El amor, desde siempre, ha sido un arma de doble filo, y esta vez no fue la excepción.
Recordarán los dos majestuosos árboles que custodian la entrada hacia Evermoorny. ¿Me creerían si les digo que alguna vez fueron humanos? Pensarán que es improbable, pero en un mundo lleno de magia, nada lo es.
La historia se remonta unos siglos atrás, cuando la cacería de brujas estaba en su máximo auge. Humanos y seres sobrenaturales estaban en guerra, pero siempre hay quienes desafían las reglas. En este caso, fueron dos jóvenes corazones que se enamoraron perdidamente el uno del otro. Ella era una bruja, y él, el hijo de un cazador.
Cuando sus padres se enteraron de su amor prohibido, le ordenaron a él romper todo contacto con ella y se dispusieron a buscar a la joven para llevarla a la hoguera. Lo que no sabían era que su hijo jamás permitiría que los separaran.
Antes de que los aldeanos y cazadores partieran en su búsqueda, los jóvenes escaparon juntos. Durante un tiempo, todo pareció ir bien. Sin embargo, su felicidad fue efímera; fueron vistos en su travesía por el bosque. Corrieron con todas sus fuerzas, pero sabían que jamás los dejarían ser felices.
Ante lo inevitable, decidieron sellar su destino con una poción que ella había preparado: un brebaje que garantizaría que su amor fuera eterno y que nunca más pudieran ser separados. Se abrazaron con fuerza y, bajo la luz plateada de la luna, se dieron su último beso. Cuando los aldeanos finalmente los alcanzaron, fueron testigos de un milagro, pues ante sus ojos, los dos jóvenes se transformaron en dos gigantescos árboles, cuyas ramas se entrelazaban en un abrazo eterno, sellando así su amor para siempre.
Muchos intentaron derribarlos en aquel entonces, pero jamás pudieron. Todo aquel que los tocaba con malas intenciones estaba destinado a morir. Con el tiempo, un rosal de espinas nació a sus pies, enredándose entre sus raíces y convirtiéndose en un escudo natural para proteger su amor de todo aquel que intentara destruirlo.
Desde entonces, una rosa cortada de aquel rosal se ha convertido en un símbolo de amor verdadero. Se dice que, si el amor es real, la rosa permanecerá eternamente viva, brillante y fresca. Pero si no lo es, al caer en las manos del destinatario, se marchitará, se secará y terminará convirtiéndose en polvo.
Su sacrificio generó una magia tan poderosa que, con el tiempo, ambos árboles se convirtieron en los guardianes de lo que más tarde sería conocido como Evermoorny.
Pero esa, mis queridos lectores, es otra historia.
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Editado: 16.01.2025