Legado

9

Me había llevado a la fuerza al llamado al día siguiente. Ya que me rehusaba a salir de mi habitación, llevaron a tres hombres de seguridad los cuales bien podrían haber tenido el tamaño de un árbol. Me tomaron a la fuerza, me amarraron a una camilla y me llevaron por todo el pasillo, mientras yo solo me movía como si de un gusano se tratase. Con las ganas enormes de zafarme de las ataduras.

Cuando llegamos a la habitación asignada; sabía que la herida en mi muñeca ahora sangraba, no había manera en la cual no la hubiese tocado de alguna manera en el zangoloteo. Me desataron de la camilla, e intenté varias veces escaparme sin resultado alguno. Me iban a forzar a hacerlo. Y si querían que lo hiciera, lo iba a hacer a lo grande.

— Ela, es necesario una demostración, — era Byron. Del otro lado del cristal en la parte superior — para estar seguros de que no hubo daños por las complicaciones.

— ¿Y si me rehúso? — la bocina soltó un ligero petardeo que me indicaba que habían desconectado el micrófono. No me iba a ignorar — *¿Y si me rehúso?* — escuché algo caerse en la oficina y después el sonido que me indicaba que habían conectado de nuevo el micrófono.

— ¡Solo hazlo! — gritó molesto.

Frente a mí había cosas aleatorias, desde una lámpara de mesa, hasta un coche de tamaño medio. Querían que demostrara que no había tenido cambios.

Quieren ver cuánto han crecido...

"Son codiciosos"

Me senté en el suelo con ambas piernas cruzadas, para después quitarme las botas con total paciencia.

— ¿Qué haces Ela...? — Lo callé con un sonido seco y seguí con mi tarea.

Cuando estuve solo con los calcetines me levanté del suelo, me desaté la coleta y me paré firme en el suelo. Alcé ambas manos y todas las cosas, una a una comenzaron a elevarse del suelo. Poco a poco comenzaban a elevarse hasta quedar separados del suelo, a mí misma altura.

— ¿Ela? — Escuché el llamado desde el micrófono — ¿Ela? Ya vimos que puedes hacerlo. Está todo bien, para.

No lo hice, seguí elevando todas y cada una de las cosas. Sentí el escurrir de algo caliente sobre mi labio, me había excedido. Caí al suelo casi desmayada por mi anterior acción y todos los objetos cayeron a la par mía, logrando un gran estruendo por todo (quiero creer) el búnker.

Llevé mi mano a la nariz para quitarme la sangre la cual manchó la manga de mi uniforme — Puedes irte.

Elevé la vista para después mandar aquella lámpara de metal a estrellarse contra el cristal. Tomé mis botas y salí de la habitación ignorando la presencia de Wyatt en la entrada.

— Sabes que no puedes andar sola por el lugar — escuchaba sus pasos en mis espaldas.

Frené en seco y me giré para encararlo — Pues sígueme de lejos entonces — para después seguir con mi camino.

— Te estas convirtiendo en ellos — me quedé estática ante sus palabras.

¿Podría ser esta una confesión sobre la existencia de los demás chicos?

Volví a girar en su dirección — ¿Ellos?

— ¡Hablo de Byron y Nelly! — Comenzó lento con su caminata en mi dirección — se hacen las victimas de todo cuando todos tienen la culpa. Creen que los demás son los responsables de sus problemas pero no, tu actitud te ha traído hasta aquí. Y no puedes huir de ello.

Miré al suelo — Tienes razón

Miré al suelo — Tienes razón... — alcé la mirada clavándola en él con ira — no puedo huir.

Y volví a dejarlo parado en aquel pasillo. Sabía que me seguiría, pero no sería tan estúpido como para hacerlo de tan cerca. Debía ir a la enfermería para que me revisaran la muñeca. Giré en un pasillo para adentrarme al camino a la enfermería; la mujer regordeta que se encargaba de la salud de todos dentro me regañaría si llegaba con la herida aún tapada, así que comencé a quitar el parche oscuro que cubría la herida.

El panorama que yo esperaba no era el mismo con el que me encontré. Ya habían retirado los puntos pero había pequeños lugares donde aún no cicatrizaba la herida, donde la sangre había comenzado a salir, pero no era de un color normal. Era del mismo tono verdoso que había visto antes del último desmayo en el medico. ¿Qué me habían hecho? Golpeé la puerta de la enfermería, haciendo un escándalo y atrayendo la mirada de todos los encargados del lugar.

Se levantaron de sus lugares, nadie iba conmigo y sabían que eso era una mala señal. Me acerqué a la camilla donde la mujer que siempre me atendía se encontraba — Corinne — la llamé — creo que hay trabajo — levanté el brazo derecho enseñando mi muñeca.



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En el texto hay: misterio, amistad, poderes

Editado: 28.10.2018

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