Nami se permitió esta vez, observar más detenidamente los pasillos del palacio, ya qué, el primer día estaba tan nerviosa, que a penas había podido mirar las cosas a su alrededor. No tardó mucho en darse cuenta de que, todo le parecía tan oscuro, y tan sombrío, que hasta le causaba una sensación de escalofríos en el cuerpo. No estaba acostumbrada a ese tipo de arquitectura, el palacio donde Cordelia vivía era mucho más iluminado, las paredes eran blancas, con detalles en celestes, todo parecía tener más vida, y ser más armonioso.
—Veo que a la Diosa Agnes le gustan mucho los colores oscuros. —Comentó Nami, tratando de tener una buena conversación, no quería que el momento que fueran a compartir, se volviera mucho más incómodo de lo que ya era. — No me malinterpretes, es muy hermoso este lugar, solo que resulta algo nuevo para mí. — Añadió rápidamente.
—Su color favorito es el rosado, yo lo sé, aunque ella no quiera admitirlo. — Sonrió, al decir aquello. — Pero ¿Te imaginas a la poderosa Diosa del Fuego viviendo en un palacio completamente rosa? — Preguntó, de manera divertida.
—Sería algo interesante de ver. —Nami soltó una risita.
—Supongo que este palacio busca reflejar su fuerza interior, ya sabes, poderosa, indestructible. — Su voz sonó exagerada, y lo acompañó con un movimiento de manos para darle un poco más de dramatismo a la escena. ꟷO al menos creo que eso es lo que ella quiere demostrar.
—Si eso es lo que Agnes busca, entonces tengo que decirte que, le sale a la perfección. — Respondió Nami, viendo como frente a ellos aparecía una pared completamente decorada con espadas.
Después de caminar por varios minutos más, salieron al fin de aquel lugar. Como el sol ya se estaba escondiendo, ya no hacía tanto calor, pero, aun así, de todas maneras, la temperatura seguía siendo bastante elevada.
Aidan se acercó a Nami y la tomó del brazo, este pequeño gesto causó en la joven Diosa un montón de sensaciones que nunca había experimentado antes. Una pequeña electricidad recorrió todo su cuerpo. El Dios del fuego la condujo por un pequeño camino delimitado por pequeñas rocas volcánicas. No tardaron mucho en llegar al lugar, ya que, como Aidan había informado, quedaba bastante cerca del palacio, y, Nami debía admitir que, si bien no era algo a lo que ella estaba acostumbrada, el paisaje si era bastante lindo.
—Ten cuidado, todo aquí arde. — Soltó él, y Nami consideró que tal vez, no solo se refería al pequeño río de lava que tenían frente a sus ojos. —No te acerques demasiado y ten mucho cuidado por donde caminas.
—No te preocupes, tendré cuidado. — Prometió la jovencita, acercándose cuidadosamente un poquito más para ver. Frente a ellos, el río de lava fluía con lentitud, espeso y burbujeante. El calor que desprendía era sofocante, y cada tanto, pequeñas burbujas de magma explotaban lanzando diminutas chispas al aire. Las orillas se veían irregulares, quebradas, así que, Nami entendió que no podía acercarse demasiado.ꟷ Tienes razón, todo parece estar demasiado caliente aquí.
—Sí, la está. — Aidan tomó una pequeña roca volcánica y la tiró al río. Los dos se quedaron en silencio, observando como esta se hundía lentamente en la espesa lava. —¿Te gusta? — Preguntó, esperando que la respuesta fuera afirmativa, porque, sabía que el reino de Fuego era distinto a todos los demás, pero, eso no le quitaba que fuera hermoso.
—Es lindo aquí, solo que... —Nami pareció pensar cuales eran las palabras correctas, no quería que nadie saliera ofendido. — Prefiero más el agua, pero, solo es cuestión de gustos.
—¿A caso estás diciendo que el Agua es mejor que el Fuego? — Preguntó Aidan, elevando una de sus cejas. —Vaya, y después los arrogantes somos nosotros.
—Yo nunca dije eso. —Se apresuró Nami en responder. —Pero, estoy acostumbrada a vivir rodeada de agua, no es que esté lugar no sea hermoso, solo que yo, tal vez me siento más cómoda con mi elemento, ya sabes, soy una Diosa de Agua. —Sonrió nerviosa.
—Lo sé. —Aidan soltó una pequeña carcajada, logrando estremecer a Nami por completo. —Solo estoy jugando contigo, es normal, es tu elemento, y es lo que has visto toda tu vida, además, esta tierra no es para cualquiera.
—Supongo que me puedo adaptar, soy agua, soy bastante flexible. —Nami sonrió dulcemente. — ¿Alguna vez has visto otro reino?
—No, nunca he salido de aquí, solo se cómo son porque mi madre me lo ha contado. —Aidan apartó la vista, y se concentró en los volcanes que veía a lo lejos. — Pero tampoco es como que quisiera hacerlo, este es mi reino ¿Para qué ir a otro? No hay espacio para nosotros allí.
—Entiendo. —Nami se agachó, y comenzó a mover con sus dedos unos pequeños pedacitos que parecían ser carbón. — A mí, me gusta la idea de poder conocer lo que hay más allá, no quiero quedarme con solo lo poco que he visto, Rebel me ha contado muchas cosas, ella ha recorrido este mundo un sin fin de veces, y me motiva a querer hacerlo también.
—Bueno, mi madre opina que la Diosa Rebel no se toma muy enserio las cosas, y que desperdicia todo su poder. —Soltó Aidan, agachándose, para quedar en la misma altura que Nami, que todavía seguía jugando con los pedacitos de carbón.
—Mi creadora también. — Soltó Nami, y ambos rieron bajito.
—Mira esto. —Con un movimiento de manos, Aidan hizo que la superficie de la lava temblara, como si esta respondiera a su llamado, obediente, hasta comenzar a alzase lentamente, entrelazándose en espirales brillantes que flotaban en el aire como si fueran hilos de fuego. Frente a ellos, los ojos de Nami miraban asombrados, mientras los hilos de lava se arremolinaban, hasta comenzar a formar la silueta de una mariposa completamente hecha de magma, que batió sus alas una vez, y luego se deshizo por completo en diminutos destellos rojos. La Joven diosa soltó una exclamación maravillada y se llevó las manos a la boca, conteniendo una risa emocionada.
ꟷFue hermoso. ꟷ Dijo. Era la primera vez en toda su existencia, que Nami sentía que solo era alguien más, alguien que se divertía y reía, sin tener que pensar en nada inteligente que decir, sin tener que buscar las palabras correctas que usaría una Diosa, era la primera vez que no sentía el peso del universo en sus hombros.
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Editado: 12.05.2025