Leigh.
Cada paso que daba me hacía poner super nerviosa, siempre la mirada de Gethiel sobre mí, su mirada amedrentaba a cualquiera y más en la forma molesta en la que me miraba.
Miro hacia otro lado intentando no pensar en esos negros.
—Señora, aquí está su pastel para llevar. —digo entregandole su pedido.
Veo por la ventana cruzar corriendo una de mis compañeras y suspiro, ya al menos no estaré sola.
La señora me entrega el dinero y se marcha, me doy la vuelta encontrándome con Gethiel muy cerca de mí.
—¿Qué tanto miras por la ventana? —dice muy cerca de mí.
—Yo solo, Evie llegó recién debe estar cambiandose.
—¿Es así o vigilabas donde esta tú “prometido”? —dice tocando mi cabello.
Apartó su mano de mí.
—¿Qué problema tienes conmigo? No lo entiendo, se que ayer falte y demás, pero parece que hoy te has decidido a sobrepasar mi paciencia.
—En realidad, te estoy dando motivos para que te vayas, el jefe está muy molesto contigo y sé de alguien que necesita este trabajo.
—Si no me quieres aquí, despídeme, tienes la potestad para hacerlo, yo también tengo otro lugar donde estar que es con mi madre, y la liquidación me viene perfecto.
—No te voy a despedir, tú al final del día vas a renunciar.
Evie entra a mi campo visual y su mirada va directo a nosotros.
—Gethiel ya estoy para tomar el turno. —dice interrumpiendo la conversación poco amistosa para mi.
—Ya están atendidas todas las mesas, las siguientes dos son tuyas. —digo para salir casi corriendo a limpiar la mesa que la señora había desocupado hace unos escasos minutos.
Evie se quedó recibiendo las indicaciones, busqué con la mirada a Anthony en la otra calle y no lo encontré lo que me hizo respirar con mayor tranquilidad, seguro fue con la pequeña.
Evie se acerca a mi.
—Lo he escuchado hablar contigo, su hermana ha llegado a la ciudad y está atravesando una mala situación, tiene dos niñas pequeñas y se está divorciando, está viviendo con él. —dice tomando un bolígrafo cuando escucha la campana. —Entiendo que no tiene porqué ofrecer tú trabajo, pero teniendo en cuenta que tienes muchas llegadas tardes y faltas entiendo porque lo hace, además entre nos, siempre he creído que en algún momento se interesó en tí, pero como siempre estas en tu mundo muy lejos de este jamás lo has notado.
—Pues debería pedir su hermana el trabajo, como todas lo hemos hecho, no utilizando el trabajo de otra persona.
—Estuve hace dos días cuando él habló con el jefe y en realidad le respondió que estamos completos y que no necesita más personal e incluso le parece que en estos días deberá evaluar porque tiene a muchas personas detrás de la tarima y pocas atendiendo cuando en realidad la clientela se centra en las mesas.
—No me harán renunciar, necesito el trabajo y todos lo saben, sé que tengo mis faltas y demás, pero no me puedo permitir hacer recaer todo el peso económico sobre los hombros de mi padre, así que si quiere hacerme perder los estribos para que renuncie no lo conseguirá.
—Sabes, eso es lo que tienen ustedes dos en común, ninguno de los dos renuncia a lo que se proponen, pero tú no soportas los pies de guerra, así que tal vez es mejor que lo reconsideres.
Yo la miro mal antes de caminar rumbo a los casilleros.
Yo no voy a renunciar, se que este no es mi trabajo soñado y mucho menos el lugar soñado, pero mi mamá se ha llevado todo nuestra estabilidad económica, y por más que ya haya encontrado la forma de poner en orden los gastos médicos, mi mamá el día de mañana cuando salga del hospital tiene que tener una casa a la cual llegar, tiene que tener mínimo tres comidas, y no es algo que se vaya a resolver por arte de magia.
Sinceramente siento mucha rabia, demasiada como para suponer que esto con el correr del día no irá en incremento, quiero golpear algo, así que voy a la cocina.
—Hola chicos, ¿necesitan ayuda por este lado? es que las mesas estan muy tranquilas.
—Harás que nos despidan a todos. —habla uno de ellos muy alarmado. —No vaya a ser que al final a la hermana de Gethiel le sirva un puesto en la cocina.
—No soy una nube negra de desempleo. —muy ofendida salgo de la cocina para encontrarme otra vez con él mosqueandome.
—¿Ya te has decidido a dejar el trabajo? —me pregunta y lo ignoro unos segundos.
—Entiendo que le estés buscando un trabajo a tú hermana, pero no creo que sea buena idea agarrarla conmigo, cuando en realidad estoy aquí cumpliendo con mi trabajo, además honestamente, creo que ella podría buscar algo mejor donde no suponga estar bajo la subordinación de su mezquino hermano.
—¿Acabas de llamarme mezquino? ¿Por qué supondría para tí que soy mezquino?
—Pudiendo encontrar algo mejor a tú hermana aquí estás, buscando que ella se encuentre bajo tus órdenes, tan poca fé le tienes para creer que no puede encontrar algo mejor de lo que tú has tenido. —arremeto contra él, porque si supone que voy a renunciar, es mejor que me despidan al menos tendría una liquidación justa para poder cubrir aunque sea los gastos del mes y del próximo mes, buscar un mejor trabajo que este no creo que sea difícil.
—¿Desde cuando una simple mesera se da el lujo de ser tan altanera? —Dice para tomarme del brazo.
—Y ¿Desde cuando tú te crees con el derecho de poder tocarme? Así seas el encargado de turno, no tienes porque hablarme como lo haces y mucho menos tocarme, tú sobrepasas la línea y me estarás dando luz verde para también hacerlo.
Y sin más lo deje con la palabra en la boca porque ya no estaba dispuesta a volver a escucharlo salvó si pensaba despedirme.
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Editado: 05.04.2025