Capítulo 1:
❝Petición del jefe❞
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ஜAshley Olsenஜ
El cliché de toda protagonista de libro, telenovela o película al empezar, es el de despertar con los rayos del Sol colándose a través de su ventana, luego al mirar la hora en su despertador van tarde a su trabajo o colegio y se dan un buen baño, bajan a recoger dos tostadas un poco de jugo y se van pitando a su destino.
En mi caso, ser la chica de los recados tiene la ventaja de llegar sobre las diez casi once de la mañana, pero tengo la desgracia de ser una fija madrugadora de las siete en punto.
—¡Reina! ¿Ya viste la hora que es para que estés limpiando? ¡Es muy temprano! —Verónica me mira como si quisiera ahorcarme hasta desaparecerme.
Bueno, quizás me gusta adelantar todo en el apartamento antes de irme a trabajar.
—Deberías estar cocinado esos ricos tacos de la otra vez. —Entra diciendo Benjamín, relamiéndose los labios.
No soy mexicana, aunque si nací allí. Al cumplir un año de nacida, mi mamá se vino para aquí a España conmigo y mi hermano, desde entonces, he vivido todo mi vida aquí, y se puede decir que soy española nacida y criada aquí, a pesar de mi acento, pues no es digno de un español nativo, pero algunas veces me sale. Y según mi madre, mi padre era venezolano, mi abuela materna cubana y mi abuelo materno mexicano.
Verónica LaRoche y Benjamín Fister, son mis dos mejores amigos desde mis quince años. Ambos son nativos de Colombia, y al igual que yo, su acento se mezcla con el de aquí y otros más. Digamos que en mí habita varios acentos formando uno... al menos se me entiende.
—Dejaros de quejas y seguid en vuestra peli. —Les digo, pasando el trapeador frente a sus pies.
—¡Manda huevos! —Se queja Vero yéndose a la pequeña sala que compartimos— ¡¿A quién has salido, loca fanática de la limpieza?!
—¡Para más quejas diríjase a la casa de la señora Soraya Olsen! —Soltamos un par de carcajadas y seguido escucho subir el volumen de la tele.
—Mamacita.
—Uhm.
—¿Me harás esos taquitos bien riquísimos de la otra vez? —Me hace ojitos y niego divertida— Anda mamacita hermosa, vos harías cualquier cosa por este mancito, ¿si?
—Vos no tenés remedio, chamaco —Dejo el trapeador recostado a la pared y miro la hora en mi reloj—. Estás de suerte, tengo tiempo para hacerlos.
—¡Esa es mi chamaquita! —Chocamos lo puños y reímos— Andá, vaya a hacer los taquitos mexicanos que tanto me gustan, pero no como tus ojos que...
—Ni intentes ligar conmigo, rey —Me voy a hacia la nevera y saco los ingredientes—. No la tienes fácil, eh.
—Lo sé, mamita —Suspira pesadamente, dramatizando de más—. Sé que eres un hueso duro de roer. Pero pronto caerás en mi red, y de ahí no saldrás. Te volverás adicta a mi p…
—¡Vale! Que eso ni vos te lo creés —Me sonrojo de inmediato y él sabe el motivo, por eso se parte de la risa—. Andate a bañar, hueles a estiércol.
—Como usted mande, jefa —Me da un corto beso en mi cuello y logro zamparle un golpe en su brazo con el tenedor—. ¡Ay, jefa! —Se queja sobando su brazo mientras sale de la cocina— Qué agresiva te has levantado. A ver si el hijo de tu jefe viene hoy y te…
—¡Benjamín Fister te callás o no hay tacos! —Lo interrumpí, roja de la vergüenza.
No es secreto que el hijo de mi jefe es un tipazo buenorro de los que al ver solamente su cabello, ya estabas teniendo un orgasmo extremo visual.
Christian Teixeira, mi amor platónico de hace tres años.
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Sonrío al bajarme del taxi y ver la enorme y hermosa fachada de Teixeira’s Company Model. Fue fundada por el abuelo de mi jefe Diego, por allá en el ochenta y nueve, se fue modernizando al pasar los años, hasta el día de hoy es una de las que encabezan la lista de mejores agencias de modelos, esto podría ser la casa blanca si quisieran. Hasta tienen su propia marca; Teixeira’s Models, un gran centro comercial es abierto al público las veinticuatro horas de la semana, deslumbrando sus extravagantes y hermosos conjuntos y prendas.
La familia millonaria, los Teixeira, es un poco numerosa. Comenzando por la abuela Teixeira; Rita, vive en Brasil y es la madre de Diego (mi jefe) y Linda. Esta última no vive en el país, y le agradezco a los dioses que así se mantenga. Diego se casó con una española, Alondra, y tuvieron tres hijos en este orden: Javier, Priscila y Christian.
El último, el amor de mi vida.
Bueno, retomando el árbol familiar de los Teixeira, del lado de Linda, se casó con Henrik Corvallis y tuvieron de hija al diablo personificado.
En serio, no la soporto ni tantito.
—¡Buenos días! —Entro saludando a todos en la empresa con el buen humor elevado hasta el cielo.
Varios empleados me devuelven el saludo mañanero y otros se limitan a poner mala cara o simplemente pasan de mí.
Como bien acostumbrada estoy, hago caso omiso a estos últimos y los cotillas de la empresa, y me dirijo hacia la máquina robótica de café y bocadillos.
—Buenos días, señorita Olsen —La voz robótica me recibe al entrar—. ¿Qué va a pedir hoy?
—Buenos días, Xen —Lo saludo sentándome en el cómodo sofá—. Ponme dos capuchinos y uno solo.
—Enseguida.
Como cada mañana, vengo en busca de mi café y los de mi jefe y Jennie, su secretaria y una amiga para mí.
—¿Desea un bocadillo? ¿Tal vez un bombón? —Pregunta sacándome de la vista de mi celular.
—¿Bombones? ¿Hay bombones? —Pregunto incrédula.
Hasta hace tres días Xen sólo preparaba pequeños sándwiches de forma triangular y cafés. Y hoy me lo encuentro despachando… ¡Bombones!
—Así es señorita, Olsen.
—¿Desde cuándo hay bombones, Xen?
—Hace tres días el señor Teixeira envió a que instalaran un nuevo sistema para preparar bombones. ¿Quiere uno? Están riquísimos, según el noventa y nueve por ciento del personal.
—No, gracias.
Claro. Quién sino iba a hacer una cosa como esa. Aunque mi jefe no tiene ideas tan brillantes como…
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Editado: 17.08.2025