Legalmente mío

CAPÍTULO 2

— ¡Hoy es el gran día! — Era viernes e iniciaríamos con la búsqueda de mi esposo. Oliver se mostraba más emocionado que yo. — Hoy conocerás a tu príncipe azul, de repente y te enamoras 

— ¡Estas loco Oliver! Nunca me llegaría a enamorar del tipo con quien me casé, por una simple razón. Si se casa conmigo solo lo hará por interés, no voy acabar como mi madre — ¿Porque todo mundo insiste con lo mismo? Mi mamá tenía un año de estar recluida en un centro de rehabilitación. Después del abandono de mi padre; nunca fue la misma mujer y se refugió en el alcohol. — Además para mí el único amor, es el que está en el dinero, con el cual no puedes lograrlo sino lo tienes

— Recuerda que hoy tenemos prueba de vestido, el cual ni siquiera has visto.  Tuve elegirlo a mi gusto 

— Tu tienes mejores gustos que yo — Bromeé, pero era verdad. Oliver era un hombre demasiado perfeccionista. Actualmente no tenía a ninguna mujer a su lado, desde que se enteró lo que mi abuela me propuso, se dedicó a organizarlo todo con la planeadora. Así que si ella tenía alguna duda, Oliver se la resolvía. 

Cuando era niña siempre soñaba con entrar al altar de la mano de mi padre y ser entregada a uno de los príncipes de Disney, que en esa etapa para mi era lo mejor que existía. ¡Que ilusa! Los príncipes no existen, ni las princesas, mucho menos el hada madrina. 

La realidad es otra, de niñas vivimos engañadas con los estúpidos cuentos de Disney, las típicas historias que enseñan que las mujeres siempre somos las que estamos en peligro y necesitamos de un príncipe para ser salvadas. ¡Puras mentiras! No necesitamos de un hombre en nuestra vida para ser alguien en la sociedad. 

— Te dije que era una mala idea lo del anuncio en el periódico. — Llevábamos media hora esperando que Kath, mi secretaria, nos anunciara la llegada de algún interesado en el anuncio. Pero nada que aparecía  

— Por cierto ¿Qué haces aquí? Se supone que debes estar trabajando. — Oliver era el jefe en la revisión de contratos, pero se la pasaba el día en mi oficina 

— No podía perderme la diversión, pero creo que estará más aburrido que misa el domingo.

Toques a la puerta interrumpieron nuestra conversación — Señorita, ya hay varios hombres en espera de la entrevista. — Anunció Kath — Disculpe que no lo haya anunciado antes, pero eran demasiados y estaba ordenándolos, se que a usted le gusta todo de manera organizada. 

— Kath ¿De cuántos estamos hablando? 

— Mejor, véalo usted misma. — Me puse de pie y me dirigí a la puerta. Mi asombro fue tal al ver la gran fila de hombres, creo que bajaban por los escalones, calculaba que eran como cincuenta 

— Creo que muchos quieren ese puesto de asistente que publicó en el periódico — Mencionó ¿Cómo rayos ella sabía del anuncio en el periódico? Se suponía que el periodico de la ciudad nadie lo leía. — Hasta el momento van ciento cincuenta números entregados.  Miré hacia Oliver, quien también miraba de manera sorprendida. 

— Oliver, solo lo publicaste en el periódico ¿Verdad? 

— Te juro que solo lo lleve al periodico y pedí que lo publicaran… 

Su expresión me indicaba que había algo más detrás de esa mirada — ¿Qué hiciste Oliver? 

— Te juro que solo lo llevé, bueno; pueda que haya pedido que saliera como portada principal y que lo anunciarán por toda la ciudad 

— ¿Qué hiciste qué? — La ciudad era un lugar en el que casi todos se conocían, y los rumores se movían como corrientes de agua en un río. 

— Pero son buenas noticias, al menos tendremos el día ocupado y tendrás varias opciones para escoger. 

¡Quería matarlo! Si no fuera porque era al único hombre que soportaba que estuviera a mi lado. Apretaba su cuello hasta dejarlo sin respirar. 

— Mejor empecemos, este día será demasiado largo — Me acomodé en mi escritorio, preparada la iniciar con las entrevistas

 

(...) 

 

— ¿Cuántos hacen falta? — Dije cansada 

— Solo cinco — respondió Oliver. Todo el día estuvimos entrevistando a un sin fin de hombres. En serio que a muchos me daban ganas de darles un disparo por las estupideces que hablan. Además al parecer se corrió el rumor que no era un asistente el que buscaba en realidad, sino era un esposo. 

“¿Es cierto que lo que necesita es un esposo?”

“¿Cuánto me van a pagar para soportarla?”

“¿Tendremos sexo todas las noches?” 

Otros que se presentaron con hojas de vida totalmente falsas. supuestamente tenían un coeficiente intelectual muy alto, pero eran unos idiotas. Así que mis esperanzas de que apareciera ese hombre que necesitaba, estuviera dentro los últimos cinco que quedaban; era imposible. 

— Esto fue una pérdida de tiempo. Llevamos doce horas sentados, entrevistando a idiotas — Hablé cansada. Esto en definitiva no había sido una buena idea

— No puedo creer que en esta ciudad no exista un buen hombre, todos son unos inútiles. ¿Si mejor buscas a un millonario? 

— ¡Claro que no! Esos son los peores, además se creen con el poder de manipular cualquier cosa a su antojo. 

— ¡Disculpen! — Kath entró a la oficina — Hay un último candidato, bueno él en realidad dice que viene por el puesto de correspondencia, ¿Lo dejo entrar? 

Nos miramos con Oliver — ¡Déjelo entrar! — Kath salió de la oficina 

— No tenía idea que teníamos ese puesto — Mencioné

— Yo tampoco — respondió Oliver, quien estaba ya sin corbata y saco, con la camisa fuera del pantalón y el cabello alborotado. A los pocos segundos la puerta fue abierta. Un hombre con traje apareció, llevaba en su mano una carpeta. Tenía un punto a favor, parecía su estado físico era excelente. Cabello negro al igual que sus ojos.

—  Buenas tardes, soy Adrien Lee y estoy aquí por el puesto en el área de correspondencia — El hombre era muy guapo, no podía mentir. Pero él no estaba aquí por el puesto de asistente. Pero algo me impulsaba a hacerle la entrevista. 




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