Lectura interrumpida

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Era un día de verano, faltando un par de horas para que el sol se oculte, y niños y grandes se divertían afuera, en familia o con amigos, excepto una chica, Emma Sánchez, una joven que estaba en la desolada y silenciosa biblioteca que quedaba cerca de su casa, leyendo un libro.

Su familia se encontraba en una plaza cercana, divirtiéndose pero ella prefería estar en ése lugar, aprendiendo cosas nuevas o sumergiendose en historias increíbles.

Ésa biblioteca era un lugar no muy grande pero era silencioso, con diversidades de libros para leer por diversión o estudió y le quedaba cerca de su casa; era su lugar sagrado, su zona de confort.

La joven rubia, sintió el chillido de la silla siendo arrastrada a su lado y levantó la mirada para ver como un chico de su edad se sentaba y lanzaba su mochila sobre la mesa.

El chico tenía el cabello teñido de pelirrojo, sus ojos eran marrones y su cuerpo se veía ejercitado, destacando que posiblemente haga algún deporte.

-Muy bien, es mi primera vez estudiando, no creo que sea tan difícil.- dijo el chico, sin medir el tono de su voz en lo mas mínimo.

Emma dio un suspiro y volvió la mirada a su libro, volteando su rostro levemente al lado opuesto de ése chico.

Sí iba a estudiar, al menos sería silencioso.

El chico sacó si cuaderno, un lápiz y una goma, preparando todo para estudiar y asintiendo con la cabeza al tener todo éso listo.

¿Ahora qué se supone que tenía que hacer?

El chico, volteó su rostro y vio a la chica que se sentaba a su lado, una joven de cabello rubio, ojos azules, anteojos y piel clara, como sí casi nunca saliese a tomar sol.

Sí no se equivocaba, ésa chica era una compañera de clases, la chica con mejores notas y que siempre se alejaba de todos, sólo siendo acompañada por un libro.

En la escuela siempre la veía leyendo así que ella quizás sepa cómo se estudia.

-Hola, me preguntaba sí...

Antes de que siga hablando, la chica señaló en dirección de un cartel que decía "prohibido hacer ruido", haciendo que el pelirrojo dé un suspiro profundo.

¿Por qué no se podía hacer ruido sí se supone que la biblioteca era para estudiar?

Era su primera vez en una biblioteca pero era diferente a la escuela, era muy silenciosa y en ése momento habían muy pocas personas; cuatro quizás.

-¡Pshh! Oye.- dijo, cubriendo su boca e intentando susurrar en dirección de su compañera.

La chica, lo oyó pero fingió no hacerlo.

Era su momento de lectura y no le gustaba ser interrumpida en su momento de lectura.

El chico al ver que ella parecía no oírlo, agarró su lápiz y con la parte trasera, se puso a tocar el hombro de la chica.

-¡Pshhh! Oye, soy Erick, vamos juntos a clases.
Necesito tu ayuda.
Oye, ¡Pshh!- dijo Erick insistente mientras le picaba el hombro cada vez mas fuerte.

La chica que ya había cerrado los ojos, conteniendo su enojó, llegó a su limite y cerró su libro para voltear a ver a ése tipo tan molestó.

-¿Qué quieres?- preguntó, de manera descortez pero el chico no se dio cuenta de éso y levantó su cuaderno.

-¿Cómo se supone que se estudia?
Mañana tengo una prueba de recuperación de mate y no sé que tengo que hacer.- susurro el chico, con esperanzas en su compañera.

Ella era alguien inteligente por lo que sabía, así que seguro le ayudaría en ése difícil momento.

-No sé.- respondió Emma, antes de volver a su lectura, desviando la mirada del chico.

Erick, dio un suspiro profundo y se puso a mirar su cuaderno mientras golpeaba la mesa con su dedo índice, intentando pensar en una solución.

Sí la mejor de clases no sabía que hacer, estaba en problemas pero aún así, no se rendiria sin intentarlo.

¿Lo dejó para último momento a pesar de que le dieron la advertencia hace dos semanas?
Sí, pero el ser humano saca lo mejor de el cuando se encuentra en peligro, ¿no?

Emma, fruncio el ceño mientras oía los golpes que daba ése tipo en la mesa con su dedo.

¿Dónde estaba la bibliotecaria que no se acercaba a decirle nada?

Ella una vez olvidó silenciar su celular y la encargada la beto por dos días.

La rubia, dio un suspiro profundo y cerró su libro.

Sí quería paz, primero se tenía que deshacer de la persona ruidosa.

-¿Qué es lo que no entiendes?- preguntó la chica, acercando su silla a su compañero, sorprendiendolo.

El chico, la miró fijamente por unos segundos hasta que ella levantó la mirada para verlo con seriedad.

-Yo... la verdad, ni siquiera sé lo que no entiendo de tan mal que estoy.- respondió mientras reía levemente pero pronto se puso serio al ver que a ella no le causó nada de gracia.

Emma, dio un suspiro y se puso a hacer problemas de matemáticas.

-¿Dijiste qué vamos a la misma clase?
Entonces debes ser uno de los que reprobo y le suplico a la profesora que les dé otra oportunidad.
Así que el contenido será lo mismo que la última prueba.- dijo ella, escribiendo en el cuaderno del pelirrojo.

-Sí, yo fui uno de los que se ofreció a lavar su carro por una oportunidad.- dijo Erick con entusiasmo pero fue ignorado.

Ella parecía querer ayudarla de verdad por lo seria que se veía así que él también debía ser serio.

El muchacho se puso serio, llevó su mano a su mentón y se puso a asentir mientras veía a su compañera escribir problemas que luego él tendría que resolver y para su desgracia, no entendía nada.

¡¿Por qué las matemáticas eran tan confusas?!

Rindiendose en intentar entender algo antes de recibir una explicación, se quedó mirando a su compañera, no, su amiga que parecía enfocada en ayudarlo.

Sí en el mundo hubiese mas personas tan solidarias, las cosas marcharian mejor para la sociedad actual.

"Bien, intentó enseñarle rápido a éste chimpancés para que se largue y me deje leer tranquila."- pensó Emma, decidida a que éso se acabé rápido.

Y así, una amante de los libros, tuvo que cerrar su libro por un momento para enseñarle a alguien que parecía ser el enemigo natural de los libros.



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En el texto hay: humor, amistad, posibles giros inesperados

Editado: 13.05.2021

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