Capítulo 3:
❝Porque todo lo que hago es rico❞
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ஜAshley Olsenஜ
-¡Hasta que respondes, capulla, me hago planta aquí fuera!
Me río al oír la exclamación de mi hermano, pero me callo de golpe al reaccionar.
-¿Asher?
-¿Dónde dejaste las putas llaves de repuesto? -Me ignora deliberadamente, de su lado se escucha un par de ruidos.
-¿Para qué quieres las llaves de repuesto? ¿Estás en Madrid?
Frunzo el ceño confundida. Se suponía que habíamos quedado en que yo iría a visitarlos a ellos en estos días, no ellos a mí. A ver, no me mal entiendan, amo a mi pequeña familia y los extraño un montón. Pero digamos que no es la mejor decisión para ella, mi madre, venir hasta aquí.
-¡Claro! Por algo te pregunto por las llaves ¿no? -Suelta en un tonito burlón que me hace rodar los ojos.
-¿Viniste solo o con mamá?
-Capullita, ¿cuál es el interrogatorio? -Se ríe- Vine solo para lo que te hablé el otro día. Sabes como de terca es Soraya Olsen y no me dejó al menos pedirle a la vecina que le echara un ojo.
-Solo estoy preocupada.
Lo escucho suspirar cuando respondo y continúo, mirando a través de los cristales a mi jefe y su hijo conversar con semblantes un tanto molesto.
Lo peor que es que no entiendo ni putas y me quiero enterar si hablan de mí y la situación en concreto.
-Además, me hubieras dicho para yo ir a quedarme con ella, no me gusta que se quede sola.
-No te lo hubiera permitido y lo sabes.
Asiento con un suspiro, aunque no me pueda ver, porque tiene totalmente la razón. No es la primera vez que Soraya Olsen hace eso.
-Las llaves de repuesto las trae Verónica, y Benja está en los juzgados. Llámala, aunque ella debe estar durmiendo porque su turno en el hospital fue en la noche.
Reprimo un suspiro de idiota cuando noto desde aquí la sonrisa de Christian.
-Está bien, la llamaré.
-Ahora no puedo hablar, Asher -Le digo cuando veo a padre e hijo mirar en mi dirección- Espera a que llegue y no toques nada en la cocina, que te conozco.
-Vale pues, como tú digas, princesa.
Me cuelga, tras lanzarme un beso y sonrío, bloqueado el teléfono. Solo él podría saludarme con un “Capulla” y despedirme con un “Princesa”.
-Papá, no creo que sea conveniente que Ashley vaya conmigo a la fiesta -Escucho decir a Christian, justo cuando estoy por abrir la puerta-. Sabes cómo estarán los rumores, sin contar que ya le prometí a Karolina que iría con ella.
-Esta chica, Karolina, no te conviene y lo sabes -Las palabras de Diego, parecían tener un trasfondo más de lo que mostraba, uno que solo ella conocían-. Le darás tu tarjeta, esa que poco usas, para que vaya a nuestra tienda a comprarse un lindo vestido.
-No tiene sentido eso, ¿lo sabes? -Suelta una risita- Compraría yo mismo el vestido, los zapatos y las joyas si supiera sus medidas.
-Pero no lo sabes, dale tu tarjeta.
Era tan extraña la conversación que me sentía fuera de lugar, y lo estaba, no tenía porqué estar escuchando tras la puerta. Pero, hablaban de mí, y fue imposible no escuchar. Aún así, no me quedo más tiempo aquí a ser descubierta, empujo la puerta, interrumpiendo su charla.
El aire se vuelve tenso de inmediato, pero intento romperlo con un carraspeo y un balbuceo que me hace querer llamarme idiota embelesada.
—Entonces...
—Irás con Christian a la fiesta —Determina Diego Teixeira y mira a su hijo—. Él te dará lo necesario.
El silencio vuelve a reinar, pero no por mucho. Consigo salir y continuar con el trabajo, evitando quedarme un minuto más con ambos. Pero ni siquiera llego a mi puesto, voy directo a la sala de descanso y me lanzo al sofá.
—¿Xen?
-¿Si, señorita Olsen?
-Ponme un café extremadamente fuerte.
-Enseguida.
Masajeo mis dientes, sintiendo pequeñas palpitaciones que sí las descuido, se convertirán en migrañas y no quiero eso. Necesito dejar de pensar en Christian, la fiesta, la rubia, mi jefe y la tarjeta sin límites que planean darme.
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-Les juro que me sentí un poquito humillada viendo cómo discutían sobre mi vida laboral. Pero lo que más duele y joder, no debería dolerme así de feo, es que por momentos Christian se mostraba a punto de herirme verbalmente... Cómo si yo no estuviera... Cómo si se estuviera conteniendo.
Les hablo, haciendo énfasis por segunda vez en lo mismo, mientras sorbo mi nariz enrojecida a causa del resfriado que pesqué hace tres días. Sólo me queda la moquera de mierda ésta, que veces a me sale la voz nasal.
-Quieren darme una tarjeta sin límites para comprarme en su tienda lo que usaré en la fiesta... como si yo no tuviera ni un peso partido a la mitad. ¿Pueden creerlo? -Añadí, maldiciendo a todo por lo mal que me sentía.
-Ese jefe tuyo bien pan de Dios qué se veía... -Verónica niega con molestia- Que cabrón se comportó.
-Y ese man -Dice Benja, fastidiado-. Bastante cabrón también eh. ¿Querés que le reviente la jeta?
-Igual se le puede reventar la arteria al viejo. -Sugiere Vero, con una mirada pensativa.
-Chicos, dejaros de ideas sangrientas -Aspiro por la nariz, lloriqueando en mi mente por la obstrucción de los mocos en mi nariz-. Estoy bien, en serio.
-Bien cabrón y todo, pero yo te veo todavía colada por el man. -Verónica lanza la primera puya, haciéndome rodar los ojos.
-¿Para qué contradecir verdades? -Le sigue Benja, abriéndose un debate entre ellos dónde quedó de espectadora.
-¿Será masoquismo?
-Hay que averiguarlo.
-Oye sí -Vero se ríe-, porque mira que la reina está frita en la carretera con el carechimba ese de hace ratote... Uyuyuy
-¡Bueno! Pero dejad a mi capulla tranquila -Mi hermano viene a mi rescate apareciendo en la sala- Si la seguís agobiando con el cabrón claro que no se olvidará ni de sus envidiables pestañas.
Y si. Se me había escapado una vez y lo dije frente a mi hermano. Fue algo como «¿Por qué no tuve unas pestañas así de envidiables?». Además, no había que ser genio para saber que hablaba del mismo Christian Teixeira si estaba mirando la foto reciente que subió a su estado.
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Editado: 18.09.2025