Legato Paradox Tomo I El Reino de Trieste

Primera Parte; Génosis Cap 4

Colisión

            El Pabellón de Antígono fue invitado a participar en innumerables arenas. Su fama se acrecentaba con cada combate. Sagitta era la clave de ese éxito y aunque Árcalon insistía en sabotear sus presentaciones, el joven se las ingeniaba para salir airoso. Durante todo un año el novicio gladiador disfrutó el hacer quedar mal a Árcalon llevando a éste a tal punto de enojo que una noche, cegado por el coraje, asesinó a sangre fría las mascotas del muchacho. No conforme con esto, el despiadado gladiador, destruyó  todo el equipo de Sagitta. Antígono no podía contener su furia, la presentación de su gladiador principal tenía que ser cancelada. Árcalon tenía la oportunidad que deseaba; pues con Sagitta fuera del espectáculo él podía recibir toda la atención del público.

            Antígono intentaba levantar la moral de Sagitta, quien sufría grandemente la pérdida de sus inseparables mascotas. El joven gladiador ya había perdido varios animales en sus actos y como parte de los sabotajes de Árcalon; pero éstos, específicamente, se habían convertido en la única familia que le quedaba. El joven acompañó al propietario del Pabellón para disfrutar el resto de la presentación en un intento por distraer su pena. Esto resultó en todo lo contrario; pues el sádico Árcalon se presentó en la arena portando un atuendo confeccionado con los restos de las mascotas de Sagitta. De Cagliari llevó los colmillos para utilizarlos como espadas, de la cabeza de Riga se fabricó un casco, con las garras de Merlert se confeccionó unos guantes, de Limerick utilizó plumaje para decorar su peto, del pelaje de Sliema se fabricó un taparrabo y por último, llevaba colocado, a modo de cinturón, las serpientes Hamrun y Bergen quienes maltrechas intentaban soltarse. Al ver semejante monstruosidad la multitud se alborotó como no lo había hecho en toda la noche. Árcalon dirigió su mirada hacia el pupilo para disfrutar del sufrimiento que debía sentir éste. Sagitta sostuvo la respiración, disimuló su furia y le comunicó a Antígono que se enfrentaría a Árcalon.

              Sagitta bajó a los aposentos, se tomó un tiempo para prepararse ya que parte de sus armas habían sido destruidas por Árcalon. Lo que el mentor no sabía era que el joven siempre tomaba precauciones; pues desconfiaba de éste y tenía escondido otro equipo de combate superior al destruido. La Stella Gladium como nombró a su poderosa espada, era su máxima creación. Se componía de cuatro hojas que se desplegaban y adoptaban en algunas ocasiones la forma de un abanico y en otras, la forma de una estrella.

En tanto, Árcalon batallaba con algunos gladiadores novatos. Se mostraba despiadado para intimidar a los que observaban curiosos y temerosos de enfrentarse a aquella máquina de pelea. Entretenía muy bien a la audiencia. La espera se hacía eterna; pero se percató de la entrada del muchacho por la euforia del público. Sagitta saludó a los que lo aclamaban e hizo con suma confianza el acostumbrado recorrido por la arena. Se ubicó en su sitio de combate esperando su turno.

Minutos después el repiquetear de metales por la fricción hacía que los fanáticos se alborotaran. Por momentos el encuentro era parejo; en otros Sagitta era víctima de las trampas de Árcalon. El despiadado gladiador aprovechaba cualquier oportunidad para obtener ventaja. El pupilo tenía destreza; pero el mentor tenía mucha experiencia y malas mañas. Ambos gladiadores intercambiaban golpes causándose heridas uno al otro. La arena se volcaba en total apoyo al joven lo que encolerizaba al sangriento asesino. Las heridas en el cuerpo de Sagitta eran profundas, manaba sangre por el costado, se encogía para evitar el dolor, reaccionaba a los golpes inesperados de su atacante; pero comenzó a mermar su velocidad permitiendo que Árcalon tomara total dominio del combate. El inescrupuloso gladiador conectó un golpe demoledor al maltrecho joven lanzándolo al suelo de manera abrupta, la audiencia comenzaba a pedir piedad para Sagitta quien se encontraba derrotado.

Antígono ordenó a Árcalon detenerse en su ataque; pero este hizo caso omiso. Colocó su pie sobre el torso del joven y comenzó a hacer alarde de su dominio mostrando la espada con la que lo asesinaría. Esta distracción de Árcalón le permitió a Sagitta alcanzar a una de las serpientes que su agresor traía en la cintura y cuando Árcalón bajaba su arma para atravesarlo el muchacho le colocó la cobra en el pecho. Sin dar tregua se apoderó de la otra y se la enrolló en el cuello. Cuando Árcalón sintió que se asfixiaba soltó la espada para desprenderse de los reptiles. Sagitta tomó el arma y ultimó a su agresor concluyendo así su combate.




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