hay que entender una cosa. Nunca iría en contra de tu madre. Yang Jiwon es una mujer de gran respeto. La respeto y entiendo que debe anteponer a su hijo por sobre el mío. Así que si ella decide buscar retribución…

—Ahórratelo. No voy a hablar de esto, y tampoco el Padre Hyunjin.

—¿Seguro que no? —El hombre levantó la vista, con los ojos muy abiertos y esperanzados. Luego torció el gesto, observando la expresión ilegible e insensible de Hyunjin.

—No lo haré. No lo hará. No hay razón para involucrarla. —Suspiré—. Sólo… vete.

—Gracias. —El hombre se fue, cerrando la puerta tras de sí.

—Odio cuando la gente hace eso. —Apoyé las manos en las caderas—. Mi familia puede ser arrogante y prepotente, pero no somos la maldita mafia.

—¿Estás seguro de eso?

La verdad es que no. Quizás éramos parecidos a una familia del crimen organizado. Pero éramos súper respetables y admirados.

Y mucho más discretos en cuanto al derramamiento de sangre.

Para ser honesto, no sabía ni la mitad de la mierda en la que se metía mi familia. Como la mayoría de mis hermanos, estaba protegido de los detalles. Sólo mis hermanos, Taehyung y Seokjin, trabajaban en el negocio familiar. Cuando preguntaba, me mentían. Todos y cada uno de los negocios criminales se escondían detrás de humo y espejos.

Y dinero. Mucho maldito dinero. Mi familia era dueña de Australia y ahora, también de la mitad de la ciudad de Seúl.

—No somos italianos, así que… —Parpadeé una vez.

Su cara no mostraba ninguna emoción. Una cara que su dios se había esforzado en diseñar y esculpir.

—Eres libre de irte por el día.

—Oh. —Miré a la puerta—. Sin castigos y sin nada de zarigüeyas. ¿Qué debo hacer?

Inclinó la cabeza, estudiándome, su mirada enigmática.

—¿Qué? —Le devolví la mirada.

—¿Has pensado en solicitar universidades?

—Sí. No.

—Explícate.

—He pensado mucho en lo que quiero hacer, y no requiere una educación universitaria.



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En el texto hay: hyunjin, jeongin, hyunin

Editado: 30.07.2023

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