Era sábado por la mañana, la biblioteca había abierto hace tan sólo unos minutos y en una mesa, alejada y solitaria como siempre, se encontraba Emma, con tres libros sobre la mesa y uno leyéndolo.
Mentiría si dijese que el accidente de la escuela no la molestó, pero ya todo estaba resuelto y ahora, podía estar tranquila en la biblioteca, sumergidose en un nuevo mundo de fantasía.
Había momentos que se sumergia tanto en la lectura que se sentía la protagonista principal, viviendo ésas increíbles aventuras.
Tantas veces ya se sintió como una guerrero blandiendo su espada, un honorable duelista con su sable, un viajero yendo a lugares inimaginables en su nave espacial, una superviviente luchando en un apocalipsis zombie y en algunos momentos, hasta viviendo aventuras de amor a pesar de que no le llamaba la atención en la vida real.
El mundo era complicado y aburrido, pero el mundo de los libros era inesperado, divertido y con tantas posibilidades.
La chica, fruncio el ceño al sentir una luz que la encandiló, y levantó la mirada para ver como delante de ella, al otro lado de la mesa, estaba ése fastidioso chico, encendiendo la linterna de su celular y molestandola a ella.
-Llevo aquí casi 10 minutos y no haces más que leer desde que te vi, mejor hagamos algo más divertido.- dijo Erick, desactivando la linterna de su celular.
La rubia, dio un suspiro profundo, intentando no perder el control o podía ser echada como la última vez.
-Si te aburres, vete, no te pedí que vinieras y yo no llamó aburrido a lo que sea que te guste, así que respeta mi gusto por la lectura.- susurro Emma, siendo apenas audicible por el pelirrojo.
El chico, se sentó fierme tras haber estado levemente recostado sobre la mesa y miró a la chica.
-No... yo... me disculpo, no me quería burlar de tus gustos, es sólo que suelo ser muy honesto aveces y digo las cosas sin pensar, y...
El chico se calló, nervioso por haber dicho algo que la molestó, a pesar de que casi todo a ella le molestaba, y la miró fijamente.
El ceño fruncido de la chica, sus anteojos que estaban un poco caídos y posiblemente ella pronto se los acomode, su larga y llamativa cabellera rubia que se veía esponjoso, su delgado rostro, sus rosados labios y sus pequeñas manos con uñas algo largas, sosteniendo ése libro, dejaron al chico algo hipnotizado.
No le había dado importancia, nunca lo hacía con nadie, pero ahora que daba un poco de atención, Emma era bastante bonita, ¿cómo es que nadie se le acercaba y le pedía ser novios?
Ella era cortante, siempre se mantenía con la mirada perdida en algún libro, pero seguía siendo una chica linda.
-Yo... eres bonita.- dijo el pelirrojo de manera directa.
Emma, que se sorprendió por oír éso, entre cerró sus ojos, con fastidio.
-Si tienes planeando declararte o algo así, desde ya te digo que no me interesa.- exclamó la rubia, sin tacto alguno.
No era ciega ni tonta y le gustaban los chicos, pero por el momento, prefería no estar involucrada con ninguno y quizás nunca lo quiera, ahora sólo quería leer en paz.
-No, no te lo dije por éso, solo... solo te lo quise decir, digo, nunca te lo dijeron, ¿verdad?- preguntó el pelirrojo, sentándose de manera encorbada para apoyar su mentón sobre la mesa.
Le estaba dando sueño estar en ése aburrido lugar.
-No, nunca me lo dijeron, pero déjame decirte que es muy grosero decirle a una chica que nunca le dijeron algo lindo, por más que sea cierto.- dijo la chica, acomodando sus anteojos.
Erick, sonrió levemente al verla acomodar sus anteojos.
Emma podía ser de pocas palabras, pero hablaba de manera normal con él y con cualquier otra persona, por lo que podía decir que no le dificultaba desenvolverse socialmente si llega a ser necesario.
Es una lastima que ella prefiera no hablar y sólo quiere leer.
-Bien, te dejaré en paz por hoy, si me llamas por mi nombre.- dijo el muchacho.
Sabía que Emma no le daba interés al nombre de los demás, al menos que sea necesario, pero aun así, quiera hacer el intentó y ver sí recordaba el suyo.
La chica, fruncio el ceño, pensando seriamente en el nombre de ése molestó chico.
Estaba segura de que él se lo dijo y seguramente lo llamaron muchas veces por su nombre en la escuela, pero su memoria era borrosa.
Con sólo leer un libro una vez, era capaz de memorizar cada uno de los personajes, sus descripciones y sus nombres, pero en la realidad, solía ignorar ése tipo de cosas.
El nombre del chico molestó, ¿cuál podía ser?
¿Arturo? ¿Merlín? ¿D'Artagnan? ¿Athos? ¿Claude? ¿Febo? ¡¿Cuál era su nombre?!
Nuevamente, no darle atención a las cosas irrelevantes, la privaban de leer tranquilamente.
Erick, sonrió levemente y dio un leve golpe en la mesa con su dedo índice derecho, sin levantar su cabeza de la mesa.
-Se acabo el tiempo, mi nombre es Erick.- dijo el muchacho.
-Lo tenía en la punta de la lengua, además, no me dijiste que tenía tiempo límite, eres... un tramposo.- exclamó Emma, con su ceño fruncido.
No estaba ni cerca de recordar ése nombre, pero si lo pensaba un poco más, quizás se le iba a ocurrir.
El pelirrojo se puso de pie, dando un gran suspiro y estirando sus brazos mientras sonreía.
-De igual modo, me tengo que ir, el club de fútbol al que pertenezco, tiene práctica en unos minutos, así que estaba de cruce, pero la próxima vez, recuerda mi nombre, ¿sí?- dijo el chico antes de irse.
Emma, lo vio irse, indignada.
Acierte o no, él se iba a ir.
Odiaba tanto a las personas así de molestas.
Dando un suspiro con fastidio, volvió a su lectura, recordando el nombre del chico molestó, Erick, por si alguna vez lo tiene que decir para que la dejé leer en paz.