Aidan permaneció inmóvil en el lugar, como si en su mente se estuvieran tratando de procesar las palabras que su madre, su creadora, la persona que se suponía debía estar siempre de su lado, acababa de pronunciar. Él no tenía idea de nada de lo que estaba pasando en ese momento, Nami estaba completamente segura de eso, no tenía ni idea de lo que Agnes estaba tramando, o tal vez sí, tal vez solo un poco, tal vez solo lo que ella quería que él supiera.
ꟷ¿A qué te refieres?ꟷ Preguntó, sin quitarle la vista de encima a la joven, parecía no dejar de analizarla. Nami quería salir huyendo del lugar, sentía que, si se quedaba un segundo más bajo su mirada, iba a consumirse, iba a derretirse, iba a evaporarse, hasta que no quedar ni un poco de rastro de su existencia. ꟷCreo que lo más justo y sensato, hubiese sido que yo me enterara de esto antes, al parecer me debes una explicación.
ꟷ¿Acaso no te estás entrando ahora? ꟷPreguntó Agnes, sin dejar de sonreír ni un solo momento. Nami podía jurar que todos los presentes, se veían aterrorizados, no había dudas, todos le temían a la Diosa del Fuego. ꟷEsta no es la bienvenida que quiero que le des, debemos hacerla sentir cómoda en su nuevo hogar ¿Acaso esta es la primera impresión que quieres darle de nosotros?
ꟷNo. ꟷAidan suspiró. Ni siquiera él se atrevía a cuestionar a su madre por demasiado tiempo. ꟷEs un gusto conocerte y tenerte en nuestro hogar a partir de ahora, espero te sientas cómoda. ꟷSoltó a Aidan en dirección a Nami, tratando de ser lo más amable posible, al fin de cuentas, estaba seguro de que la joven no tenía nada que ver con el asunto.
ꟷEl gusto es mío. ꟷPronunció la joven Diosa, en un tono de voz que apenas superaba el susurro. Nami podía sentir como sus manos temblaban ligeramente mientras hablaba.
ꟷEntremos. ꟷ Dijo Agnes, mirándolos a ambos. ꟷTe mostraremos tu habitación Nami, espero que sea de tu agrado, ahí vas a quedarte hasta el día que se casen, luego, ustedes decidirán si quieren compartir habitación o no.ꟷ Nami miró de reojo, y vio como todos los músculos de Aidan se tensaban, su rostro se endurecía, y sus labios se comprimían en una línea fina y tensa, era más que obvio que Agnes decía todo aquello para fastidiarlo.
ꟷGracias. ꟷFue lo único que Nami se atrevió a decir. No era una cobarde, claro que no lo era, incluso Nami era de esas personas que podían estar horas hablando sin parar, siempre tenía algo para decir, siempre tenía algo para agregar, pero, le parecía que esta vez, tenía que ser prudente, esta era una de esas veces en las que lo mejor, era solo escuchar.
La puerta de entrada parecía estar hecha de un hierro forjado, dos soldados tuvieron que tirar de ella para abrirla. Agnes y Aidan entraron sin perder un segundo más de tiempo, y a Nami no le quedó de otra que avanzar, cruzó el umbral con mucha serenidad, como si no le temiera a aquel castillo, aunque cada piedra parecía arder con la esencia de su anfitriona.
El salón principal se alzó frente a ella, parecía un santuario forjado completamente en fuego, y las altas columnas negras ascendían hasta perderse en un techo abovedado, donde las llamas danzaban atrapadas en candelabros de hierro, Nami se preguntó si en algún momento las llamas dejaban de arder, o si simplemente siempre estaban ahí, obedeciendo a su ama. Las paredes, estaban todas cubiertas de tapices color carmesí.
Mientras avanzaban por los pasillos, cada paso que daban resonaba con eco en el suelo de obsidiana pulida. Cada corredor estaba iluminado por braseros flotantes, cuyas llamas no parecían desprender ni un poco de humo, solo una cálida luz que teñía sus sombras de color rojo.
Llevaron a Nami hasta una gran puerta de madera negra, y al abrirse, la habitación reveló su majestuosidad, era un espacio amplio, de paredes oscuras como todo el resto del castillo, pero la joven se sorprendió al ver que todo lo demás era de color blanco con detalles en dorado, la cama, las alfombras, las cortinas, y pensó, que tal vez lo habían hecho así para que ella se sintiera más cómoda. Se acercó a un gran ventanal, y pudo ver la lejana danza de volcanes activos en el horizonte.
Y justo en aquel instante, Nami entendió por completo la realidad, aquella habitación seria su refugio, su celda y su trono, mientras ella estuviera en el reino de fuego.
ꟷPonte cómoda y cualquier cosa que necesites, no dudes en llamarnos. ꟷ Agnes se esforzaba, trataba de ser lo más amable posible, y, aunque la idea le desagradaba por completo, sabía que no tenía otra opción por el momento.
Aidan no dijo absolutamente nada, se limitó a mirar a su madre, ni siquiera observaba a Nami, no le importaba en absoluto su presencia, pero ¿Quién iba a juzgarlo por eso? Él no estaba ni enterado de lo que su madre planeaba hacer, y odiaba completamente la idea de un matrimonio arreglado.
La Diosa del Fuego salió de la habitación, y Aidan se apresuró a seguirla, tenía muchas cosas que aclarar con ella, no, más bien ella tenía muchas cosas que explicarle, porque él, estaba furioso y bastante sorprendido con todo lo que estaba pasando.
ꟷ¿Que es todo esto Agnes?ꟷ Preguntó Aidan, pero más bien, su voz sonaba a un reclamo, a una exigencia, él quería explicaciones, y las iba a obtener. ꟷ¿Ahora se supone que tengo que casarme? No sé qué clase de plan retorcido estás tratando de poner en marcha...ꟷAidan iba a continuar hablando, pero Agnes lo interrumpió, cansada de seguir fingiendo tranquilidad, y sobre todo, amabilidad.
ꟷNinguno. ꟷ Soltó, comenzando a reír, ni ella misma se tragaba sus palabras. ꟷEres el Dios del Fuego, y vas a ser el dios de este mundo, debes tener una buena esposa, y esa muchachita de ahí, es mejor tenerla de nuestro lado.
ꟷ¿Para qué quieres tenerla de tu lado?ꟷ Preguntó, porque realmente no entendía nada de lo que su madre estaba tratando de hacer. ꟷ ¿De qué te sirve tener a una Diosa de Agua de tu lado? Un día quieres acabarlas, y al otro pretendes que la convierta en mi esposa, a veces no te comprendo, y mira que trato, no sabes cuánto me esfuerzo en hacerlo.
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Editado: 15.05.2025