Capitulo 02.
"El destino no siempre une a los que se buscan... a veces los enfrenta."
— Crónicas del Lago Encantado
Blair.
Volví al bosque.
No estaba segura de que era lo que hacía, o hacia donde iba, no sabía dónde buscar a Kael, podía estar en cualquier lado y de acuerdo a lo que Aiden me había dicho podía ser cualquiera. El sol estaba ocultándose y como pude me escape del castillo, desde que paso aquel incidente en el castillo Aiden puso mucha más seguridad, había guardias en cada esquina, incluso fuera del castillo.
Lo que hacía era demasiado imprudente y podría ponerme en peligro, pero fuí yo quién le dio la piedra, yo confíe en él. Y yo tenía que descubrir quién realmente era Kael.
Mi capa negra cubría mi vestido lila y mi cabello pelirrojo. Si alguien me veía no podía reconocerme.
Recorrí el mismo camino de ayer esperando volver a encontrarme con él, no sabía cuánto había caminado o hacia donde, pero ya estaba bastante lejos del castillo, dentro del bosque el único ruido era el de la corriente del río. Sin pensar seguí el río, camine demasiado tiempo que ya empezaba a darme por vencida.
Anoche practiqué varios diálogos, y me prepare mentalmente para volver a verlo. Incluso venía armada, llevaba conmigo una daga, no tenía mucha práctica con ella pero seguro que no era difícil clavarla en alguien.
Detuve mis pasos cuando a unos cuantos metros estaba un hombre. Mi respiración se volvió irregular y las manos me temblaban cuando tome la daga. No me había visto así qué, camine hacia el árbol más cerca y me escondí ahí.
En este ángulo podía ver quién era, y efectivamente era Kael, está vez no llevaba una capa negra, solo una playera color marrón algo desgastada y unos pantalones flojos. Se veía exactamente igual que ayer ¿De verdad podía cambiar de forma? Aiden no podía mentirme, el nunca lo hacía.
Junto a Kael había un balde con varios pescados, él sostenía una caña de pescar y su vista perdida en el río. No se movía y parecía una estatua, ¿Era él el villano al que todos temían? Porque yo lo veía como una persona común.
—No sabía que espiar a la gente era tarea de una princesa —su voz me sobresalto y pegue mi espalda al árbol tratando de esconderme.
¿Cómo pudo haber descubierto que yo estaba aquí? Además mi capa me cubría, era irreconocible.
—No tiene caso que se siga escondiendo.
Respire hondo y decidí salir de mi escondite y enfrentarlo. Tome la daga con más fuerza y camine hacia él.
—No estaba espiando —respondí.
Cuando estuve finalmente detrás de él apunté la daga en su espalda, ambas manos sostenían la filosa herramienta y aún así temblaba.
—¿Quién eres? —pregunté.
—Creí que había quedado claro.
—Mentiste —dije empujando más la daga.
—¿La princesa sabe usar armas? —pregunto en un tono burlesco y se levantó.
—Responde —ambos nos mirábamos, yo sostenía mi arma pero el no se veía asustado, estaba más divertido con la situación.
—Dejame adivinar. Aiden te envío.
—Nadie me envió ¿Para que usaste la piedra?
—Nada que te importe, princesa —odiaba que me llamara así, usaba un tono burlón cada que lo hacía.
—La tormenta ¿Tú la provocaste? —di un paso más, la daga estaba a centímetros de su estómago.
—No controlo el clima —respondió encogiéndose de hombros.
Su despreocupación me estaba hartando, es como si lo que tuviera entre manos fuera una simple ramita.
—¿Terminaste tu interrogatorio? Tengo cosas más importantes que hacer —dijo con indiferencia dando un paso atrás y tomando la cubeta.
Esto no era lo que había planeado, él debía sentirse intimidado por mi y debía responder a mis preguntas con la verdad. Avanzo unos pasos, está vez fui más rápida y me detuve frente a el con la daga aún en las manos. No dijo nada, solo me miraba, levantó una ceja y sonreía con diversión, tampoco se movió, esperaba a que yo hiciera algo. Pero sus ojos tenían algo que no podía dejar de mirarlos, ahora eran marrones con destellos negros.
—¿Por qué todos te temen? —hice la misma pregunta que le había hecho a Aiden, la cual evito totalmente.
—Porque quieren, no he hecho nada malo ¿O si? —dio un paso hacia mí.
Las puntas de nuestros pies se tocaban, estaba tan cerca de mi que podía escuchar su respiración, a comparación de mi él respiraba con tranquilidad mientras que yo me esforzaba por hacerlo.
—¿De dónde eres? —mi voz salió en un susurro.
—¿Por qué tanta curiosidad sobre mi, princesa?
—¿Por qué no?
—¿Por qué no se lo preguntas a tu prometido? El sabe mucho más que yo —dijo dando un paso atrás y alejándose.
Está vez no lo detuve, ¿Qué sabía Aiden? ¿Qué tanto estaba ocultándome Aiden? ¿Qué había entre ellos?
*.✧.*
Aiden llevaba días evitandome, en la hora del desayuno ni siquiera estaba en el castillo, y en la cena prefería encerrarse en su habitación. Tenía tantas preguntas por hacerle pero preferiría guardarlas para mí, cuando hice una eligió evitarme y no verme más.
Era mi culpa, estaba insistiendo para saber la verdad de algo que el me había dicho que le dolía hablarlo.
Estaba frente a su habitación, era la hora de la cena y traía conmigo una bandeja de comida. Di unos golpes a la puerta y no hubo respuesta, espere unos minutos pero nunca hubo respuesta así que entré a la habitación.
—¿Aiden? —pregunté pero nadie respondió, la habitación estaba oscura.
Encendí varias velas para poder ver. No había nadie, deje la bandeja en una mesita a lado de la cama y recorrí la habitación completa. Todo estaba completamente ordenado, parecía la habitación de alguien que no había dormido aquí por días. Decidí esperarlo, me senté en su cama.
No supe cuánto tiempo estuve en su habitación, pero me quedé dormida, el sol empezaba a asomarse nuevamente, volví a recorrer la habitación y no había rastro de que Aiden hubiera vuelto en la madrugada.