Legato Paradox Tomo I El Reino de Trieste

Primera Parte; Génosis Cap 1

Capítulo 1

El Pabellón de Antígono

En tiempos del Imperio romano las batallas de gladiadores representaban el espectáculo más importante y lucrativo del momento. No sólo los comerciantes mostraban interés por esta modalidad. Aquellos que aspiraban al progreso hacían lo posible por comprar propiedades para convertirlas en centros de entrenamiento para gladiadores. Los propietarios invertían su dinero sin reparo en la compra de esclavos con miras a convertirlos en “estrellas de la arena”. Esta práctica no era la única vía. Algunos menos escrupulosos recurrían a saquear las aldeas en busca de jóvenes para convertirlos en la futura atracción. El pánico en las familias era evidente.

Antígono, un mercader de cincuenta y seis años, tramposo, corrupto y hasta prestidigitador, había decidido incursionar también en este innovador negocio. Comenzó a relacionarse con los mercenarios y criminales más temidos de la zona y es así que da con Árcalon, un criminal de treinta y siete años, de mal semblante que infundía temor por su corpulencia y carácter explosivo; pero que poseía mucha destreza en combate. Antígono no dudo en confabularse con esta alimaña para conseguir los mejores gladiadores. Creó un espectáculo que comenzó a ganar aceptación en el mercado logrando así opacar a la competencia. La fama le dio poder; pero le requirió nuevos retos. Con el fin de brindar al público el máximo disfrute, Antígono se dio a la tarea de coordinar y promover batallas, utilizando esclavos comprados o robados en zonas distantes. El propietario de la casa de gladiadores hacía pasar a estos esclavos como imponentes combatientes de otras arenas que venían a retar a los suyos. Así fue como Árcalon y otros criminales manejados por Antígono fueron ganando gran reputación como poderosos gladiadores.

            El Pabellón de Antígono, como se nombró a su casa de gladiadores, se consagró como el mejor espectáculo de la región generando grandes ingresos al mercader. El apogeo era evidente; pero ninguna empresa está exenta de percances. Llegó a la zona un circo que en poco tiempo se convirtió en la gran atracción disipando así la fama e ingresos del negocio de Antígono. La figura principal de este novedoso evento lo era un muchacho de apenas diez años llamado Acre; que fue abandonado al nacer y criado por Séptimo el dueño del circo. El muchacho era sagaz, de buen semblante, gran carisma y aprendía con facilidad. Su interacción con los integrantes de El Circo de Séptimo le permitió desarrollar diversas habilidades en ese campo. Su mayor cualidad era la constancia y se percibía en su extraordinaria ejecución.

El mercader, que no estaba dispuesto a compartir la región con este circo, envió a sus inescrupulosos gladiadores a saquearlo con la intención de ahuyentarlos y también intimidar a cualquier otro que osase hacerle la competencia. Árcalon lideró a sus gladiadores hasta el circo y disfrazados de ladrones comenzaron a robar a los espectadores. Las risas se fueron disipando y los del espectáculo se dieron cuenta de lo que pasaba. Subieron a las gradas y se enfrentaron a los intrusos. Para sorpresa de los criminales varios de los trabajadores del circo poseían habilidades en combate, las que utilizaban como parte de su presentación y dieron cátedra de su dominio. Los ladrones, al verse desaventajados, la emprendieron contra el público que no dejaba de vitorear a los del circo. Se armó tremenda pelea, la gente corría en todas direcciones para tratar de protegerse. En su carrera tropezaban y tumbaban jaulas. Los animales liberados se alborotaban y se confundían en esa descontrolada multitud. La situación se tornó muy peligrosa. Los del circo por evitar una tragedia mayor dejaron a los agresores y comenzaron a controlar a los animales. Aislaban a los niños más pequeños de los peligros. Los ladrones tomaron ventaja de esto y huyeron llevándose consigo a espectadores y a varios empleados del circo.

Acre, notando la huida de los malhechores, decidió seguirlos. Sabía que no podía detenerlos; pero sí descubrir a dónde se dirigían. La persecución no fue prolongada. Muy confiados los agresores se detuvieron en una estructura que apenas se distinguía por la poca iluminación. Acre se acercó sigilosamente y descubrió que estaba en El Pabellón de Antígono. El muchacho, aún lleno de asombro, regresó con Séptimo y le informó sobre su hallazgo; pero el dueño del circo estaba muy consternado por lo ocurrido, trataba de reorganizarse, daba instrucciones aquí y allá. La frustración era evidente. Séptimo sabía de la mala fama de Ántigono, de lo temido que era en el sector. Era mejor no enfrentarse a esa banda de abusadores. Decidió no reclamarle a Antígono nada, la vida era más importante que las pérdidas, así que prefirió tomar lo que se pudo salvar del circo y optar por partir de la zona lo antes posible.

Pasados algunos días, mientras Acre y otros empleados reunían víveres para su partida, una comparsa llegó al poblado. Los curiosos cruzaban la calle para presenciar el acontecimiento. A viva voz se hacía el anunció del próximo espectáculo de El Pabellón de Antígono. Árcalon, la estrella del pabellón sería retado por unos gladiadores provenientes de una arena lejana. Acre observó detenidamente a los combatientes extranjeros que hacían su arribo y aunque éstos portaban máscaras que protegían su identidad, el joven identificó a uno de sus compañeros por medio de una cicatriz que tenía en el pecho. Acre siguió observando al resto del grupo y reconoció a otros cuantos por sus diversas particularidades. No había duda, en esa comparsa estaban sus amigos. Trató de controlar su enojo, pues debía idear un plan para rescatarlos. Se acercó con gran sigilo al de la cicatriz que también lo reconoció y le indicó que los liberaría.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.