Alexander:
El rostro de Jazlyn es un espejo de emociones. Desde que la vi en la cafetería ha pasado del enojo, a la curiosidad, luego al asombro, la incredulidad para terminar en terror. Esta chica es rara, sabe que hay vampiros, lobos y muchas otras criaturas, les teme, se lo noto, pero su curiosidad es aún mayor. Discute con nosotros sin importarle un comino quiénes seamos, intenta aparentar que no nos tiene miedo aunque no sea verdad y, ¿ahora se asusta por un centauro?
—Este es el único medio de transporte que encontrarás aquí dentro.
—No te preocupes, yo voy a pie.
—Oh, por el amor de Dios, oblígala a subirse —interviene Sharon y yo la ignoro. Ha estado insufrible el día entero, ella y Jazlyn no ligan y no entiendo por qué.
—No te hará nada. Aliz envió a uno de los más inofensivos. ¿Cuál es tu nombre? —le pregunto al centauro más joven.
—Ralf.
—Ralf es de los más jóvenes, no te hará daño. Estos son Mica y Camper, dos de los centauros de la familia real.
—Lo dices como si fuera un coche —murmura bajito intentando reprenderme—. Es un ser vivo, Alex.
Alex… Me gusta que me llame así. Se siente realmente bien. Por algún motivo, desde hace un rato bajó la guardia y parce que no me odia tanto. Se ha mostrado agradable, incluso ha bromeado conmigo y eso me encanta.
—Solo súbete.
—La mitología dice que los centauros son salvajes, sin leyes ni hospitalidad y no son esclavos de nadie. No me voy a subir. —Por lo que veo conoce bastante de lo sobrenatural, pero no me sorprende, es muy curiosa.
—No son nuestros esclavos.
—¡Son su medio de transporte!
—Escucha, los centauros que verás aquí son los que forman parte de la Sociedad Sobrenatural, los que se acogen a nuestras leyes. Ellos luchan junto a nosotros y nos ayudan en lo que puedan. No todos los Legnas tenemos centauros porque no los necesitamos para movernos, hay runas para eso, pero ellos fueron los que nos prestaron su servicio; no son nuestros esclavos ni nuestros medios de transporte, ¿de acuerdo?
—¡Oh, por todos los santos, Alex, no le debes explicaciones! —Miro a mi hermana con mala cara y ella resopla.
—Si me pasa algo, juro que volveré del infierno y te arrastraré conmigo.
Sonriendo, tiendo mi mano y con timidez, ella la coge. La ayudo a montarse sobre Ralf y está tan incómoda que da gracia.
—Ponga sus manos aquí —le pide el chico señalando su cintura y ella, aunque indecisa, lo hace.
Me monto en Camper y a mi señal cabalgamos, pero me encanta molestar a esta chica, así que le pido a mi amigo que galopee con fuerza y luego de ordenárselo a sus compañeros, solo se escucha el grito de Jazlyn. No puedo dejar de reír al verla abrazada al torso de Ralf, casi exprimiéndolo, con la cabeza apoyada en la espalda del chico y los ojos cerrados.
Como era de esperar, en cinco minutos nos detenemos en las puertas del palacio.
Ayudo a bajar a Jazlyn y tengo que apretar mis labios para no reír ante los espasmos que sacuden su cuerpo.
—Te voy a matar, Alexander. Te juro que lo haré, solo deja que mi cuerpo regrese a la normalidad.
Le doy las gracias a los centauros y cuando vuelvo a centrar mi atención en las chicas, Jazlyn está sentada en la escalinata respirando hondo para calmarse.
—¿Qué sabes de los Legnas? —le pregunta mi hermana de repente.
—No mucho… son una tribu. —Hace énfasis en esa última palabra y no puedo evitar reír—. Son conocidos como los de Raza Pura, su misión en la vida es proteger a los humanos, poco más.
—En otras palabras no sabes de la misa ni la mitad. —Jazlyn asiente—. Ok, resumiré todo lo que pueda porque no tenemos todo el día para esto...
»Hace ya bastantes milenios, Dios envió un grupo de doscientos ángeles a la Tierra para velar por la humanidad. Se les conocía como los Vigilantes o los Grigori, pero como muchos piensan, y que conste, no comparto esa opinión, que todo lo que los humanos tocan, lo pervierten. Esos ángeles comenzaron a cuestionar a su padre y revelarse hasta que le fueron arrancadas las alas y los expulsaron del cielo.
»Las causas de dicha desobediencia fueron la vanidad, enseñarle a los hombres el arte de la guerra y la creación de armas entre otra serie de conocimientos que creaba desequilibro entre los humanos; pero la principal causa fue la lujuria. Los Grigori se enamoraron de las hijas de los hombres, se casaron con ellas y engendraron hijos, una raza de gigante conocida como Nefilim.
»Los Nefilim, junto a los ángeles caídos fueron los causantes de un gran daño y desequilibrio entre los hombres, por lo que Dios decidió castigarlos y limpiar la Tierra del mal producido por ellos mandando el diluvio. Desgraciadamente, eran criaturas demasiado poderosas e inteligentes y el plan de Dios no funcionó, por lo que decidió enviar a la Tierra a sus tres arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael para crear una nueva raza: los Legnas.