Alexander:
El día de hoy ha sido una tremenda locura. Comenzando con mi charla con el rey y ver a Jazlyn en semejantes condiciones, hasta enterarme de que Sam es el maldito Justiciero y que Adams mató a su madre provocando el eterno conflicto entre esos dos.
Y lo peor de todo es que aún no ha terminado, queda la peor parte.
Hemos acordado antes de trazar el plan, reunir a cada criatura dispuesta a apoyarnos teniendo en cuenta que Lucio, Marcus, Sacarías, incluso Maximiliano, un Legna que estoy convencido de que me apoyará, no son solo fuerza física, sino también grandes estrategas y los vamos a necesitar para planear el rescate.
Es por esa razón que ahora estoy sentado en el borde de un lago en uno de los bosques más espesos y peligrosos de país en espera de Sharon, que fue a casa a buscar a Max, a Aliz, la guardiana de las entradas a mi mundo y a las reinas de los diferentes reinos de hadas o al menos a las más confiables.
Sumido en el silencio y la soledad, mi mente desvaría en los ojos tristes, el rostro golpeado y las lágrimas de Jazlyn mientras me pregunto cómo estará. Solo espero que sea lo suficientemente fuerte como para resistir hasta que nosotros lleguemos.
Burbujas de aire comienzan a explotar en la superficie del lago avisándome de que ya no estoy solo. Poco a poco, dos cabezas salen del agua mostrando únicamente sus ojos. Al verme, salen totalmente.
Las mellizas Efrán y Ezrán hacen una leve reverencia.
—Gracias por venir.
Me pongo de pie mientras se acercan a la orilla hasta salir completamente del agua después de cambiar sus hermosas colas blancas por dos pares de pierna bien tonificadas. Si bien su zona más íntima está cubierta por algas, sus senos están al aire. Desvío la mirada incómodo.
Por suerte, un portal se abre en uno de los árboles a mi lado y Sharon, Max, Aliz y tres mujeres más que reconozco inmediatamente, se me acercan.
—Alteza —saluda Max y él, junto al resto de los recién llegados salvo mi hermana, hacen una breve reverencia.
—Gracias por venir.
La reina de las Hadas del Viento me dedica una sonrisa amable. Es una mujer hermosa; según tengo entendido tiene alrededor de cuatrocientos años, aun así, se ve de poco más de treinta. Su piel es clara, casi transparente al igual que su pelo y su vestuario, sus ojos tiene un tono gris pálido. Es la clara representación del viento, incluso puedo ver a través de ella, literalmente.
A su lado está la reina de las Salamandras, las hadas del Fuego. Una mujer esbelta, de imponente figura, pelo rojo fuego al igual que sus ojos y con poderes increíbles. Pero lo que realmente me sorprende es ver a una Banshee, su reina para ser exactos, alguien a quien hace más de dos siglos no se le veía por ningún lado. Haciéndole honor a su reino: la Muerte, lleva una capa negra, pero debajo, un vestido rojo elegante, símbolo de la sangre. Sus ojos son dos profundos hoyos negros.
Y por si mi sorpresa no era suficiente, en el hombro de Aliz se posa una Alseide, esas hadas pequeñitas que caben en una mano y que viven en las flores. Son inofensivas, por eso me extraña verla aquí.
—¿La princesa les ha explicado por qué estamos aquí?
—Solo nos ha dicho que usted necesita nuestra ayuda —responde Maximiliano.
—Disculpen por citarlos en un lugar como este, no es para nada acogedor, pero es una forma rápida para que ustedes, —Observo a las sirenas—, viajaran sin levantar sospechas. Necesitamos su ayuda, actualmente solo podemos confiar en ustedes siendo parte de nuestro reino.
Todos me observan confundidos.
—Ya descubrimos quién está detrás de los ataques a vuestros reinos y qué es lo que buscan.
No tardo en escuchar el sin fin de preguntas y amenazas que profieren.
—Cristopher Hostring, pero lo peor es que mi abuelo, el rey, es quien ha dado la orden. —Estupefacción, confusión, odio, son los sentimientos que cruzan por cada uno de sus rostros—. Y debemos pararlos, pero para eso, necesitamos vuestra ayuda pues no sabemos en quién confiar.
—¿Qué están buscando? —pregunta con voz chillona el hada pequeña sobre el hombro de Aliz y yo me sorprendo de que sea capaz de hablar tan alto.
—La Piedra Sagrada, al parecer es tan poderosa que puede curar cualquier tipo de enfermedad, incluso, conceder la inmortalidad. ¿Han escuchado sobre ella? —Todos niegan con la cabeza menos la Banshee.
—Es un mito.
—Ellos piensan que no.
—¿Nos están asesinando por una piedra? —Agacho la cabeza avergonzado, después de todo, es mi abuelo, el rey, ese que juró protegernos a todos con su vida.
—Lo siento. Eso no es todo.
Con calma, les cuento sobre Jazlyn, sin omitir siquiera que es descendiente de un Nefilim pues siempre he sido de la opinión de que si quieres que alguien te siga, que confíen en ti, debes confiar en ellos y si voy a pedirles que se sacrifiquen por esta causa, se merecen saber por qué están luchando. También les hablo de la profecía, pero sin mencionar a Lirba Asim pues esa es una cuestión que a mí todavía me cuesta entender y que sería muy complicado de explicar.