Legalmente mío

Capítulo 2

Capítulo 2:

❝Cambio de opinión, cambio de bragas❞

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ஜAshley Olsenஜ

—Y me dijo y cito: “Quiero que seas la acompañante en la fiesta de fundación de mi hijo Cristhian.” —Les cuento por la videoconferencia mientras me termino el desayuno. Hoy me iré más temprano a trabajar para no quedarme sola en casa, ya que Vero aún no termina su turno en el hospital y Ben anda lidiando con un montón de papeles desde anoche de un cliente que reclama la custodia de su sobrino— ¿No dirán nada?

—Bueno reinita… quizás si sea el destino tratando de juntarlos. O bueno, en este caso el señor Teixeira. —Me dice Vero seguido de un bostezo que intenta cubrir con su mano.

—¿Tú qué me dirás, man? —Lo miro con ojitos hasta que me responde saliendo de sus pensamientos.

—Mamacita, yo estoy de acuerdo con la Vero —Se acomoda mejor los lentes y revuelve su cabello—. A ver, vos decime ¿Cuántas veces os habéis tropezado en cada fiesta de fundación en la empresa?

—Vale, tiene sentido —Miento porque en realidad aún no hallo su lógica—. Pero, ¿por qué yo?

—Fácil. Porque sos hermosa, fuerte, trabajadora —Contesta Ben—. ¿Ya dije hermosa?

—Lo sé chicos, sé lo que soy —Suspiro—. Una simple chica de los recados. ¿Para qué mi jefe quiere que sea la acompañante de su hijo? ¡Soy la chica de los recados!

—Okay baby, cálmate un momento que no estamos contigo para que la Vero se encargue de tu presión.

—No sé qué hacer. —Escondo mi rostro en mis manos.

—A todo esto… ¿Qué respuesta le diste, Ashley?

Ostras… ¿Le digo la verdad?

—¿Reinita? ¿Te congelaste, perdiste señal?

—No —Alzo la vista hacia la cámara—. Sigo aquí.

—Entonces, ¿qué le respondiste? —Insiste Verónica y no evito hacer una mueca al recordar.

—Por tu cara —Habla Ben— me imagino que fue un “no” y ahora estás arrepentida —Ni siquiera sé cómo responderle—. ¿Fue un si entonces?

—Ashley, ¿qué pasa?

—No me maten ¿si? —Pido, respirando pedadame.

—¿Qué hiciste, jefa?

—Quizás —Bajo la mirada evitando mirarles— entré en pánico y… salí corriendo de su oficina.

—¿Qué? —Escupen los dos al conjunto, incrédulos.

—Y me escondí en el archivo hasta ni hora de salida. —Aprieto los ojos con fuerza como si eso fuera a solucionar el problema.

—¡Tan boba! —Dice Ben y ambos se carcajean con ganas.

—Pinche güera esta —Reclama Vero entre risas—. ¿En qué coño pensabas cuando huiste? ¡Eres mexicana! ¡No te debías rajar, mana!

—Lo sé —Vuelvo a esconder mi rostro entre mis manos—. No sé ni con qué cara veré mañana a mi jefe.

—¿Tienes más jetas que la de por las mañanas en donde te sale un rastro de baba de aquí? —Pregunta Benjamín señalando la comisura de sus labios y por suerte para él, se encuentra del otro lado de la cámara, porque si estuviera aquí juro que su jeta iba a sangrar.

—¡Cállate, man! —Le grito sonrojada y se burlan de eso por minutos.

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«Bien, aquí vamos, respira hondo y no pierdas la cordura por la mínima cosa que tenga que ver con Cristhian Teixeira». Me doy ánimos antes de girar la manilla de la puerta.

—Buenos días, señor Te…

Y mi buen discurso se fue al garete.

Si ayer huí de la oficina de mi jefe por su petición, creo que hoy me mudo de país al salir por su ventana de costoso cristal.

Cristhian Teixeira está sentado en el sofá de dos plazas tapizado de cuero oscuro, atendiendo a su celular, mientras que su padre (o sea, mi jefe) está atento a mí.

¿Y ahora qué sigue? ¿Qué sea el CEO de esta empresa? ¡Ay, que diosito me ayude y que el señor Teixeira se quede más tiempo como el CEO de la empresa para que no ponga a su hijo al mando!

—Señorita Olsen, buenos días —Habla mi jefe y señala el sofá dónde está su hijo—. Siéntese por favor.

¿En serio me sentaré a su lado? ¿Por qué mi vida es un cliché? ¿Estoy protagonizando un libro o película y no me he enterado?

Tragando fuerte y con pasos torpes, me dirijo hacia el Cristhian… Digo, el mueble, si, eso, me dirijo hacia el mueble. Me siento a su lado nerviosa y me tengo que pellizcar para comprobar que no sea un sueño.

¡Madre mía, estoy que flipo! ¡Estoy a milímetros de tocar el cuerpo de mi amor platónico!

—Ya conoce a mi hijo —Asiento hacia mi jefe que ahora mira a su hijo—. Cristhian —El aludido lo mira con desinterés y mi jefe me señala—. Ella es Ashley Olsen.

Cristhian voltea su rostro hacia mi, me mira unos cortos segundo y vuelve a su teléfono.

Vamos, Bien, Ashley, vamos bien.

—Si, la chica de los recados —Escuchar su su voz es como tener un orgasmo auditivo, pero no sus palabras claro, al menos la segunda parte—. Cómo olvidarme de ella y su torpeza.

«Va, que al menos me recuerda». Me animo por dentro.

—Bueno… —El jefe carraspea, aligerando el ambiente creo yo— Sé que lo hablamos ayer, Ashley, pero ya que estáis ambos aquí, lo volveré a decir.

¡Ay, Hostia! El temita de ayer antes de huir de la oficina, que por cierto, me perdí la entrada triunfal de Cristhian a la empresa en la tarde.

Ahora, mirándolo aquí sentado, sin interés alguno de este asunto, me pregunto si él está de acuerdo con que yo y mi torpeza sean su compañía en la fiesta de fundación.

—Ashley será tu compañía en la fiesta de fundación. —Le dice mi jefe a su hijo y…

Espera ¡¿Qué?! ¡¿No le había dicho nada?!

—¿De qué hablas? —Cristhian se precipita hacia el escritorio de su padre, con el ceño fruncido— Ya te dije que iba a ir con Karol, papá.

¡Joder! ¿Acaso no podría ser otra que Karolina Leal? Esa y su amiguita son un dolor en el culo. Son las típicas rubias millonarias que terminan siendo las brujas de la historia. ¡¿Pero que os digo?! ¡Mi vida es un completo cliché!

Ojo y aclaro; no tengo nada en contra de las rubias, sino de ESAS rubias.

—No está a discusión, Cristhian. —Le dice su padre fuerte y claro.




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