Lejos de la Navidad

Capitulo 3

Aquel día no hacía más que empeorar. Evans cerró con fuerza la puerta después de tirar con la punta de los zapatos toda la nieve que había entrado por la ventisca y se dio la vuelta para encontrar a su no-inquilina observándolo con aprensión.

Vale, estaban en un aprieto. Era obvio que no podían salir por el derrumbe y sospechaba que la ventisca que se aproximaba en unas cuantas horas no era culpa suya ni culpa de ella. ¡Era culpa de su estúpido hermanastro que creía que su cabaña era su casa de alquiler!

Debió saber que Max sería un dolor en el culo cuando su padre se casó hace un año con su madre y en el brindis de la boda se emborrachó e insinuó que su madre era una mujerzuela cazafortunas, desde entonces solo lo evitaba y lo veía cuando la ocasión los obligaba a ambos a permanecer en la misma habitación.

—Supongo que estamos atrapados hasta que pase la tormenta—Señaló Nicole.

Evans la observó de soslayo y pudo constatar que su primera impresión de ella era cierta, era realmente hermosa. Llevaba su cabello negro atado en un moño bajo, su cara tenía una forma ovalada sin ninguna imperfección y sus ojos eran de un raro color lavanda... era la primera vez que Evans veía un color semejante. Cuando los miró por primera vez, le parecieron sublimes y quiso pintarlos de inmediato. Su nombre le sonaba de algo, pero dado que Smith era un apellido muy común, no indagó más allá. Cuando la vio temblar por tercera vez, aun con toda la ropa que traía puesta, Evans no pudo evitar mencionar:

—No está acostumbrada al frío.

Ella parpadeó con esos increíbles ojos hacía él, la vio enrojecer y se apretujó más el abrigo

—¿Tanto se nota?

Quiso decirle que sí, que desde que la vio tirada en aquella colina supo que aquella criatura no había nacido para el frío, pero en lugar de eso, negó con la cabeza.

—No me mienta, recuerde que dije que era de los Ángeles.

Evans rio y luego se detuvo sorprendido ¿Hace cuanto que no se reía? lo último que recordaba en estos 6 meses era el olor a pintura, las peleas y los reclamos de Karla. Dios, Karla... hacía tan solo unas horas habían roto y ni siquiera la extrañaba, los últimos meses habían sido horribles y cuando ella dijo que se alejaran lo único que sintió Evans fue alivio.

—¿Crees que tardará mucho la tormenta?

—Creo que sí.

Guardaron silencio y Evans vio como ella tintineaba de frío de nuevo.

—Encenderé la chimenea.

Vio que ella sonreía y volvió a sentir el mismo cosquilleo en la boca del estómago que sintió cuando ella se mostró preocupada por él. Lo cual era raro porque acabada de terminar una relación y no necesitaba distracciones, hacia tres meses que no pintaba nada y solo había venido aquí porque creyó que estar solo y lejos de la ciudad lograría inspirarse de nuevo. Sin embargo, no contaba con aquella invasión a su privacidad, pero lejos de fastidiarse encontraba interesante y algo cómico su encuentro, hacía mucho tiempo que no le pasaba algo espontaneo, su vida últimamente se había convertido en algo demasiado monótono.

—¿Te apetece algo caliente? —ofreció

La vio dudar un segundo, pero luego asintió con la cabeza, la invitó a la cocina y ella se sentó en la barra mientras el encendía la estufa.

—Tu cocina es esplendida.

Evans se sintió orgulloso de que a ella le gustara.

—Gracias, hace poco la remodele.

Se sintió un poco torpe cuando derramó la leche por segunda vez, sin embargo, su gran espalda tapaba casi la mayoría de sus desastres, luego de algunos minutos, el chocolate caliente y unas galletas de avena que había encontrado en la lacena fueron servidos, no era un gran merienda, pero esperaba que a ella le gustaran. Se sentaron en la sala, junto a la ventana y cerca de la chimenea.

—Y dime Nicole… —Se detuvo preocupado —¿Puedo llamarte Nicole? —ella asintió —¿Qué te trae a Wonersh esta navidad?

—Ah, con que así es como se llama este pueblo…

Evans ladeo la cabeza desconcertada y las mejillas Nicole enrojecieron…

—¿Dije eso en voz alta? —Preguntó cerrando los ojos avergonzada.

—Me temo que sí.

Nicole sonrió y Evans notó un pequeño hoyuelo en la mejilla derecha, solo era uno, pero lo encontró adorable.

—Y te estarás preguntado, ¿Quién viaja hasta la otra punta del mundo sin siquiera saber el nombre del pueblo donde se va a quedar?

—Algo así se me cruzó por la mente. —Comentó Evans con una sonrisa.

Nicole tomó un sorbo de chocolate caliente sin perder la sonrisa

—Sucede que estaba desesperada por salir de mi casa y luego vi la película el descanso de Kate Winslet y Cameron Diaz y tuve esta extraña y loca idea de que estar en una cabaña en medio de la nada era justo lo que necesitaba esta navidad. Así que entré en una página de alquiler y vi esta hermosa cabaña con descuento e hice clic.

—¿Con descuento? Vaya…

—Sí, debí saber que algo andaba mal.

Ambos sonrieron y siguieron conversando.

***




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