Era la tercera vez esta noche que las voces me despertaban. Sabía que no eran reales, pero si seguían haciendo eso, me volverían loca. Además, las cosas que decían no tenían sentido alguno. Cada una decía lo que quería, tomando datos rebuscados de mi cerebro para repetirlos una y otra vez hasta hacerme perder el control. Estaba tan frustrada que lo único que podía calmarme era enterrarme las pocas uñas que tenía en los brazos. Necesitaba desahogarme, pero que no fuera conmigo. Las tres veces que desperté logré ver a una mujer parada junto a mi habitación, vestida con un bata como las que usaban Nelly, Byron y Wyatt. Según yo, antes de esas alucinaciones nunca la había visto en mi vida. Pero, después de mirarla unos cuantos segundos, la mujer desaparecía paulatinamente.
Tuve que sentarme en la cama para poder tranquilizarme. Pero por más qué lo intenté no lo logré. Me puse de pie, y con la impotencia corriendo por mis venas-ademas de mis ganas de desquitarme con algo físico-me llevaron a tirar al suelo todos y cada uno de los libros que descansaba en aquel librero de metal, provocando un horrible ruido que hizo que me asustara más que las voces que seguían sonando en mi cabeza. Pero algo de ellas me llamó la atención. Todas preguntaron "¿Qué fue ese ruido?" cuando el librero chocó contra el suelo.
Me llevé las manos a la cabeza y comencé a tirar de mi cabello tratando de que pararan. Pero no lo conseguí.
No soportaba un segundo más de esto, necesitaba dejar los medicamentos. Pero significaba que el desarrollo de mis habilidades bajaría, y eso era lo ultimo que quería. Los sollozos de mi llanto se vieron cesados al darme divisar a través de las lágrimas que el pequeño foco de la cama de seguridad estaba apagado.
—Se ha ido la energía — la verdad, no sé por qué dije aquello en voz alta. Pero hizo que no me sintiera tan solo como lo estaba en esos momentos.
El click de la puerta que comunicaba al pasillo el cual daba aviso a que la puerta se abriría, sonó para después dejarme ver el pasillo en la penumbra de la madrugada. Además de eso, el interior de la habitación de enfrente. Me levanté del suelo para acercarme a la puerta y ver más de cerca el interior de aquella habitación. La cuál, por la penumbra no se libraba ver del todo.
—*Tienes prohibido salir* — resonó una voz dentro de mi cabeza la cual no era la mía — *Si lo haces te castigarán*
No iba a hacerle caso a aquella voz que me atormentaba, no dejaría que tomara el control de mis acciones. Aunque tuviera razón solo por esta vez. Cada paso que daba, las voces se hacían mas intensas, como si me estuviese acercando a ellas. Justo con tres pasos faltantes para llegar a la puerta las voces y yo gritamos simultáneamente.
— *Te vas a arrepentir.*
Era la primera vez en 18 años que estaba fuera de la habitación. La puerta junto a la mía, seguía siendo demasiado oscuro aún para mi vista. Pero en un segundo una ligera silueta comenzó a emerger de la penumbra.
"Es solo las alucinaciones" dije en mi mente tratando de calmarme.
La silueta se fue acercando más al portal, hasta que pude ver su rostro. Su cabello era castaño claro; sus ojos eran difíciles de percibir en la oscuridad de la noche, pero pude distinguir, de que eran casi en un tono azul. La sorpresa me la llevé cuando reconocí el uniforme que llevaba. Igual al mio.
— ¿Quién eres? — hablamos al mismo tiempo.
Pero no hubo tiempo para contestar, de las otras cuatro puertas iban emergiendo más personas. ¿Qué demonios está pasando aquí? De las penumbras habían emergido dos mujeres y dos hombres, dejándome a mí y al primer chico en medio de todos. El uniforme gris que llevaba, también lo traían los cuatro chicos. Sabía sin siquiera entrar en su mente que tenían la misma duda que yo.
"¿Quiénes son ellos?"
— Son solo alucinaciones — logré decir para poder calmarme un poco. A lo cual la chica de cabello oscuro que estaba en mi izquierda río.
— ¿Por qué mi alucinación diría que yo soy una alucinación? — mi boca se abrió a manera de impresión.
— Creo que todos estamos igual de sorprendidos — la rubia de mi derecha dijo en apenas un murmullo.
Todos nos comenzamos a observar detenidamente los unos a los otros; lo cual me hizo darme cuenta de que cada uno había personalizado sus trajes de una manera muy única:
La rubia de mi derecha, había pintado algunas flores y ramas en las mangas de la camisa; la castaña de mi izquierda llevaba las orillas de todo el uniforme quemadas; el chico frente a ella también llevaba la ropa quemada, pero no en las orillas, sino que tenía agujeros, algunos más grandes que otros haciendo que la camisa del interior blanca se notase; el que estaba frente a mi, llevaba las mangas cortadas, y el chico frente a la rubia solo llevaba la camisa blanca que se llevaba bajo del uniforme.
—*Esto está mal*— miré a los tres chicos asustada, tratando de saber en la mente de quien me había metido accidentalmente. Estuve a un segundo de filtrar en la mente del chico en el cual había entrado que me dijera quien es; pero lo descarté en nada y menos.
Editado: 28.10.2018