Cuando Baekhyun y Chanyeol subieron los escalones delanteros, la casa estaba a oscuras. Chanyeol abrió la puerta, entró y desactivó la alarma. Thurgood esperaba, sentado con paciencia cerca de allí. Miró a Baekhyun con expresión alerta y él dio un rodeo para evitarlo.
No sabía si podía fiarse de él. No había convivido nunca con animales y no las tenía todas consigo.
Chanyeol lo ayudó a quitarse el abrigo, que colgó en el armario empotrado del vestíbulo.
-Olvidaba darte esto -dijo.
Baekhyun levantó la vista y tomó vacilante la llave que él le ofrecía.
-¿Para qué es?
-La de la puerta. O mejor dicho, abre todas las puertas.
-Ah, bien -se metió la llave al bolsillo.
Había pensado que la convivencia con él sería difícil y se había preparado mentalmente para un periodo de adaptación. Pero le había sorprendido la facilidad con la que parecían haber reencontrado una pauta familiar, con Baekhyun escuchando con atención las cosas que él le contaba y Chanyeol logrando que se sintiera el hombre más fascinante del mundo. No era difícil entender por qué se había enamorado de él tantos años atrás y por qué le había costado tanto olvidarlo.
-Y la clave de seguridad es 2-2-3-3 -añadió él-. Cuando vayas a entrar o a salir, pulsas esos números y luego la tecla de instalación.
-Bien -murmuró. Se acercó a mirar el teclado de la alarma.
Chanyeol pasó la mano por encima de su hombro para señalar la tecla indicada y su brazo rozó el cuerpo de él, y envió una corriente eléctrica a través de sus miembros. Baekhyun contuvo el aliento y procuró calmar su pulso, pero fue inútil. La proximidad de Chanyeol bastaba para poner a prueba su determinación. Ansiaba sentir sus manos en la piel, el calor de su hombro contra el o el cosquilleo suave de su aliento en el pelo.
Cerró los ojos y respiró hondo.
-Ha sido un día largo -susurró.
-Debes de estar cansado -musitó él al oído.
Baekhyun se volvió despacio, pero él no se apartó, sino que lo retuvo entre su cuerpo y la puerta. Baekhyun clavó la mirada en su pecho, temeroso de levantarla, temeroso de ver deseo en los ojos de él y no saber qué hacer.
Chanyeol seguramente asumiría que sería fácil seducirlo. Y Baekhyun se apartó de él con una maldición silenciosa. No podía sucumbir. Aquello era un arreglo temporal y, cuando se marchará de allí unos meses después, no podía hacerlo enamorado.
-Me voy a la cama.
-Nos veremos por la mañana -susurró él-. ¿Necesitas algo? Él negó con la cabeza.
-No, estoy bien. Gracias por la cena.
-Ha sido divertido -repuso Chanyeol-. Había olvidado lo fácil que es hablar contigo.
Baekhyun se ruborizó y se dirigió a las escaleras. Cuando llegó a su cuarto, cerró la puerta con rapidez y se apoyó en ella. Miró su reloj y le sorprendió ver que era casi medianoche. Sehun y él tenían que estar en un trabajo al amanecer. Aunque pudiera dormirse en el acto, tendría sólo cinco horas de sueño. Y no creía que le fuera a resultar fácil dormirse.
Se desnudó, se puso la bata y se sentó en la cama.
-¿Qué hacemos aquí, Anya? -preguntó al helecho colocado al lado de la mesilla-. Quizá deberíamos ir a vivir con mis padres. El desplazamiento sería más fácil que esto.
Se dejó caer en la cama con un suspiro y miró al techo. Un rato después, se acercó a la puerta de puntillas y la abrió con cuidado. Escuchó conteniendo el aliento, pero los únicos ruidos que se oían eran fuera de la casa... el tráfico, una sirena, el ronroneo de la ciudad.
Chanyeol había dejado encendida la luz del baño y él echó a andar por el pasillo. Una ducha caliente lo ayudaría a dormir. O quizá un baño de burbujas. Pero para llegar al cuarto de baño tenía que pasar por delante de la habitación de Chanyeol. Al ver que la puerta estaba entornada, vaciló, pero la curiosidad pudo más que los nervios y alargó el cuello para mirar dentro.
La luz del pasillo apenas iluminaba su cuerpo. Estaba tumbado en la cama con un brazo sobre la cabeza y el otro colgando a un lado. Tenía el pecho desnudo y la sábana, enrollada alrededor de la cintura, dejaba una pierna al descubierto. Baekhyun sabía que estaba desnudo, y también que mirarlo no le hacía ningún bien.
¡Pero era tan hermoso y tan sexy! Se preguntó qué sucedería si entraba en su habitación, se quitaba la bata y se metía en la cama con él. ¿Su presencia lo sobresaltaría o la aceptaría como algo inevitable?
Tal vez debería cambiar sus planes. Podía pasar los tres próximos meses en la cama con Chanyeol y disfrutar de todos los placeres de la carne. Podía decir que era parte de sus deberes de prometido y futuro esposo. Lavar y el supermercado, sexo apasionado y orgasmos espectaculares.
Tragó saliva con fuerza y se apartó de la puerta. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Esa noche no iba a ser fácil dormir.
-¿Qué olor es ése? Huele a podrido.
-Es la cena -repuso Baekhyun. Se volvió a sonreír a Sehun, que lo seguía al interior de la cocina de Chanyeol. Thurgood trotaba detrás de ellos y enseguida ocupó su lugar delante del frigorífico.