Un amor puede nacer aún en el pantano,
cuando todo se ve perdido y una vez que llega todo se transforma.
Londres, Reino Unido.
Leigh
Día doscientos treinta y uno, aún sigo aquí esperando que un milagro suceda. Aún sigo esperando que alguien mágicamente crucé esas puertas y me digan que estarás bien, pero solo veo como las caras de preocupación son más, mientras solo observo como ella sigue igual.
Mi padre por su parte se que intentá no mostrarse mal conmigo, sino todo lo contrario intenta animarme mientras yo estoy horas junto a ella, haciendo sus ejercicios, pero en realidad él está viendo como el amor de su vida aún sigue sin dar respuestas desde ese accidente de tránsito hace casi un año, él está dando todo de sí por ella, sé que no me lo ha querido decir pero incluso nuestra casa está hipotecada por los numerosos tratamientos de mi madre, para que esta vuelva en sí.
Esto último no es algo que me hayan contado, sino que yo misma he visto algunas notificaciones judiciales sobre la falta de pago de la hipoteca.
Ni siquiera mi trabajo como ayudante de pastelería es suficiente, y ya no nos queda nada por vender pero estamos bien con saber que por más que terminemos endeudados estamos haciendo todo por ella, de nada nos sirve tener una casa y estabilidad financiera si no la tenemos a ella.
Mi padre entra nuevamente a la habitación y la observa en silenció.
—¿Nada ha cambiado? —pregunta sentandose junto a ella.
—Nada, solo le han cambiado la vìa.
—Hija, yo quiero pedirte perdòn por obligarte a estar en una situaciòn asì, tu eres jòven, tu deberìas estar pensando en que hacer en la noche, salir con tus amigos y centrarte en tus cosas, pero no solo estàs aquì en el hospital o en tù trabajo, porque yo no soy capaz de poder darles una vida mejor y no depender de tu apoyo económico, y tampoco soy capaz de poder ayudar más a tù madre.
Esa es la misma impotencia que yo siento a diario al ver que nada de lo que hacemos es suficiente para traerla de regreso y el ver que mi padre intenta mantenerse de pie por mí más que por él mismo.
Beso su mejilla y salgo de la habitación dejándolos solos.
Se me estruja el corazón.
Levantó la mirada para encontrarme con el médico de mi madre.
—¿Se encuentra bien? —me pregunta a lo que le doy entender que sí, algo desbordada por las lágrimas.
—Si, lo siento es que es la situación que me tiene algo descompensada emocionalmente, ver a mi madre así y a mi padre, me es difícil ver a mis padres mal, ningún hijo quiere imaginar siquiera ver a sus padres así al menos.
—Tengo entendido que su situación económica tampoco es la mejor, hoy me llego una noticia por parte de finanzas que ya le han dado una notificación a su padre que tiene cinco días para acreditar los pagos faltantes o nos veremos en la obligación de tener que trasladar a su madre a un hospital público.
—¿Qué? ¿Trasladarla? ¿Pero su tratamiento? Usted ha mencionado cuando ella fue ingresada que el tratamiento que comenzaron a aplicarle era casi la única solución para lo dañado que está su sistema después de tantos intentos de regresar, y es único del Memorial, no pueden dejarla morir por no tener dinero para el tratamiento, por favor, no la dejen morir, haré lo que sea para conseguir ese dinero lo antes posible.
Mi llanto desesperado comenzó a llamar la atención de varias personas allí, pero me fue inevitable no verme como una persona muy fuera de si, pero el temor de perder a una de las dos personas que mas he amado en mi vida me desgarra demasiado y se que no me será facil encontrar tanto dinero como el que cuesta el tratamiento en cinco días, pero es muy pronto para dar todo por perdido.
—Señorita, le aconsejo que salga afuera a tomar algo de aire, lleva muchos días aquí esperando que ese milagro ocurra y debe salir a despejarse, ver algo diferente, hablar con personas, vivir como una jovencita fuera de este hospital.
Lo miro muy molesta.
Simplemente no puede pretender que puede venir y decirme que tal vez en cinco días dejen a mi madre a su suerte y luego pretender que salga a vivir la vida, como si todo fuera tan simple como presionar un botón para que mis emociones y mi vida se encamine de una forma distinta.
—Me iré a buscar el dinero que mi madre necesita, no descansaré hasta conseguirlo no importa si tengo que vender un riñón, pero no se preocupe por mis emociones que estarán en orden en cuanto logren que el tratamiento funcione y pueda volver de la mano de mis padres a casa.
Veo una pequeña sonrisa en la cara del Doctor Williams, no digo nada al respecto porque no creo que sea buena idea pelearme con el médico de mi madre, pero tampoco quiero que tome esta situaciòn como algo digno de sonreír, él podrá estar feliz de saber que pronto tendrá el maldito dinero para el tratamiento, pero yo me veo entre la espada y la pared porque no tengo una solución en mis manos para resolver todos mis problemas, sino que todo depende de la compasión que me puedan tener, soy consciente que tengo todos los medios agotados pero no importa, encontraré la solución.
Una vez que salgo del hospital comienzo a llamar numero a numero de personas que me podrían dar otro trabajo o prestar el dinero, estoy tan desesperada que incluso aceptaría convertirme en esclava por años de una persona que no me pague ni el bus, con tal de saber que ella sigue teniendo la oportunidad de vivir y probablemente ser la misma mujer que fue antes.
#210 en Novela contemporánea
#659 en Novela romántica
matrimonio familia amor, matrimonio arreglado poder riquezas
Editado: 04.01.2025