Legado navideño

- CAPITULO 17 -

 

Adara

Y si, mis fuerzas ya no pudieron, me siento totalmente horrible, acabo de despertar y la cabeza duele como no tienen una idea. No pude despertar bien hasta las siete y media en donde le mandé un mensaje a Dulce para avisarle que no me sentía bien y no iría a la fábrica hoy.

Luego de aproximadamente unas tres horas me levanté, me vestí con mi ropa normal, -que por cierto es muy raro que use- y me dirigí al restaurante para ir por un desayuno, ya que como saben mis padres no están y que seguro ni saben que estoy enferma. Simplemente la historia de mi vida.

Tenía algo de frío así que me vestí con una falda debajo de las rodillas color naranja a cuadros, de bajo una licra negra, una blusa color mostaza y una chaqueta negra hasta la altura de la falda.

El restaurante al que fuí fue nada más ni nada menos que el de los padres de Dulce, de hecho ella me mandó ahí. Dulce sabe que no hay nadie quien me cuide nunca, así que sus padres muy amables me ayudan, como hoy que me han preparado un platillo especial, el platillo de ¨la felicidad¨ como dicen ellos, solo nos lo dan a alguna de las dos cuando estamos mal.

Luego de la comida me sentí mejor y decidí dar una vuelta al pueblo. De camino recibí un mensaje de Dulce que le aviso a Santa que no estaba bien, él me dio el día para descansar, a Santa no le gustan los teléfonos personales, dice que le hacen estorbo.

Hay algo que siempre me hace sentir bien y es comprar, más específicamente libros. Me detuve en la librería luego de un rato caminando, revisé todos los libros que tenían, por primera vez en la vida creo que mis padres me han dejado de vigilar así que me atreví a ir a mi sección favorita.

Aunque no me crean me gusta mucho la ¨fantasía¨ como es llamado por los humanos, es sobre como ellos creen que es la magia, no están tan desviados, aunque aquí creo que no hay magia como ellos lo describen. Tome dos libros y los pague, nunca había comprado un libro que no sea con un título que incluya ¨la fábrica¨.

Aún no quería regresar a casa, aunque no me pase mucho tiempo ahí se siente una cárcel. Estaba muy tranquilo el día hasta que decidí ir al parque a visitar a los niños. Solo miraba jugar, cuando me tuve que detener porque vi al idiota de Ossian.

-Buenos días o buenas tardes mejor dicho -saludo con una sonrisa, ¿cuándo deja de fingir?

-Buenas tardes -saludo cortante y me paso de largo de él.

Seguí caminando con rumbo con los renos, no me iba a quedar en el pueblo para toparme de nuevo con ese idiota ¿No tendría que estar trabajando? Me detuve de nuevo cuando seguía escuchando pasos detrás de mí,

-¿Me puedes dejar en paz? ¿Qué ganas de estarme siguiendo por todas partes? -lo volteo a ver.

-Quería hablar contigo -se acerca a un metro de distancia de mi.

-Pues que buena suerte, que yo no quiero hablar contigo -me volteo y sigo con mi camino. Me sigue aun- ¡Te puedes alejar de mí! -me acerco a él.

-La verdad es que no -me sonríe, hago un ruido de desesperación y sigo con mi camino de nuevo.

-Bien, perdón, venía a pedirte disculpas, lamento haberte hecho cosas malas.

-Que bueno que lo lamentas, pero no creo que seas capaz de sentir eso -sigue caminando detrás de mí.

-No espero que me creas, pero te estoy diciendo la verdad -casi llegando al establo me detengo.

-¿Se puede saber porque me sigues aun?

-Te estoy cuidando -dice metiéndose las manos en los bolsillos.

-Gracias, pero no necesito a nadie que me cuide, pero ¿porque me quieres cuidar? -lo vuelvo a ver.

-Estas enferma ¿no? Por eso has faltado, me imagino, así que vengo a cuidarte -me quedé un momento analizando su expresión, al parecer está siendo sincero o eso creo, suspiro y me empiezo a acercar al duende cuidador.

-Como te dije, no necesito a nadie que me cuide -casi llegando a la puerta el duende me saluda abriendo la puerta del establo, pero me detengo porque me mareo. Comienzo a caer para atrás, pero siento como alguien me sostiene.

-Si que lo necesitas, deberías de estar en casa descansando, no paseando por todas partes -me ayuda a ponerme firme. Suspiro.

-Bien, te puedes quedar, pero no me molestes.

-Creo que me conformaré con eso.

-Entra -camino como puedo y entro al granero.

Tan solo me dejo caer al suelo porque si que ahora me siento cansada, ya me sentía así, pero quise seguir caminando, tendré que regresar antes de lo esperado. Tan solo espere y Blitzen se acercó.

-Hola ¿me acompañas a leer? -se acostó a un lado, lo imito Ossian.

-Deberías ir a tu casa te puedes poner pero.

-Si… -digo indiferente y sigo leyendo, en tan solo suspira y se queda ahí acariciando a Blitzen. Traidor, nunca dejas que nadie te toque y a este idiota si lo has dejado.

-¿Cómo es que te dejan entrar aquí? -rompe el silencio luego de algunos minutos.

-Soy casi la nueva líder, ahora ya no me prohíben nada -él suspira.

-Ya me había olvidado de ese pequeño detalle -me voltea a ver- ya te lo dije, pero se que no me crees. Lo siento, de verdad no quería hacerte todo lo que he hecho, he tenido algunos problemas y te han involucrado a ti de camino, -¿problemas? ¿cómo es que involucran a mi sus problemas?- además perdón por descargar mi enojo en tí, no tienes la culpa de nada. Lo siento de corazón todo y espero algún día llegues a perdonarme por hacerte pasar tantos malos momentos.

Nos quedamos en silencio y ninguno de los dos volvió a hablar. Leí todo lo que pude mientras Ossian dormía, que bien me cuida la verdad. Me intenté levantar del suelo de camino que despertaba a Ossian, de inmediato se dio cuenta que me costaba un poco y me ayudo, yo recibí su ayuda.

-¿A dónde quieres ir ahora? -me ve serio- ya deberías ir a tu casa y descansar.

-No quiero ir, no me gusta estar ahí, -le digo con toda sinceridad- además ya tengo hambre, pasemos a un restaurante a comer ya que tanto me sigues.



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En el texto hay: fantasia, navidad, distopia

Editado: 24.11.2023

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