Chanyeol terminó de introducir el último tornillo y colgó la barra de cortinas encima de la ventana. Retrocedió un paso y la miró con aire crítico. Estaba un poco torcida, pero, cuando Baekhyun hiciera lo que quiera que pensara hacer con ella, no se notaría.
Sujetó el taladrador como si fuera una pistola y sonrió.
-Estoy hecho todo un manitas.
En la última semana, Baekhyun se había convertido en un hombre obsesionado, que pasaba los días de compras y las tardes convirtiendo la casa en un hogar cálido y acogedor. Había renunciado al rosa e introducido colores que reflejaban su amor por el aire libre.
A Chanyeol le gustaba la nueva decoración, sencilla y cómoda. Había añadido cojines suaves a los sofás de cuero de la sala, comprado lámparas y sustituido la pequeña mesa cuadrada de él por una mesa de comedor gigantesca.
Pero lo mejor de todo eran las noches. De algún modo, tenía que eliminar toda la tensión que acumulaba durante el día, y lo hacía en la cama con él, atrapados los dos en un río de pasión tal, que cada vez se volvía más desinhibida.
Sin embargo, Baekhyun no había eliminado todavía todas sus reservas. Todas las noches empezaban en camas separadas hasta que uno u otro cedía y se presentaba en silencio en el cuarto del otro. A veces dormían en la cama de él y a veces en la suya, pero, para satisfacción de Chanyeol, él despertaba siempre en sus brazos.
Miró su reloj, dejó el taladrador en la mesa y se acercó a la puerta. Baekhyun seguía donde lo había dejado una hora atrás, trabajando en el pequeño jardín entre la acera y la casa. Bajó los escalones y se acuclilló a su lado.
-¿Qué vas a plantar? -preguntó.
-Bulbos de invierno para animar un poco el día de Acción de Gracias -repuso él-. Y también voy a plantar jacintos, que florecerán en primavera.
Chanyeol miró un momento los bulbos. Iba a plantar flores para la primavera, aunque no sabía si entonces estaría allí. Le hubiera gustado tomar eso como una señal esperanzadora, pero sabía que no debía hacerse ilusiones. Los sentimientos de él parecían cambiar dependiendo de que saliera el sol o se pusiera.
Durante el día, apenas reconocía que fueran amantes y Chanyeol sentía la necesidad casi patológica de tocarlo y besarlo. Tenían pasión, pero quería algo más. Quería saber que los sentimientos que crecían en su interior tenían reciprocidad también en él.
-Empieza a hacer frío dijo-. He encendido la chimenea. ¿Por qué no entras a calentarte mientras preparo la cena? -le levantó y le tendió la mano.
Baekhyun se dejó levantar y recogió los útiles de jardinería, que Chanyeol se apresuró a quitarle de las manos.
-Tengo que recoger las copas de vino y pasar por la tienda a encargar el pavo -dijo él-. Y necesito repasar las recetas para hacer la lista de la compra y...
Chanyeol lo abrazó con un gemido y detuvo sus palabras con un beso.
-¿Por qué haces esto? -preguntó cuando se apartó.
-¿Besarte?
-No, todo este trabajo.
-Quiero que el día de Acción de Gracias resulte agradable -repuso él-. Si vas a hacer algo, es mejor hacerlo bien -sonrió-. ¡Vaya! Me estoy convirtiendo en mi madre, ¿verdad?
Chanyeol cerró los ojos y le besó la frente.
-En absoluto -repuso-. Y a mí no tienes que probarme nada, sé lo que sientes. Si no fuera por nuestro acuerdo, pasarías ese día en otra parte -le apartó un mechón de pelo de la mejilla-. ¿Recuerdas las cenas que me preparabas en la universidad? Siempre me encantaba ir a tu apartamento.
-Porque nunca tenías comida en el tuyo -contestó él-. Si no te daba yo de comer, ¿quién iba a hacerlo?
-No siempre iba por la comida. Tu apartamento era muy cálido y acogedor y allí me sentía cómodo -le tomó la mano y entrelazó sus dedos con los de él-. Aunque la comida era buena, casi siempre iba porque quería estar contigo.
-¿De verdad? -preguntó él con voz suave.
Chanyeol se llevó la mano a los labios y besó las yemas de los dedos una por una.
-Ya entonces eras buen cocinero, pero eras aún mejor amigo. Y no sé si me había dado cuenta hasta ahora de lo importante que era eso para mí.
Baekhyun miró sus dedos.
-Deberíamos entrar -murmuró-. Empieza a hacer frío.
-De acuerdo -asintió él-. Tengo que empezar con la cena. Estaba pensando en filetes de hígado.
Baekhyun soltó una carcajada y entró con él en la cocina.
-Si no te gustaba mi comida, ¿por qué no lo decías? -preguntó.
Chanyeol lo abrazó por la cintura y lo sujetó contra el borde del mostrador.
-¿Y de qué iba a quejarme si podía sentarme enfrente de ti? Baekhyun se soltó del abrazo.
-Tienes que dejar de decir esas cosas o puedo enamorarme de ti.
-¿Y tan malo sería eso? Además, es la verdad. Me gusta tenerte aquí.
El joven se ruborizó, pero él sospechaba que no lo creía.