Lejos de la Navidad

Capitulo 2

Debía tratarse de una broma, una broma muy mala. Nicole trató de hacer caso omiso a su irregular respiración y a su creciente ataque de pánico y en su lugar se concentró en el hombre desconocido que tenía al frente.

—Eso no puede ser cierto, yo hablé con el propietario ...es decir nos escribimos textos e hice el depósito y él me mando las llaves... —Nicole buscó su abrigo que estaba pulcramente doblado en el espaldar de la cama y rápidamente mostró el recibo de pago por el depósito que había hecho por la cabaña, toda la transacción se había hecho por internet.

Evans arqueó una ceja desconfiado.

—Fácilmente se puede falsificar. —Murmuró.

Nicole mordió sus labios con desesperación.

—No, yo hable con el propietario, se llamaba Max—dijo rápidamente mientras mostraba los mensajes de texto que habían intercambiado. —Me mando fotos de la cabaña, la encontré por internet

—No deberías creer todo lo que se anuncia por Internet.

Nicole entrecerró los ojos con rabia. El hombre se mostraba obtuso.

—Es una página de viajes muy confiable y, además—Nicole rebuscó entre sus bolsillos hasta encontrar lo que buscaba—Tengo las llaves de la cabaña—Añadió como señal de triunfo mientras las agitaba en sus manos.

Algo destelló en la mirada de Evans, con el ceño fruncido tomó las llaves de la mano de Nicole y las reparó.

—¿Como dices que se llamaba el propietario con el que hablaste? —Preguntó con la mirada clavada en las llaves.

Nicole rebuscó en su teléfono y encontró el nombre completo.

—Es Max Stone—Respondió.

Una maldición salió de la boca de Evans al tiempo que buscaba su teléfono y marcaba un número.

—¿Qué sucede?

Evans le dio la espalda y no le respondió. Nicole tenía el presentimiento de quién estaba al otro de la Línea era el culpable de todo esto.

—¿¡Rentaste la cabaña de mi madre!?

Nicole dio un respingo cuando Evans levantó la voz, con su tamaño parecía dos veces más intimidante.

—Sé que te dije que me quedaría en Londres con Karla, pero hubo un inconveniente y me quedé en la cabaña este año. No, no tú escúchame, la cabaña es mía, me la dejó a mí, no a ti y aun así tienes el desfachatez de rentarla a personas desconocidas.

Nicole se removió incómoda, según parecía entender, alguien había abusado de la confianza de Evans y había rentado la cabaña sin su permiso creyendo que estaría en otro lado. Nicole cerró los ojos derrotada, incluso estando en otro continente, los problemas simplemente la encontraban. Por eso de alguna manera odiaba la navidad, a todo el mundo parecían pasarle cosas buenas excepto a ella.

¿Qué debería hacer ahora? ¿reclamar la estancia que ya pagó? ¿Actuar como una loca y exigir un reembolso? O ¿Recoger sus cosas e irse? con un suspiro se dio cuenta de que esto último parecía ser lo correcto, no creía que Evans le apeteciera mucho compartir aquella cabaña con una completa desconocida y además tampoco parecía ser una persona muy amigable. Con paciencia empezó a recoger sus cosas y cuando ya estaba terminando un ruido a sus espaldas la hizo detenerse.

—Le debo una disculpa señorita Smith. —Dijo, su rostro ya no tenía esa mueca de desconfianza y en su lugar se mostraba algo avergonzado—Mi estúpido hermanastro creyó que sería una buena idea rentar mi cabaña a mis espaldas para navidad, pero no se preocupe le devolveré el depósito que pagó y la llevaré al pueblo para que pueda buscar hospedaje.

Nicole no quería regresar al pueblo, no quería salir de nuevo al frio infernal que hacía afuera y definitivamente no quería dejar a aquella cabaña, pero si el propietario no la quería aquí ¿qué podría hacer ella? Bueno al menos podía desquitarse.

—Puede llamar a su hermanastro de nuevo—El hombre le arqueó la ceja—por favor añadió ella en un suspiro.

Evans asintió y le tendió el teléfono cuando se escuchó la voz al otro lado.

—¿Qué pasa Evans? Solo échala y ya maldita sea—Nicole cerró los ojos y tomó un fuerte respiro antes de contestar.

—Usted es un maldito imbécil—señaló con todo el odio que pudo—¿Cómo diablos se le ocurre alquilar una cabaña que no es suya? ¿A caso sabe de dónde vengo?

—señora…Yo le haré el reembolso

—Oh claro que sí me darás mi dinero o pensabas que no lo ibas a hacer, soy de los Ángeles cariño, allí tenemos una forma de arreglar las cosas. Estaré esperando mi reembolso y algo más por los inconvenientes. Adiós.

Colgó antes de recibir respuesta y con una sonrisa de tranquilidad le devolvió el teléfono a Evans, quien estaba demasiado estupefacto para decir algo, luego le dijo que la dejara un rato sola para que pudiera cambiarse por una ropa más cómoda, cuando se marchó Nicole contempló la pequeña habitación con añoranza, hubiera sido lindo pasar las horribles fiestas navideñas en aquel lugar. Sin nada más que hacer, comenzó a cambiarse de ropa y luego cuando ya tenía todo organizado, encontró a Evans en la estancia con las llaves en las manos. Al estar de espaldas, Nicole lo pudo observarlo mejor, como ya sabía, era bastante alto, fuerte y a todas luces parecía un jugador de fútbol americano que podría llevar a todo el equipo en la espalda a cuestas, su cabello necesitaba un buen corte eso era obvio, pero del resto era atractivo…bastante atractivo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.