Mar Atlántico Norte.
Año 1746
Esther corrió a su habitación, entre sus brazos un hermosa figura de un lobo de cristal asomaba su cabeza dentro de una de las bolsas de género, abrió la puerta y entre nerviosismo y agilidad logro esconder aquella figura en uno de los cajones de su habitación, sabía que ver a dalia tirada en el piso no era la señal de que las cosas iban a salir bien, en eso momento Esther solo esperaba saber de qué forma volvería a ver y reencontrarse con su marido, llamo a Franco y Sophie sus hijos, a la habitación, sabía que ellos pasaban mucho tiempo con su abuela, la señora Briana de Pendrágon, un apellido que Esther dejo de usar al casarse con Evander Brennan, Sophie la menor de los hermanos aun no sabía de la magia, mientras que su hermano Franco ya incursionaba en el mundo de lo oculto hace algún tiempo, tenía el don de hacer mover las cosas con su mente y podía prender fuego a las cosas con tan solo mirar, parte de un sinfín de cualidades que su linaje obtenía con el tiempo de práctica, Sophie sin ser una experta sabia entre ojos que su madre planeaba algo, estaba agitada y hablaba con nerviosismo y después de cenar volvió a su habitación y tomo su diario para seguir escribiendo, tal como su familia lo hacía desde hace mucho tiempo, Sophie miro a Esther y de frente preguntó.
— ¿Qué sucede madre?, te noto algo nerviosa.
— Nada hija, solo estoy preocupada por tu padre.
— Quizás no lo volvamos a ver — dijo Sophie.
— Lo se hija, lo sé — Dijo Esther con aparente cara de aflicción, cómanse su cena, debemos estar bien en este viaje, no puedo dejar que alguno de ustedes se enferme.
Terminaron de cenar y cada uno se dirigió a sus habitaciones, Esther ya sabía que por alguna razón Dalia encanto a las velas del navío para apurar su curso o simplemente invoco a los elementales del agua para que ayudaran, cayo la noche y por una de las ventanas de la carabela la luna entraba cálida dirigiendo su luz a alumbrar toda la alcoba, un olor a rozas invadió su habitación, sabía que Evander aún estaba vivo y que aquel mensaje aromático la seguiría hasta que se volvieran encontrar. Tomo el lobo en su mano derecha, se sentó frente a su cama mirado hacia el norte, cerro los ojos y comenzó a meditar, Esther tenía un don especial cuando se trataba de entrar al limbo, ella nunca perdió el contacto con sus familiares muertos, incluso su padre aun vagaba por la tierra de las almas, en una isla al sur de chile, "la isla de las almas navegantes", Esther entro al plano y de reojo noto que Owen mandaba un mensaje a Dalia, Amor aquí estoy, decía Owen con todos sus fuerzas y dalia no respondía, Owen se acercó lentamente a Dalia y entre lágrimas toco su cabello, "que nos volvamos a encontrar" menciono, en un último suspiro mientras su alma se difuminaba al infinito, Esther sabía que lo que había visto fue un fragmento del bucle final de Owen, mientras a lo lejos, tras Owen Evander era cruelmente atacado por Robert Krein, en un momento el silencio se hizo notar, un silbido acoplo los ruidos que estaban el bucle y Esther solo tenía ojos para mirar a su marido cayendo en el campo de batalla, sin su collar en el cuello y bajo las manos de un amigo, cerro los ojos y al despertar una lagrima caía por su mejilla, el lobo de cristal permanecía en su mano derecha y destellaba pequeños retazos de una luz verdosa que alumbraba el ambiente. Esther ahora sabía que si importar el aroma de las rozas, Evander Brennan, su marido había muerto.
De entre sus cosas tomo una pequeña botella, guardo su lagrima y la escondió en su almohada, corrió a la cubierta de la carabela y lanzo por la borda aquel lobo de cristal, sabía que ahora su recuerdo estaría a salvo de ser revelado a las personas equivocadas, sabía que el alma de Owen la contenía aquella figura de lobo y que había una forma de recuperar su alma, mientras que Evander yacía muerto en el frente de batalla a manos del que por mucho tiempo fue su compañero, su amigo de batalla su fiel hermano hechicero.
Franco y Sophie se percataron de lo que estaba sucediendo, desde sus habitaciones vieron a su madre correr por las escaleras al final del pasillo y subir a cubierta, ¿Qué es lo que realmente paso? Se preguntaron y separados se dirigieron hasta el lugar se los hechos.
— Hola mama, ¿estás bien? — dijo franco.
— Si Hijo, ¿Qué haces aquí a esta hora?, ya es tarde
— Lo mismo me preguntó yo — dijo Sophie desde la subida principal, crees que podrás escondernos cosas a nosotros, ya sabes que lo sabemos todo, ya ni siquiera deberías intentar escondernos cosas.
— ¿Quién es Owen? — dijo Sophie.
— ¿Qué? — dijo Esther sorprendida del acierto de su hija.
— Es alguien que conocí hace un tiempo.
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Editado: 27.09.2019