Legado navideño

- CAPITULO 1 -

 

La navidad siempre es una época emocionante y a la vez estresante, soy un duende navideño y no, no tengo orejas puntiagudas ni mido menos de un metro veinte. En las series de televisión te inculcan que somos así cuando no es verdad, pero ese no es el tema.

Estamos a un mes de navidad y hemos iniciado los preparativos para la fecha más esperada del año, hoy es mi primer día, creo que no soy tan importante para los niños del mundo, pero me encanta mi trabajo, hornear postres, lo más emocionante ¡Es con la señora Claus! Aunque siempre la ayudo, es solo para cosas pequeñas, hoy ya es un trabajo oficial, solo espero poder con todo el trabajo.

Ya voy de camino, justo ahora estoy comprando chocolate caliente para iniciar el día. Estoy en la Plaza Duendesillo, es un lugar muy colorido, aunque los colores que predominan son el rojo y el verde. En esta villa están los demás duendes; que son los niños, ancianos y los que no decidieron ningún cargo en la fábrica, aunque muchos no lograron plazas de trabajo, no sé si me crean, pero para entrar a la fábrica hay una prueba muy grande, vayas al sector que vayas.

Yo soy muy afortunada, prácticamente me crié con la Señora Claus, por lo menos en navidad, desde pequeña mis padres me han llevado a la fábrica, mi madre trabaja dirigiendo de todos los duendes de empaque y mi padre trabaja en la Unidad Central, organizando quienes son los niños que recibirán y no recibirán regalo.

Por ello en navidad no me pueden cuidar por el trabajo, así que desde que tengo memoria, siempre que inician los preparativos para navidad, casi me la paso solo con la Señora Claus, ella me ha enseñado de todo, no solo a hornear, al ser la segunda al mando conoce cada lugar de esta fábrica, para que funciona y como funciona.

Gracias a ella se cómo manejar casi todos los sectores en la fábrica, menos el de regalos, cuesta mucho el ordenar cada regalo para cada niño, pero papá me está enseñando cuando puede, aunque ahora casi no desde la navidad pasada en donde casi dejo a un país entero sin regalos, pero esa es otra historia.

Aunque no dejemos de lado a Santa, muchas veces he podido estar con él, aunque no tanto como la Señora Claus, me ha enseñado su oficina, es muy hermosa; tiene un escritorio enorme, en un lado la lista de los nombres de todos los niños, una chimenea – que para ser sincera me escapaba para estar ahí – con algunas fotos, nunca he podido ver las fotos, porque siempre me regresan antes, aunque vi una, la señora Claus y Santa juntos y abrazados, una foto muy bonita.

Regresando al presente ya estoy llegando a la entrada, ya que soy una persona recurrente ya me conoce el guardia y me deja pasar.

-Hola Adara ¿Qué tal tu día? – Me saluda cuando paso junto a él.

-Con los nervios al 100% - Se ríe de mi y yo sigo mi camino.

Y como lo escucharon si soy Adara, Adara Sorní, la próxima jefa de cocina o eso esperamos -porque siento que la señora Claus no me dejaría algo tan importante como eso-. Tomo el pasillo derecho después de saludar al recepcionista, paso por la creación de juguetes luego por empaque de juguetes, el comedor, doy una vuelta en la sala de reuniones -que es un espacio grande y vacío- subo las gradas observo la oficina de Santa con ganas de ir a saludar, pero no puedo, ya voy tarde; y por último llego a la cocina.

Mi familia, la familia Sorní, es muy reconocida por ser los líderes, cada uno de mi familia desde muchos años pasados han sido lideres en alguna área, es como un legado entre nosotros, elegimos el área que mas nos desempeñamos o amamos y luego nos esforzamos para llegar a liderar esa área.

Ahora que ya estoy grande y pude entrar a la fabrica me toca seguir con el legado de la familia, a decir verdad me da mucho miedo el fallar, el no lograr seguir con el legado, al no ser humanos no tenemos como muchas oportunidades en destacar en algo aquí, son muy pocas cosas las que se puede, lo único que prácticamente es lo que haces aquí es el seguir el legado de nuestra familia, son muy pocas familias en las que cada uno trabaja en diferentes lugares al otro.

Entro a la cocina y encuentro a todos que ya están empezando a trabajar, hay muy pocos nuevos en esta sección, aunque no es que se cambien mucho los empleados en la fábrica, me pongo el delantal y me dirijo a mi lugar, yo estoy en la sección de galletas navideñas, a veces cocino y otras, decoro las galletas, definitivamente mi día favorito es cuando decoro las galletas.

Me encanta diseñar y esto es lo mas cerca aquí en la fabrica a decorar, diseñar y dibujar; todo esto es lo que más me gusta y si me dijeran que podría diseñar aquí seguro que elijo el diseñar los uniformes, son realmente horribles, pido perdón al duende anterior, pero estos uniformes son horribles.

-Hola – Saludo a Dulce, mi mejor amiga, es un año mayor que yo y ha trabajado aquí desde el año anterior.

-Hola, parece que no cambias, es tu primer día y ya llegaste tarde.

-Yo siempre llego temprano, lo que pasa es que tuve que pelear un poco con este uniforme – Señalo el uniforme con mis manos moviéndolas de arriba para abajo – Es horrible esta era la talla que me quedaba mejor – Agarro la manga pastelera y empiezo a decorar las galletas – No entiendo porque el que diseño esto tenia que solo ponerlo en tres tallas.

-Ni yo, no esta mal, la verdad el uniforme no me importa, solo a ti.

-Si, no sé porque, pero parece que soy la única que se da cuenta de esto.

-Si, además por si no te diste cuenta te perdiste de los anuncios matutinos de la Señora Claus de hoy.

- ¿Ya los pasaron?

-Si, nada muy interesante, que hoy empiezan las preparaciones para navidad, bienvenida a los nuevos, mm... ¡Ah! Y al parecer hay un anuncio de parte de Santa mañana.

- ¿Enserio? Debe de ser algo muy importante, Santa casi no da anuncios a menos que sea de vida o muerte.



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En el texto hay: fantasia, navidad, distopia

Editado: 24.11.2023

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