Un coche de policía se encontraba esperándonos en la puerta de la comisaría, para llevarnos al dichoso orfanato, según los policías se llama "Orfanato Howkins" el cual se encontraba lleno de niños que corrían con peor suerte que la mía.
El viaje fue corto y durante este aproveché para preguntarle a la niña su nombre, y conocernos un poco más.
-Oye linda... ¿Y como te llamas?- le pregunté suavemente.
- Marisa... Pero puedes decirme Mari- me miró y sonrió.
Le devolví la sonrisa y se recostó en mis piernas, seguimos hablando un rato más hasta que el cansancio la alcanzó y se durmió el resto del viaje, yo cerré mis ojos e intenté hacer lo mismo, pero los recuerdos invadían mi mente y no me dejaban hacerlo. Después de un rato, apoyé mi cabeza en la suya y al final logré dormirme.
Al llegar nos despertaron, y nos pidieron que nos bajemos, que ya habíamos llegado.
Recién cuando nos encontramos fuera del coche, y este se va, me concentro en el gran edificio que tengo enfrente. No puedo evitar mirar su gran arquitectura, su estilo barroco, parecía del siglo XVII/XVIII, [¡Hermoso!]
Después de un rato de quedarme embobada mirando la majestuosidad del edificio, Mari me sacude, y salgo de ese trance en el que estaba.
-¿Pasa algo?- me pregunta Mari al ver en el estado en el que estaba.
-No, nada tranquila- le digo- ¿Entramos?- le pregunto al ver que está temblando.
-Sí, estaría bien, tengo frío- me responde tiritando.
La tomo de la mano, y entramos, con la mirada busco a alguien para preguntarle dónde se encuentra la oficina del director.
Un chico se nos acerca y nos pregunta:
- ¿Necesitan algo...?, No es por nada, solo que las veo un poco perdidas..., ah por cierto soy Clay.- nos dice el chico amablemente.
-Hola Clay, sí, muchas gracias, es que somos nuevas y no sabemos dónde está la oficina del director para avisar nuestra llegada- le digo.
- Oh, no hay problema, si quieren las acompaño... Y bienvenidas...- dijo con el mismo tono amable de antes.
-No, no es necesario, no queremos molestar más-
-No, no molestas linda, vamos, las acompaño, síganme es por acá.-
Al llegar a la oficina del director, el chico nos despide y nosotras llamamos a la puerta.
//El señor Duncan Blanchard, el director, es un hombre corpulento ya que en su juventud era militar, de aspecto rudo y respetable, es muy temido por sus alumnos, por los rumores que recorren los pasillos. Es soltero, pero muy mujeriego, se lía con todas las profesoras del establecimiento, sin sentimiento de culpa alguna.//
El director nos recibe cortésmente, (aunque hay algo que no me cierra), y nos indica nuestra habitación y nos da nuestros horarios.
Al entrar en esta, vemos dos camas, un armario, un escritorio para hacer nuestras tareas y una mesita de luz. Después de acomodar las pocas cosas que traemos, nos acostamos ya que es de noche, y mañana sería un largo día...
Al despertar veo a Mari todavía durmiendo en la cama de al lado. Es la madrugada, estoy segura ya que no hay ni un solo ruido, ni una luz encendida, el silencio era constante.
Baje los pies de la cama y me levanté, toqué el hombro de Marisa, y cuando se despertó, salimos por la puerta y en la oscuridad se veía una sombra moviéndose. Asumí que era un vigilante, así que volvimos a dormir. La luz que entra por la ventana me despierta, y de la puerta se escuchan golpes leves.
-Pase...-digo en un tono bajo, ya que Mari seguía durmiendo y yo estaba como sedada del sueño.
[Por fin pude dormir más de 20 minutos seguidos]
Un hombre trajeado, que asumo que es un profesor, entra por la puerta.
Mari al despertar, se pegó un tremendo susto por la presencia no esperada del profesor. Este nos dijo que nos cambiáramos ya que todos nos esperaban en el salón comedor.
Nuestra ropa se encontraba lavada, planchada, perfumada y doblada dentro del armario.
Marisa se cambió rápidamente y con una sonrisa en su rostro. Estaba muy contenta de conocer a sus nuevos compañeros.
Apenas terminamos abrí la puerta, y miré de un lado del pasillo y no había nadie, miré del otro y tampoco, hasta que Mari me tira del brazo y me dice:
- Mira, mira...- dice señalando un sendero de papeles pegados al suelo con forma de flechas.
Las seguimos hasta que nos llevaron al comedor, tiene los techos tan grandes como los de una catedral y de ancho como una autopista.
-¡¡¡¡SORPRESA!!!!- gritaron un montón de niños y adultos al mismo tiempo, mientras salían por detrás del mostrador que daba a la cocina.
Pronto todos empezaron a presentarse y saludarnos, pero no todo era color de rosas, había unos niños que no parecían nada amistosos, se encontraban alejados y mirándonos con desprecio, eran unos seis chicos, mientras tanto nosotras seguimos conversando un rato más, y cuando las personas se dispersaron para charlar entre si, los seis chicos se nos acercan y dicen:
- Hey, tú...-dice señalandome- Sí, tú nuevita... Piensas que seremos buenos contigo porque sufriste mucho...¿ No es así?-me dice con voz burlona mientras me empuja y me tambaleo-
-Ay pobre...-dicen al unísono, riendo-
Mari los mira con desprecio y estos le devuelven la mirada, pero mil veces peor. Poco a poco se van acercando a Mari, y me pongo en medio, uno me pega un puñetazo en la cara que me tira al suelo y comienzan a reír. El director mira espectante la escena sin intervenir.
Marisa grita desesperada que alguien le ayude, pero nadie hace nada, como si estás situaciones fueran normales, cotidianas.
Las puertas de la cafetería se abren y un policía aparece para llevarse a Hannah a la oficina del director.
Al adentrarse en esta el policía me hace señas para que me sentara y me dice:
- Hemos encontrado a tu padre y le hemos hecho unas pruebas, para ver su estado mental...- mientras recuerdo, que si mi padre es capaz de cuidar de si mismo y de otra persona, yo tendría que volver con él- Las pruebas dicen que su estado mental es...