Me vestí con la ropa de Legendario por última vez.
Pero la tranquilidad que había caracterizado todos mis preparativos anteriores había desaparecido completamente. Mis manos temblaban mientras me ponía los jeans oscuros, no de miedo, sino de una energía violenta que demandaba liberación inmediata.
Carmen estaba... incapacitada... en el sótano. Viva, pero definitivamente fuera de circulación por un tiempo considerable. Había sido... terapéutico... finalmente dejar salir años de frustración acumulada.
Pero eso había sido solo el aperitivo.
El plato principal me esperaba en casa de los Herrera.
Salí por la ventana como siempre, pero esta vez no me molesté en ser silencioso. Si mis padres se despertaban y descubrían que no estaba, francamente ya no me importaba.
Iba a medio camino cuando los olí.
Luna, Víbora, y Cazadora me estaban esperando en el parque que usábamos como punto intermedio entre nuestros territorios. Se habían transformado y estaban bloqueando el camino hacia la zona residencial.
Me detuve a unos veinte metros y sonreí.
—¿Una intervención? —pregunté, transformándome lentamente—. Qué consideradas.
—Sebastián, detente —rugió Luna, acercándose con cautela—. Sabemos que algo pasó. Podemos olerlo en ti.
—¿Oler qué exactamente?
—Sangre vampírica —respondió Víbora desde las sombras—. Mucha sangre vampírica.
—Ah, eso. —Me encogí de hombros—. Resulta que mi querida Carmen no era exactamente lo que aparentaba ser.
—¿Carmen? —Cazadora se tensó—. ¿Tu ama de llaves?
—Mi ama de llaves vampira —corregí—. Quien, por cierto, llevaba diecisiete años manipulándome para convertirme en exactamente esto.
Les conté todo. La fiesta, la familia de Valeria, la revelación sobre mi verdadera naturaleza. Mientras hablaba, pude ver cómo sus expresiones cambiaban de preocupación a horror.
—Esto cambia todo —murmuró Luna cuando terminé.
—Sí —asentí—. Cambia todo. Y sabes qué más cambia?
—¿Qué?
—Que ya no tengo que fingir que me importa proteger a gente que me ve como un monstruo.
—Sebastián, estás en shock —Luna trató de usar su voz de líder—. Lo que descubriste es terrible, pero no puedes...
—¿No puedo qué? ¿No puedo estar furioso? ¿No puedo querer venganza? —Mi transformación se completó, y pude sentir como mi tamaño aumentaba más de lo normal—. ¿No puedo finalmente aceptar lo que realmente soy?
—¡Lo que realmente eres es nuestro amigo! —rugió Cazadora—. ¡Y no vamos a dejarte convertirte en lo mismo que combatimos!
Se lanzó hacia mí con las garras extendidas.
Fue un error.
La intercepté en el aire y la mandé volando contra un árbol con una fuerza que me sorprendió incluso a mí. Cazadora era rápida, era letal, pero yo era algo completamente diferente ahora.
Era algo que había dejado de contenerse.
Víbora atacó desde un lado, tratando de usar su velocidad para confundirme. Pero pude seguir cada uno de sus movimientos como si estuviera en cámara lenta. La agarré del cuello antes de que pudiera reaccionar.
—Para —dije suavemente—. Antes de que haga algo de lo que me arrepienta.
—¿Te arrepentirías? —jadeó Víbora.
La pregunta me hizo pausar por un segundo.
—No —admití—. Y esa es exactamente la razón por la que deberías alejarte.
La solté, y ella retrocedió inmediatamente hacia donde estaba Cazadora, que se recuperaba lentamente del impacto.
Luna se acercó lentamente, pero no de forma agresiva. Como si estuviera evaluando a un animal salvaje.
—Sebastián, escúchame. Sé que estás dolido. Sé que te sientes traicionado. Pero si haces esto, si atacas a esa familia esta noche, no habrá vuelta atrás.
—¿Vuelta atrás a qué? —Me reí, y el sonido hizo que todas retrocedieran—. ¿A fingir que soy humano? ¿A pretender que tengo una vida normal con una novia que forma parte de una familia de vampiros?
—A ser quien realmente eres —dijo Luna suavemente—. No este... esto en lo que te estás convirtiendo.
—¿Y quién soy realmente? —La miré directamente a los ojos—. Porque resulta que todo lo que creía sobre mí mismo era mentira.
Fue entonces cuando escuché los pasos.
Tormenta salió de entre los árboles, ya transformado. Pero su lobo gris se veía diferente. Más grande, más definido. Como si finalmente hubiera aceptado completamente lo que era.
—Tormenta —Luna se volvió hacia él—. Ayúdanos a hacerlo entrar en razón.
Tormenta me miró por un largo momento. Cuando habló, su voz tenía una calma que nunca había escuchado antes.
—¿Sabes qué, Luna? Estoy harto.
—¿Qué?
—Estoy harto de fingir que somos diferentes a ellos. Estoy harto de pretender que no disfrutamos la violencia. —Tormenta se acercó hasta quedar junto a mí—. Y estoy especialmente harto de proteger a gente que nos ve como monstruos sin importar lo que hagamos.
—Tormenta, no...
—¿Sabías que mi familia quiere internarme? —continuó, ignorando a Luna—. Piensan que estoy teniendo un colapso mental por lo que pasó en el club. Quieren meterme en un hospital psiquiátrico.
Cazadora y Víbora intercambiaron miradas preocupadas.
—Así que sí, Luna. Tienes razón. No hay vuelta atrás. —Tormenta me miró—. Al menos no para nosotros.
—Están cometiendo un error —advirtió Víbora.
—No —dije, sintiendo como esa rabia fría se convertía en algo mucho más caliente—. Estamos corrigiendo años de errores.
—Si hacen esto —Luna dio un paso adelante—, tendremos que detenerlos.
—Pueden intentarlo —respondí.
La tensión en el aire era tan espesa que se podía cortar. Durante un momento, nadie se movió. El grupo que había luchado junto durante meses estaba a punto de destruirse.
Fue Tormenta quien rompió el silencio.
—Luna, ustedes pueden seguir jugando a ser héroes si quieren. Pero nosotros... —me miró—. Nosotros vamos a ser lo que realmente somos.
—¿Y qué es eso? —preguntó Cazadora.
#1268 en Fantasía
#774 en Personajes sobrenaturales
#570 en Thriller
#211 en Suspenso
hombres lobo, vampiro vs hombrelobo, vampiros cazadores y lobos
Editado: 01.09.2025