13.

Leigh.

Kaia cansada de nuestro largo día se recuesta en mi cama, con su cabeza sobre mis piernas, yo como si fuera un acto reflejo comienzo a tocar su cabello.

Anthony me mira desde el otro lado de la habitación en un completo silencio, hasta que su teléfono vibra y lo mira unos segundos antes de decirme que tenía que salir a ver un asunto pero volvería más tarde por ella, yo asentí aún acariciando su cabello.

Kaia se da la vuelta para observarme antes de sonreírme ampliamente y volverse a dar vuelta aferrandose a mis piernas.

—Me gusta que toquen mi cabello. —confiesa. —Mamá lo hacía siempre con sus cuentos hasta que me dormia.

Le sonrío porque en definitiva es algo de la niñez que tenemos en común.

—Mi mamá también lo hacia, yo recuerdo pocas cosas de cuando era niña pero las manos de mi madre acariciando mi cabello es algo que simplemente no se olvida, mi cabello no era tan largo como el tuyo, recuerdo que cada noche ella desenredaba mi cabello antes de dormir y acariciaba mi cabello, sus manos tenían olor a vainilla por la crema hidratante que se untaba cada vez que se bañana, ese aroma hasta el día de hoy cada vez que lo siento pienso en mi madre.

—Mi mamá era como una mariposa, a mí me gustan mucho las mariposas, ella decía que las mariposas eran tan libres como uno debería de serlo.

La escucho en silencio intentando entender qué era lo que buscaba transmitir su madre a través de esas palabras, que probablemente para una niña tan pequeña eran cuentos y fantasías pero para una adulta es la verdad de la historia.

Sueños de libertad era lo que me decía mi intuición sobre esas palabras.

Sueños de querer escapar de la realidad que se presentaba delante de sus ojos.

La niña pequeña con su cabeza sobre mi regaño me narraba palabras de su madre como si cada palabra estuviera grabadas en su mente como lo más preciado.

Entender que su madre desde pequeña ha estado trabajando para que su niña a pesar de todo tenga sueños e ilusiones por el que luchar y ella hoy lo ve como cuentos es increíble, porque la semilla ya está allí y seguramente cuando tenga capacidad de entendimiento esa semilla crecerá y se transformara en un árbol tan fuerte como serán sus luchas y creencias en una familia donde aparentemente la quieren hacer crecer en una cajita de cristal.

En un momento ella se queda en silencio y se aferra un poco más a mi pierna antes de susurrar.

—No quiero que me dejes sola, todos me dejan sola, solo mi tío se ha quedado, sólo él.

No digo nada solo me quedo con sus palabras resonando muy dentro mío, acaricio su cabello en silencio hasta que finalmente se queda dormida.

Miro la foto sobre mi mesa de noche, mis padres con una gran sonrisa y yo simplemente sonriendo como cada día que he compartido con ella.

Todo ya parece mas que claro para mí, espero a que Anthony regrese y luego de una hora de haberse ido así lo hace, en silencio se recuesta en el sillón que tengo ubicado al lado de mi ventana, es mi espacio de lectura y meditación cuando siendo que estoy por colapsar, se lo ve cansado así que lo dejo descansar mientras continuó observando a la pequeña en mi regazo.

Ella merece todo, es tan injusta la vida con ella que su padre jamás ha estado lo suficientemente interesado en ella que no hizo acto de presencia ni cuando era lo único que le quedaba, su mamá falleció y ella es muy pequeña para tener una historia tan triste, y entiendo realmente que Anthony este haciendo todo esto por ella, yo no tengo hermanos como para entender lo que uno hace por ellos mucho menos tengo sobrinos, pero imagino lo que también ha sido para él perder a su hermana y que lo están amenazando con enviar lejos a Kaia.

Anthony duerme en mi sillón, la noche cae tan deprisa que me tomó de sorpresa dormirme con la pequeña.

A la mañana cuando despierto me encuentro a Anthony aún durmiendo en ese sillón reclinable color beige casi en la misma posición donde estaba antes de dormirme, la diferencia es que se sacó su saco y lo usa de manta, mientras yo me encontraba arropada junto a la pequeña.

Sinceramente no ha sido una noche fácil, sus palabras se han metido en mi mente dejándome sin oportunidad de pensar algo distinto que no sean las palabras de ella.

Me levanto intentando no despertar a la pequeña, una vez lo logró salgo de mi habitación directo a la de mis padres para ver cómo se encuentra mi padre, y en su cama me encuentro una nota que solo dice “buen día amor, estoy con tú mamá.”

Voy en silencio hasta mi armario, tomó un vestido y mi ropa interior y lo dejó sobre mi cama, antes de ir a despertar a Anthony.

—Oye, despierta. —lo llamo sacudiendolo levemente. —Ya amaneció. —le susurro, encontrándome con sus grandes ojos, por un segundo se despierta algo a la defensiva y luego cuando termina de entender donde se encuentra su mirada se suaviza y hasta veo que se le escapa una pequeña sonrisa.

—Me sonríes así y hasta parece que me quieres. —le murmuro.

Su cercanía es tanto que hasta considero la posibilidad de que pueda besarme si quisiera y la veo muy posible.

—¿No será que tú estás comenzando a quererme y por eso ves esa posibilidad? —Pregunta en un tono tan coqueto que hasta me llama a responderle de la misma forma.

—Ya quisiera que me muera por tí, tú terminaras besando mis pies pronto ya verás, el chico millonario que cree que puede tener a cualquier mujer estará incluso soñando conmigo.

Su sonrisa se amplía.

—¿Qué te hace creer que al igual que lo he hecho con cada mujer no podré contigo?

Me siento sobre su regazo antes de murmurar.

—Es sencillo, seré la única que será legalmente tuya, pero no será mas que eso, porque no podrás siquiera pensar en estar entre mis piernas y eso será mi castigo y justicia por todas aquellas mujeres que han derramado lágrimas por tí, saber que a la única que le has dado un apellido pero no la escucharás gemir en tú oído ni gemir tú nombre ni una sola vez, aún durmiendo junto a tí o quien sabe que más surja, pero tranquilo, no te haré desear cosas que no son aptas para menores teniendo a un par de paso a tú sobrina.