Anthony.
Todo en ella me provoca rabia, porque tiene cara de inocente, pero su mirada es totalmente altanera.
Todo el tiempo en su rostro se ve el desafío, totalmente despreocupada ante mis palabras.
Provoca tanto odio en mi, que para callar un poco todo lo que decía mi mente decidí besarla, pero poco duró porque ella inmediatamente se separó de mí y me abofeteó.
Sus ojos me transmitían un gran enojo, y la mirada inocente desapareció.
—Ni se te ocurra volver a hacer eso, en primer lugar yo no te he dado el derecho a besarme cuando se te ocurra, y mucho menos estoy obligada a lidiar con tus problemas de macho posesivo, esto no es real, no importa que tengamos que aparentar que lo es, cuando no hay nadie a nuestro alrededor no te voy a dejar que hagas una idiotez como la que acabaste de hacer, ni pienses en ponerme una mano encima.
—Por favor, ¿Cómo crees que podremos mantener un matrimonio sin sexo? ¿Qué piensas que haremos en la luna de miel? ¿Vernos las caras?
—En realidad, no pienso tener una luna de miel, no me importa tener absolutamente nada contigo simplemente hago esto porque me conviene, pero estás muy lejos de ser el tipo de hombre con el que realmente me gustaría casarme.
—Mirala a la chica inocente, como saca las garras, pero tú no seras quien mande en este matrimonio, tú harás lo que yo diga.
Ella ladea la cabeza antes de carcajear.
—No, yo no estaré para tú obediencia, sólo obedezco a personas que para mi son figura de respeto, a ti en el poco tiempo que te conozco me has dado muchos puntos más para confiar en tí, eres todo menos confiable.
—¿Y tú piensas que yo confiaré en ti? Estoy seguro que cualquier día esperarás que me duerma para clavarme un puñal.
Ella sonríe.
—¿Ir presa por ti? No gracias, prefiero ocupar mi tiempo en otra cosa, después de todo para ti tengo una mejor opción que se llama divorcio.
—Tú no te vas a divorciar de mi, no permitiré que después de mi puedas tener otro hombre. —Ella simplemente suspira como resignada antes de darse la vuelta intentarse marchar. —Te estoy hablando muy enserio Ainhoa, si te casas conmigo no te pienso dar el divorcio, mujer que es mía, es para siempre.
—Nosotros no nos llevamos bien, mucho menos nos amamos ¿Cómo crees que haríamos durar algo entre nosotros? Eso es imposible.
—Amarme podría salirte muy caro, porque yo no me limito jamás de ninguna forma, y tú tienes cara de ser una niña muy buena, demasiado para poder destruirte o enviarte a terapia.
—Yo veo más probable que tú te enamores de “niña buena” a qué sea al revés, yo ya tengo idealizado que es lo que quiero para mí, y tú estás bastante lejos de serlo, yo quiero a una persona que realmente me ame, sea detallista, atento, me escuche y no le importe dar todo de si por mi, eso es lo que quiero y no espero nada menos que eso.
—Pues entiende que así no será, yo no te amaré.
—¿A qué le tienes miedo? Mira yo sé que probablemente yo no sea la persona a la que tengas que amar, pero un día llegará una persona que revolucionará tu mundo, y si sigues limitandote así lo pasarás muy mal, el amor que no se vive es mucho más duro que aquel que al final de la historia terminó, deberías de hablar eso con un terapeuta o algo por el estilo, salvó que consideres que yendo a terapia no sea lo único que se destape.
Sujeto su brazo con algo de fuerza.
—No creas que tienes el derecho sobre opinar lo que necesito o no, solo eres la esposa que mi familia desea para mí, nada más.
Sus ojos están llenos de ira, la misma ira que despierta en mí.
—Exacto, solo soy la esposa que ellos han comprado para ti, porque solo por eso me caso contigo, porque me das algún beneficio porque si no fuera así, créeme muy lejos de tí estaría.
Su pecho sube y baja a un ritmo muy acelerado de la rabia que carga encima.
Paso mis manos por ambos lados de su cadera aproximandola a mi, ella queda pegada a mi pecho así que le susurro.
—Es bueno saber porqué estamos aquí, con las cartas a la vista, tendremos tiempo para desquitarnos ya sea discutiendo o sobre sábanas, ya encontraremos nuestro punto de inflación.
—Y tú sigues creyendo que me tocaras, conmigo estarás en total abstinencia.
—Eso lo veremos, yo jamás te obligaré que estés conmigo, pero si yo no estoy con nadie, tu menos, porque más allá de todo por respeto a mis valores, te tengo que prometer fidelidad, porque si hay algo que detesto es la deslealtad y si vamos a comprometernos, espero que al menos en eso sea enserio.
Ella me mira unos segundos antes de asentir.
—Creo que por fin
encontré algo en común contigo.
#501 en Novela romántica
#209 en Chick lit
matrimonio familia amor, matrimonio arreglado poder riquezas
Editado: 05.04.2025