Legnas: la profecía I

18. El último Nefilim

Sharon:


Hoy ha sido un día largo y agotador. El ataque de demonios de esta tarde al Reino de las Hadas del Agua ha sido horroroso, por no decir asqueroso. Esto se está saliendo de control, cada vez son más los de nuestra especie que salen heridos. Por suerte, Alexander resultó ileso, pero yo estoy agotada, muy agotada.


He tenido que hacer un sinfín de curas y utilizar las piedras rúnicas para salvar a los guerreros que fueron a proteger a las hadas y ni siquiera funcionó en todos. Aquellos que fueron infestados con ese raro veneno que me tiene mal de la cabeza por no poder dar con él, murieron al momento.


No sé qué tienen los demonios en la cabeza, bueno, sí sé, bastantes que he tenido que examinar, a fin de cuentas, soy una Sanadora, o lo que mis queridos humanos dirían: una doctora. El punto es que todo ese plasma negro que tienen esos bichos en la cabeza, me parece que les está haciendo más mal que de costumbre. Se están comportando raro y mira que eso es mucho decir.


Atacar a las Hadas del Agua. ¿Quién lo diría? Pero si esas criaturas no se meten con nadie, solo le hacen bien a la Tierra, pero por supuesto, eso a los demonios no les importa. Lo que me resulta extraño es que se dediquen a asaltar a esos reinos, no sacan ningún provecho de ello, ¿o sí?


Estoy agotada y sin fuerzas. Necesito un baño de burbujas urgente, pero debo rendirle un informe detallado al Rey sobre lo que sucedió durante mi... ¿Jornada laboral?


Me dirijo al Salón del Trono deseando con todas mis fuerzas que mi abuelo no esté ocupado y pueda atenderme de inmediato. La puerta está entreabierta, algo raro teniendo en cuenta que ese hombre es adicto a la privacidad, pero sin pensarlo demasiado, me dispongo a tocar cuando la voz de mi abuelo me estremece.


—¡¿Qué no la han encontrado?! —grita enfurecido. No tengo idea de con quién habla, ni sobre qué, pero cuando el señor todopoderoso, Lohan O´Sullivan, se enoja, es mejor no estar cerca—. ¿Se puede saber qué han estado haciendo? Hace una semana me dijeron que habían encontrado una pista sobre su paradero, algo que de seguro nos iba a acercar a ella, pero nada. —Da un golpe en la mesa sobresaltándome.


Sé que está mal escuchar conversaciones ajenas, pero es raro ver a mi abuelo así, no es que no discuta, pero es de la realeza, tiene que mantener la compostura.


—Lo siento mucho, alteza, ha sido difícil. Ha pasado mucho tiempo también; es como si la tierra se la hubiese tragado —dice la otra persona. Debe ser un guerrero, sino, no se le encomendaría este tipo de misión. Por cierto, ¿de quién están hablando?


—Tiempo… —comenta mi abuelo con tono burlón—. Han pasado casi veinte años, Arthur, deberían haberla encontrado ya. Esa criatura es muy poderosa; pero por muy escondida que esté entre los humanos, ya era para que alguien hubiese notado su poder. ¡No se la pudo haber tragado la tierra!


—Tal vez... tal vez está muerta, señor. Tal vez nuestra búsqueda es en vano.


—No, la hija de Nick Holt nació, estoy seguro. Lo dice la profecía y está por ahí en algún lugar…Debemos encontrarla. Nick es el último Nefilim del que la historia tiene constancia, solo él sabría ocultar a su descendiente.


Llevo mis manos a la boca para detener el gemido que amenaza con salir. ¡Madre de Dios y de todos los ángeles! ¿Nefilim? ¿Nick Holt era un Nefilim? Eso es imposible… hace milenios que se extinguieron, nuestra raza acabó con ellos. No puede ser…


Una mano me sujeta por el codo y me arrastra hasta una esquina. El corazón me late acelerado y estoy a punto de poner en práctica las intensas lecciones que mi hermano me ha dado para autodefenderme, cuando veo Isabel, nuestra nana.


¡Ay, Dios!


—Princesa, ¿no le han enseñado que no debe escuchar conversaciones ajenas? Si su abuelo se entera se pondrá muy furioso.


Isabel Collins; también conocida como Isabel Holt y, por tanto, madre de Nick Holt. Es el primer y único amor de mi abuelo, pero ella se casó con otro hombre, Eliot, creo que era su nombre.


Isabel es como una tía o una abuela para Alexander y para mí. Debido a que mis padres siempre han estado ocupados, técnicamente fue ella quien nos crio y aunque ahora me está reprendiendo, lo hace con la voz dulce y amable que la caracteriza.


—Sharon, pequeña, ¿te encuentras bien?


No puedo moverme, no puedo hablar; simplemente no lo puedo creer. 


¿Nick un Nefilim? ¿Cómo es posible? Para que eso sea viable, uno de los progenitores tiene que ser humano y el otro un ángel real; pero Isabel es una Profeta, es cierto que un poco diferente, pero sigue siendo un Legna, tiene la marca. Y aunque a Eliot no lo conocí, sé que era un guerrero igual que mi abuelo, ¿o no? 


Madre de Dios. ¿Isabel lo sabrá? Y lo peor de todo, ¿sabrá que su nieta sobrevivió? Porque si todo esto es cierto significa que todos ellos están unidos por lazos de sangre, no como nosotros. 


A lo lejos veo a Alexander… mi vía de escape. Gracias a Dios.


—¡Alexander! —grito y se me va un gallo—. Lo siento, nana, necesito hablar con Alex. ¿Podrías darle esto al Rey? —Le doy mi informe sin esperar respuesta y corro lejos de ella como si mi vida dependiera de ello.




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