Legendary!

Capítulo 1 – Extraños inicios.

En algún lugar de un pueblo con reputación chistosa se encontraba un hombre que no le hacía daño a nadie, llamado Tomás. Él estaba huyendo de unas personas por haber entrado a robar a la casa equivocada.

—¡Rápido, rápido, se va a escapar!

Los gritos se escuchaban cada vez más cerca mientras Tomás corría entre callejones, esquivando cubetas y desechos de basura. Subió de un salto a un auto negro que lo esperaba con el motor encendido.

Tomas trataba de formular una oración, pero el cansancio era más que sus ganas de trabajar.

El conductor lo confundido por un momento y pisó el acelerador. El coche salió disparado dejando marcas en el suelo mientras varios hombres gritaban el nombre de Tomás, antes de que el auto desapareciera en una esquina.

Tomás finalmente se recuperó y abrió la bolsa que traía con él, contando apresurado.

Tomás: Ocho, nueve, diez… Creo que perdí como ocho celulares en el camino. Igual es buena cantidad.

El conductor lo miró por el espejo con cara de querer aventarlo del carro.

Conductor: A ver con que me sales ahora…

Tomás: Perdón, pero es que al salir no podía abrir la puerta, así que, de la forma más discreta posible, la hice pedazos con mis manos.

Conductor: …

Tomás: Pero solo fue un poco de ruido, nada más.

Contestó mientras se encogía de hombros. El conductor lo miró de nuevo con una expresión tan seria que hasta el motor sonó incómodo.

Conductor: ¿No se te ocurrió romper alguna ventana y salir por ahí?

Tomás: Las ventanas estaban muy altas y, por alguna razón, ni vidrios tenían. Creo que no soy el primero en entrar allí.

Antes de que el conductor pudiera responder, una camioneta negra apareció y los embistió de costado.

El coche giró varias veces por el aire, los vidrios estallaron y ambos salieron disparados entre humo y chispas.

El auto explotó segundos después de que cayeran al suelo.

Conductor: Rápido, por acá.

El hombre se incorporó tambaleando, con la ropa chamuscada y una mano sobre el costado. Tomás lo siguió entre los restos ardientes del vehículo, pero al doblar la esquina, una luz roja los cegó. Varias figuras armadas los apuntaban desde la oscuridad.

Tomás: Pero para armas sí tienen… no importa, seguro nos liberan en unos días.

El conductor lo miró con cara de “este tipo está perdido” antes de levantar las manos. Un tipo con voz grave y sin rostro visible se acercó.

—A este llévenselo vivo. Al otro… que sufra un poco más.

Un disparo resonó.

El conductor cayó.

Tomás retrocedió un paso e inmediatamente supo lo que iba a pasar.

Tomás: Esperen, espere…

No alcanzó a terminar la frase. Una descarga eléctrica lo atravesó y cayó al suelo temblando.

Una voz fría le respondió desde algún punto cercano.

—Eres bastante veloz… o quizás no tanto. Hasta ahora eras irrelevante.

Le colocaron una bolsa en la cabeza y lo subieron a una camioneta. El vehículo avanzó a toda velocidad mientras Tomás apenas lograba respirar entre los golpes que le daban de vez en cuando para que se callara.

Después de un tiempo, el motor se detuvo. Lo arrastraron fuera y lo llevaron por un pasillo húmedo que olía a óxido y moho. Luego vinieron los golpes, las risas y los gritos cada vez más apagados.

Cuando por fin lo soltaron, apenas podía mantenerse consciente. Lo subieron a un vehículo nuevamente y lo lanzaron montaña abajo como si fuera un saco de basura.

Rodó entre piedras y polvo hasta caer dentro de una cueva.

Un chispazo amarillo salió de su cuerpo, iluminando las paredes por un segundo, seguido de una leve explosión eléctrica.
El sonido del trueno se perdió en la distancia, y el cuerpo de Tomás quedó inmóvil entre las sombras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.