Legnas: la profecía I

27. El secreto de los Hostring

Adams:


Diez minutos después de mi más que vergonzosa conversión, estoy terminando de vestirme con una muda de ropa que siempre llevo en mi coche y que Jazlyn fue a recoger hace un instante.


Aún no puedo creer todo lo que ha pasado, pero juro por Dios que me encargaré de que Sam no vuelva a cruzarse con ella.


—Siento lo que ha sucedido —digo saliendo de su baño. 


Ella asiente con la cabeza, pero no me mira. Debo haberle dado un susto del demonio; nunca me había visto convertido y ahora de la nada, por algo que ella no entiende, pierdo el control.


Nervioso, camino hacia ella y me siento a su lado en la cama.


—Lo siento, en serio, es solo qué...


—¿Qué sucede entre ustedes, Adams?


Demasiadas cosas; muchos años con una cantidad desmedida de odio y rencor acumulándose. No quiero hablar de eso, así que cambio el tema.


—¿Por qué no me lo habías dicho? Jazlyn, esto es algo que...


—¿Cómo querías que te lo dijera? —Me interrumpe poniéndose de pie—. No sé nada de ti, Adams; conozco la versión que me mostraste durante estos años y confío en ti, de verdad que lo hago, pero te he mencionado varias veces a Sam y has estado a punto de convertirte. ¡Hoy lo has hecho!


»No tenía forma de llegar y contarte todo lo que él me ha dicho sin mencionarlo y no quería enojarte. No, de hecho, me daba miedo enojarte.


Ok, eso ha dolido. Lo último que quiero es que me tenga miedo y me joroba saber que no le he dado la suficiente confianza como para que se abra a mí completamente, pero es que el tema de Sam es demasiado sensible. 


—Jaz, Sam es peligroso.


—¡Lo sé! —grita por todo lo alto y se detiene, supongo que temerosa de que su hermana la escuche. Lo que ella no sabe es que Olivia lleva buen rato en la alberca—. Créeme, Adams, lo sé... tú lo has dicho en cada ocasión, los O'Sullivan me lo han dicho, Sam, me lo ha dicho; pero qué le vamos a hacer, confío en él.


Ah, no... Eso sí que no. Eso no lo puedo permitir.


—Jazlyn, Sam es un experto manipulando, es un puñetero vampiro, hace eso con todas sus víctimas. Es peligroso, no puedes confiar en él.


—Sam ha tenido miles de oportunidades de matarme y no lo ha hecho. Intentó evitar que entrara a la Logia porque según él, era peligroso...


—¡Exacto, Jazlyn! —Me pongo de pie, tengo que hacerla entrar en razón—. Entrar a la Logia significa tener su protección, él perdía la oportunidad de tenerte a su merced, él...


—No lo entiendes...


—La que no lo entiende eres tú. Conozco a Sam y sé... —Una carcajada sarcástica me sorprende.


—No creo que lo conozcas tan bien. Sam me ha acompañado a casa desde la Universidad para asegurarse de que llegara a salvo, a pesar de que tú y los Legnas lo odian, se ha arriesgado a rondarme simplemente porque se preocupa por mí. No dudó ni un segundo cuando lo llamé para pedirle ayuda con la serta.


»Fue él quien me explicó todo lo que sé y no estoy justificando su actuar. Él ha admitido varias veces que ha matado y lo seguirá haciendo, que eso no le importa; sin embargo, a mí quiere protegerme y dado que cada vez todo se complica más, cualquier ayuda me viene bien.


»Él sabe cosas que tú no sabes, Adams; si por un segundo se sentaran a arreglar las diferencias entre ustedes, podríamos luchar juntos.


La verdad es que no sé qué es más sorprendente: que me diga que confía en Sam o que lo haga con tanta vehemencia.


—¿Luchar juntos contra qué? —pregunto con las manos en mi cintura.


—No lo sé. Tú me dices que estoy en peligro, él me lo dice también, yo me siento en peligro... algo debe ser, ¿no?


—No hay forma humana ni sobrenatural de que Sam y yo trabajemos juntos, en realidad, dudo mucho que podamos estar en la misma habitación sin matarnos.


Bueno, sin que él intente matarme.


—Jaz, confía en mí cuando te digo que Sam no es de fiar. 
—Confía en mí cuando te digo que sí lo es... que al menos con él, no corro peligro.


—¿Por qué tanta fe en él? ¿Por qué estás tan segura de que no te hará daño?


Suspira profundo y pasa ambas manos por su rostro.


—Mía... ¿Has escuchado hablar alguna vez de ella? —Niego con la cabeza—. Dios, se va a enojar, no debería contarte esto.


—¿Ahora tienen secretos entre ustedes?


Esto es el colmo.


—Mía fue una novia que tuvo hace como un siglo o qué sé yo. Era una criatura igual que yo, descendiente de un ángel, un humano, un Nefilim y un Legna, por eso sabe tantas cosas.


Ay, Dios... ¿Esto puede empeorar? Si eso es cierto... no lo sé, simplemente se me acabaron las teorías.


—Esa chica, no solo era un híbrido como yo, tenía una pulsera y un anillo idéntico al mío y... y... Según él... somos completamente idénticas. Cuando Sam me conoció, pensó que yo era Mía.




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